Discusión bizantina

artist_0.jpegUn amigo me dice que para qué menciono a tal humorista, porque es un comunista (castrista, chavista) de mierda. Y otro me dice que para que hablo de tal otro humorista, porque es un reaccionario (conservador, Trumpista) de mierda.

¿Quién tiene la razón? Quizás uno de ellos, quizás ambos, quizás ninguno.

¿Hay que separar el artista de la persona? ¿O evaluarlo como un todo? Esa es la disyuntiva difícil que se nos presenta.

¿Cuál es mi posición? Bueno, si el humorista tiene una obra de calidad, tengo que hablar de él como artista y hablar de su obra, aunque se me revuelva el estómago sabiendo que en lo personal es un HP, a pesar de que esté a favor de una dictadura asesina (valga la redundancia), de una ideología macabra.

Pero entonces, ¿por qué tengo que pasar ese mal rato al considerar ese humorista en mis trabajos?

Porque yo critico a los regímenes totalitarios que prohíben, eliminan, censuran y borran de la historia a los artistas que piensan distinto a ellos. Entonces, si yo también desconozco y elimino a esos humoristas, siendo un estudioso del humor, un historiador del humor, ¿no estoy haciendo los mismo que esos dictadores? ¿Con qué moral haría mi trabajo?

Este es un dilema antiguo, lo sé. Pero creo que la solución es respetar el criterio de cada persona.

Sólo se hace evidente la violación ética si además de hablar con justicia de la obra del artista, hablo de su persona. Y peor, si hablo de él sin tomar partido.

Por ejemplo, no soporto a Silvio Rodríguez como ser humano. Tiene muy “manchado su expediente”, para mí. Jamás pagaría una entrada para verlo, ni compraría uno de sus discos. Sin embargo, canto “El unicornio azul” en un guitarreo y me gustan escuchar casi todas sus canciones románticas.

Otros ejemplos, conozco a muchos que disfrutan de la música de Richard Strauss, aun sabiendo que fue nombrado por Hitler Presidente de la Cámara de Música del III Reich. Y sé de muchos que no piensan en el compositor nazi Carl Orff, cuando escuchan y tararean “Carmina Burana”.

Sin dudas, hay demasiados ejemplos de ambos extremos ideológicos, lamentablemente. Si fuéramos a limitarnos a disfrutar las obras de los artistas que piensen como nosotros, estuviéramos limitándonos los placeres estéticos nosotros mismos.

Claro, a estar alertas siempre para no confundir los roles no vaya a ser que, sin darnos cuenta, de repente estemos apoyando a una abominable persona, que por injusticia divina es artista.

¿Coinciden conmigo o me van a eliminar, prohibir, censurar?

 

 

 

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de las páginas web y las de correo se convierten en enlaces automáticamente.