Día del migrante

fiestasnacionalespaises-2-97.jpg.jpegFui emigrante, por lo tanto inmigrante; es decir, migrante… mi-gran-te-mor es que la gente no sepa qué significa migrar. 
Emigré de Cuba e inmigré a Chile hace 29 años. Cuando era difícil para un cubano emigrar por el papeleo que te pedían. Fue difícil conseguir la visa de trabajo y después la temporaria. Fue difícil viajar a otros países como cubano. Por ejemplo, en esa época para ir a España, E. U., Paraguay, Panamá, Perú, México y me costó muchísimo. Incluso a Argentina si iba desde otro país que no fuera Chile.

En fin, que ser migrante no es agradable y ser emigrante cubano quizás un poco más (fue mi experiencia). 

Ya en Chile, una vez estaba animando una fiesta en una salsoteca en medio de los bailadores, en los días en que actuaba en Sábado Gigante (se grababa en Chile y se mandaba el sketch a Miami) y dos tipos del Frente Patriótico me lanzaron dos patadas a mi espaldas y unos amigos se le tiraron encima y los sacaron del lugar (yo ni me enteré, pensé que eran tropezones de los bailadores) y todo porque para ellos era un gusano anticastrista.

Pero también recibí gestos discriminatorios en el barrio alto, incluso una señora me gritó “vete para tu país, gringo de mierda”. Lo de mierda no me importó, pero decirme gringo fue algo impactante. Y todo porque era un cubano castrista para ellos.
También he sentido discriminación como escritor, incluso me han negado premios en concursos (con el tiempo me he enterado). A mi hijo Alex también le pasó. Pero supongo que eso le sucede a todo inmigrante en cualquier país. Hay seres humanos xenófobos, racistas, clasistas, etc., en todas las sociedades. Pero son una minoría de estúpidos. Solo hay que no darles ala.
En estos 29 años me nacionalicé y he sido exitoso, me quieren mis lectores, han reconocido mi obra y tengo grandes amigos. Me siento chileno también. 
En otras palabras, el inmigrante tiene que saber que durante unos años hay que joderse, “meter cabeza”, sacrificarse, trabajar duro y olvidarse de las mierdas de esos pocos estúpidos.
Digo esto porque jamás, en mis momentos difíciles en Chile, salí a la calle a exigirle algo al gobierno. Obvio, aquí hay libertad para hacerlo, solo digo que ni se me hubiera ocurrido. Pienso que nadie debe soportar humillaciones y si esa es su experiencia, debe emigrar a otro país. Pero también hay que saber adaptarse a las leyes, costumbres, cultura, idioma y modo de vida del país que te acoge. Y el estado de este país al que llegaste, no tiene que la obligación de darte a ti lo que no le da a los oriundos del lugar. Uno tiene que pagar los impuestos y recibir lo mismo que reciben los demás. ¡Deberes y derechos por igual! Claro, insisto, si te va muy mal, si te pasa algo malo, es humano ayudarte, pero no pienses que te mereces todo, querido migrante, solo por llegar, vengas de donde vengas. Te lo dice uno de tus filas.
Y, por favor, no dejes que te manipulen los ideólogos de pacotilla de cada país.

 

 

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