Cifras sobre la lectura

descarga_10_0.jpegMe acaba de caer en mis manos esto:

“Leer diariamente por placer está asociado a un mejor rendimiento en el informe PISA—programa de la OCDE que evalúa las competencias en lectura, matemáticas y ciencia de alumnos a punto de terminar la etapa de enseñanza obligatoria—; en promedio, los lectores habituales tienen una puntuación superior a un año y medio de escolarización a los que no lo hacen.”

Y a pesar de esas comprobaciones, de esos hechos, las cifras de niños que no leen (y lo poco que leen no lo comprenden), aumentan.

Hace tiempo que estoy inmerso en una batalla por hacer que los niños lean. Y que lean por placer.  A eso le dedico parte de mi tiempo. Y tengo pruebas contundentes de logros que hemos obtenido.

Experiencias maravillosas que hemos vivido haciendo que niños que “odian” leer, que rechacen la lectura como algo aburridísimo, adquieran el hábito lector solo con mis libros de chistes primero y después con mis libros de humor. Un camino que los ha guiado a la literatura en general

Por eso me duele muchísimo ver esos datos e informaciones. Y eso no solo sucede en Chile, desgraciadamente es un mal globalizado.

No entiendo cómo los adultos no tenemos conciencia del mal que le hacemos a nuestros niños con nuestra actitud de indiferencia hacia ese problema. Porque es políticamente correcto decir en público que leer es muy importante, pero la inmensa mayoría de los adultos no leen, ni motiva a leer a sus niños. Eso es un hecho.

No lee ni la mayoría de los padres ni la mayoría de los profesores. Y está bien, es su derecho a ser como quieran y no cambiar y seguir siendo mucho o poco ignorantes si así lo desean. ¿Pero no ayudar a que los niños lean? Eso sí es un crimen.

Mi madre llegó hasta quinto y mi padre hasta segundo año de la enseñanza básica o primaria. No leían un libro ni en sueños. Pero mi hermana (15 años mayor que yo), estudió para maestra en la Escuela Normal. Y ella era (ayudada en lo que podía por mi madre), la que me enseñaba juegos, ruedas y canciones infantiles primero (ojo, eso es importantísimo a nivel de párvulos) y me leía en voz alta libros para mi edad y lo comentábamos. Exquisitas noches antes de dormir.

Y siguió trayéndome libros cuando aprendí a leer. Como en esa época existían solo los clásicos (Cenicienta, Blancanieves, Patito Feo, etc.), me suministraba muchas historietas cómicas (Pájaro Loco, Las Dos Urracas, Pato Donals, Conejo de la Suerte, etc.). Y me guió hasta que me correspondió, por madurez mental, leer a Verne, Salgari, Robinson, Twain, etc., pero desde antes ya me había conquistado ese placer de estar en silencio, inmóvil, sumido en mundos de fantasía y sueños. ¿De dónde ella sacaba los libros? De la biblioteca de mi ciudad de Matanzas (a 100 kms de La Habana). Me compraba los que podía y yo iba haciendo una biblioteca en mi rincón, con espíritu coleccionista y con la ilusión de algún día compararla con la gran biblioteca provincial.

Nunca hubo un conflicto de intereses entre mi vida infantil y después adolescente con mis juegos, historias, situaciones, miedos, aprietos y satisfacciones y mi biblioteca. Al contrario. De alguna manera vivía mi vida de niño y mi vida de fantasía. Ésta última apoyaba a la otra. No inventé nada ni hice nada excepcional. Ese proceso está demostrado que funciona y por ello le estaré eternamente agradecido a mi hermana por hacerlo y a mi madre por entender que debía permitirlo, porque era para mi bien, aunque ella no tenía muy claro cuál era ese bien.

Esa experiencia personal, que la comparto con los profesores en mis conferencias y talleres, y mi experiencia actual que consigo, de verdad, conquistar a los niños y convertirlos en lectores a través del humor, más el esfuerzo que hacen otros colegas motivadores con sus propios métodos, ¿por qué en vez de dar frutos, lo que dan son cifras negativas en las mediciones?

Algo no estamos haciendo bien entonces, ni como Estado, ni como Gobierno, ni como Sociedad.

Y creo, sin ser especialista, que la gente no valora las bibliotecas, ni se hacen las necesarias campañas para que los adultos hagan conciencia de la importancia que tienen éstas. Y no me refiero a la simple campaña del organismo especializado que puede hacer todo bien, pero si no se involucra a todos, no da resultados.

Sabemos que el IVA de los libros es alto, que sumadas a otras razones los libros son caros, pero aunque se ganen esas peleas, ni los adultos ni los niños tampoco van a leer. Si el libro se hace más barato no mejorará el nivel de lectura. Porque depende de otras razones.

Recuerden que en los núcleos familiares actuales, sean pobres o ricos, es más valorado que el niño tenga un celular que tenga un libro.

Por eso, cuando los niños comiencen a ir a las bibliotecas a buscar placer, ahí estaremos ganando esta batalla contra las cifras negativas que acabo de leer.

 

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