El espía, ¿una noble profesión?

images_4_1.jpegSi uno busca la definición de la palabra ”espía” en el Diccionario de la Real Academia Española, encuentra los dos siguientes significados:

1) Persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para comunicarlo a quien tiene interés en saberlo.

(Léanlo bien y verán que es también la definición de una persona chismosa, chanchullera, de poca monta. Así que por aquí el espionaje no queda bien parado, digo yo).

2) Persona al servicio de una potencia extranjera para averiguar informaciones secretas, generalmente de carácter militar.

Por aquí sí va mi reflexión.

 

Por ejemplo, si una persona va con identificación oculta a otro país –supuestamente enemigo-, y observa y/o escucha para informarles a los suyos, esa persona se le llama profesionalmente “espía” y aparentemente está realizando con su trabajo algo bueno, algo loable y digno.

Sin embargo, yo no lo veo tan claro. Si la cosa fuera pararse en un lugar y estando callado observa y escucha nada más, para después informar, pasa. Y si para lograr su objetivo tiene que violar una ley de ese otro país, como entrar sin permiso a cierto lugar, o robar un documento y cosas así, es más “feo” lo que hace, pero también pasa.

Sin embargo, la mayoría de las veces no es tan sencilla la cosa. Muchas veces el espía –con su identidad oculta-, tiene que entablar relación con personas en ese país enemigo. Tiene que ganarse su confianza. Tiene que hasta provocar amistad, cariño, confianza, incluso supuesto amor con o sin sexo. Solo así puede conseguir lo que buscaba y cuando lo logra, en el mejor de los casos se va lo más rápido posible, dejando a su “amistad”, a su “ser querido” abandonado, sin entender, desilusionado, defraudado, dolido, deprimido, etc. En una sola palabra el espía traiciona los sentimientos de las otras personas que confiaron en él y le entregaron su aprecio, cariño y hasta el amor y su cuerpo en algunos casos.

Entonces, si el espía es un traidor, ¿cómo podemos decirles a nuestros hijos que son héroes, que son ídolos, ejemplos de seres humanos? ¿No les estamos enseñando a nuestros hijos que es una gran virtud ser traidor, que es positivo, noble y lo máximo ser un hijo de puta?

Yo recuerdo que cuando mi grupo La Seña del Humor debutó en La Habana y salimos por primera vez en televisión, cuando nos hicimos “artistas nacionales”, enseguida  a varios de nosotros nos llamaron secretamente del Ministerio del Interior de Cuba en nuestra ciudad, para pedirnos que fuéramos espías. Ellos lo llamaban “colaboradores”. “¿Y qué tendría que hacer?”, pregunté yo haciéndome el tranquilo, cuando por dentro me cagaba de miedo. “Casi nada”, me respondieron, “sólo tienes que decirnos quién hace chistecitos contra Fidel o contra el gobierno”. Por supuesto que me negué, como sé que se negaron por lo menos otros dos de los miembros de mi grupo que me lo contaron. Yo dije que no servía para ser espía, que no había nacido para eso y para “suavizar” en algo no aceptar, dije que si veía a alguien poner una bomba en un cine, ahí sí les avisaría, porque no dejaría que murieran inocentes (cosa que es cierta, claro). Tiempo después me enteré de que los otros dos colegas respondieron algo muy parecido, lo que nos provocó mucha risa (no es objetivo de esta reflexión contar el pago que recibimos por negarnos).

Pero volviendo al tema. ¿Se imaginan que un amigo humorista, en plena confianza conmigo, me cuente un chiste contra los Castros y yo vaya corriendo a informárselo a esa gente y que mi amigo inocente vaya preso por mi culpa? ¿Cómo podría vivir yo? ¿Cómo podría mirarme al espejo después de haber sido tan desleal y maricón de alma?

Por favor, que nadie me argumente que mi primera lealtad es con la Patria, porque no puedo con eso. Mil veces lo he dicho ya por aquí: La Patria es la familia, los amigos, los seres queridos y hasta los seres humanos buena onda, que viven y comparten conmigo en cualquier lugar del Planeta, del Universo. Traicionar a esa gente es traicionarme a mí mismo. El ser humano está por encima de cualquier ideología.

Disculpen una vez más la extensión, pero como siempre digo: no me agrada resumir mis reflexiones.

Y recuerden que no es malo si disienten de mis opiniones. Pueden comentar aquí lo que sea, obvio, pero sin agresión y con respeto.

Gracias.

 

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