En rigor humortis: "El humor político es de izquierda o de derecha"

1_0.pngLos políticos de derecha y sus simpatizantes, piensan que los humoristas son de izquierda, porque se ríen de sus posiciones conservadoras ante el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y otros conceptos por el estilo; o porque defienden las posiciones de poder de empresarios corruptos y discriminadores, o de la rígida y retrógrada religión, etcétera.

Pero las cosas han cambiado y los políticos de izquierda y sus simpatizantes, ahora ven asombrados que son víctimas de la risa también, porque la corrupción los alcanzó públicamente o porque ahora son más totalitaristas, por ejemplo.

¿Qué sucede? La sátira –esa forma dentro del universo del humor y en este caso político- no es de derecha ni de izquierda. La sátira va contra la autoridad –cualquiera que esta fuere-, cuando se ejerce de mala forma. Por lo tanto, da igual quién esté en el poder (si hablamos de gobierno, porque autoridad es también la oposición, ¿no es cierto?).

Da igual si la derecha o la izquierda está en el poder para el humor. Porque el humor de la parte oficialista no suele ser gracioso, ya que lo que hace reír es la sátira desde el lugar de los débiles hacia los poderosos cuando es justa esa sátira. Hacer humor desde las alturas del poder es más una muestra de cinismo que de humor.

Entonces, duele ver a ambos sectores atacando el humor. Y vemos a ambos colores políticos reprimir a los humoristas, intentando prohibir el humor contra religiones, militares, símbolos patrios, ecología, discapacitados, gays, negros, indígenas, mujeres, sexo, animales, etc., todos creyéndose tener la verdad, creyendo ser los "únicos buenos de la película", los seres superiores por ética, los que están por encima del bien y el mal.

Ya están cayendo en conductas dictatoriales. Porque no se trata –ni en esta época ni hace mil años-, que sea positivo burlarse de todo eso que mencioné. No entienden que se puede hacer humor de todo, sin humillar o dañar a nada ni a nadie. Pero ni escuchan ni leen, se han vuelto tan fanáticos que de solo saber que un chiste trata sobre esos temas señalados, ya hay que aplastarlo, desaparecerlo.

Claro, si un humorista hace un chiste que no le agrada a alguien, sea de derecha o de izquierda, ¡que no lo consuma y ya está! Y si se siente irrespetado, por las vías civilizadas de la democracia haga su demanda, es así de simple.

Pero si nos ponemos a prohibir, sancionar, censurar, eliminar al humor, porque se sintieron ofendidos los de derecha, enseguida y con el mismo derecho, los de izquierda nos obligarán a hacer lo mismo con el chiste que les ofendió. Y de ahí a desaparecer el humor político es solo un paso. Y si dejamos de hacerlo, perderemos una poderosa herramienta de salud social.

Para finalizar, me viene a la mente ahora un artículo de mi amigo y colega Enrique Gallud Jardiel, sobre lo que pensaba su abuelo -y mi ídolo en el humor- Enrique Jardiel Poncela. Este es un fragmento de sus palabras al respecto: "Yo, aun contra todo lo que hayan podido decir, jamás he sido un hombre de partido ni podría serlo ahora tampoco. Solo los no fanáticos de partido son artistas. Un artista fanático de partido deja de ser artista en el acto. Jamás he sido hombre de derechas o de izquierdas (refiriéndome siempre a las españolas). Me gustaron siempre las ideas inherentes a los dos bandos y con su mezcla estaba hecha mi ideología ecléctica. Dos ejemplos entre muchos: amaba el sentido histórico y reverencial de la tradición en mil aspectos, propio del programa de derechas; y amaba también el sentido porvenirista y reverencial del progreso y de la libertad, genuino del programa de izquierdas". 

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