¿Antisocial, antisistémico o acomplejado?

57502813_10219287471120940_657096478363222016_n.jpgHoy fui al Centro en Metro. A mi lado se sentó un joven. Tenía tatuado los brazos, todo el cuello y parte del rostro. Llevaba puesto piercing en la nariz, en un párpado, dos en el labio inferior y en cada lóbulo de sus orejas tenía insertado sendas circunferencias como tapas de frasco de mayonesa. Disimuladamente, pero con esfuerzo, pude observar que solo tenía pelo en el medio de la cabeza, estilo mohicano y de color azul cobalto. Pasé trabajo porque usaba un abrigo con capucha, tipo franciscano. Y por supuesto veía con profunda atención su celular.
Mirándolo de reojo comencé a especular sobre él. Podría apostar a que no se gustaba físicamente ni un poquito, porque por algo quería mostrar una imagen que escondiera la suya. Y conjeturé que no andaba muy bien de personalidad tampoco, porque no era capaz de vencer sus complejos y además, era evidente que no le interesa la sociedad, sin contar que sabía que con todo eso en su apariencia se iba a destacar entre los demás y para eso lo hacía, ya que su baja autoestima era evidente, pensé.

Claro, también me dije que esos pensamientos míos podían ser producto de mi edad, que no comprendía esa generación, que el mundo había cambiado, etc., etc.. Y acepté que podía ser cierto todo eso, pero no sé por qué, seguí apostando a que ese joven era una bola de complejos.
Me dio lástima y quise sociabilizar a ver si podía ayudarlo –si es que yo tenía razón, por supuesto-, y como yo no uso celular ni reloj, le dije: “¿me puedes decir la hora?” Y me respondió casi sin mirarme: ”no”.
Me dieron ganas de darle una cachetada, pero hace rato que controlo la violencia y solo me quedé con las ganas de decirle que no se preocupara, que yo también tengo su problema, que no me gusto, que hace tiempo que no me hablo, que las dos veces que me miro en el día es para mejorar momentáneamente uno de mis tantos defectos en el pelo, la ropa, etc.. Pero que así y todo me quería tal y como soy. Que repensara su actitud, porque hay espacio en este mundo para todos los seres humanos, incluyéndonos a él y a mí. Y también que terminara de aceptar que somos seres sociales, y que no tenemos que caerles bien a todo el mundo.
Estaba reagrupando fuerzas para decírselo en buen tono, cuando se levantó sin mirarme, y quizás sin querer, me pisó la punta del zapato, muy cerca de mi juanete.
Se me ocurrió entonces decirle que se quitara todo eso, porque la belleza va por dentro; o si no, que con gusto yo le podía hacer una autopsia para que se viera.

 

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