Interesantísima investigación

descarga_37.jpegUn humorista en escena, o a través de una caricatura, hace una gracia sobre la corrupción que se le descubrió a un determinado político y enseguida la gente capta el chiste, ríe y hasta aplaude.

Sucede también cuando el humorista (escénico, gráfico, etc.) hace una gracia sobre el sexo. La gente ríe de inmediato. Y más si lo hace con obscenidades, vulgaridades, groserías. Éxito seguro.

 

Y está bien. Es una forma de hacer humor, tan respetable como cualquier otra. Es más, desde que los cavernícolas contaban chistes, ese ha sido, es y será el humor más popular. ¿Por qué? Bueno, unos dicen que es más fácil porque se necesita pensar menos. Es más “básico”. Otros afirman que es porque tocar públicamente temas tabú siempre nos produce soltar tensiones, inhibiciones, ya que desde niño nos prohíben burlarnos de alguien y más de una autoridad, o mencionar algo pornográfico, escatológico, o cualquier palabra “fea”.

Resumiendo, es material fácil para el éxito de los humoristas.

Pero ojo, el humor descrito anteriormente no es el satírico, crítico, elaborado artísticamente. Ni tampoco quiere decir que no se hagan chistes con “malas palabras”. Sólo se pide que sea todo justificado.

Ahora bien, otra cosa es crear el llamado humor blanco, que no es el humor tonto, burdo, básico. Para mí el humor blanco es el más elaborado, desde el que nos hace sonreír placenteramente, hasta el que nos hace reír y también pensar, el que nos eleva el espíritu.

Para mí es el humor más “inteligente”. Se le dice inteligente, porque hay que poseer ingenio para crearlo. Pero también lo es, porque le hace sentir al consumidor que es inteligente al decodificar lo que el humorista inteligente elaboró.

¿A qué viene esta reflexión?

Acabo de leer sobre una investigación que se hizo en Inglaterra, dirigida por la científica británica y experta en comedia, la Dra. Helen Pilcher. Ella hizo su estudio con más de 2,000 británicos.

Pues el resultado dio que el 67% se ríen de chistes que no entienden. Lo hacen para “encajar” en la sociedad, para caer bien, para que se tenga una imagen positiva de ellos.

¡Y el 56% admitió haber vuelto a contar el chiste sin entender aún el significado!

Amigos, que eso suceda en Europa, en un país donde se supone que existe una buena educación, una tradición cultural enorme y específicamente con tremenda fama de tener un sentido del humor muy fino, es sorprendente. ¡Qué dejaremos para nosotros, los latinoamericanos!

El estudio encontró que a 6 de cada 10 encuestados les gustaba pensar que eran ingeniosos, a pesar de que 7 de cada 10 a menudo necesitaban que les explicaran un chiste.

En las conclusiones de la investigación aparece que los chistes basados ​​en conceptos desconocidos y juegos de palabras fueron los más difíciles de entender.

Me encantó enterarme de este estudio, porque reafirma lo que siempre he defendido: el humor blanco es el más difícil de crear, es el que como consumidores nos hace sentir más inteligentes.

Y también demuestra lo tonto que somos los seres humanos, al preocuparnos tanto “de qué dirán”. Amigos, si no entendemos un chiste lo decimos y ya, ¿qué puede pasar?

Bueno, otra variante de la tontería humana es la otra respuesta que dan cuando no entienden un chiste: decir que es malo, aburrido (fome). Por ello es que le dan tan mala fama al humor inteligente, apoyados por los humoristas mediocres que buscan la risa fácil.

¿Qué hay que hacer entonces para conseguir entender más chistes “inteligentes”.

No es necesario ir a la universidad. Simplemente observar más lo que sucede a nuestro alrededor, estar actualizado, ser más curiosos, buscar las respuestas cuando no entendemos algo, cuestionarlo todo. Y algo que ayuda muchísimo: lea lo más que pueda y consuma la mayor cantidad de arte que pueda… ¡Y no se tome tan en serio la vida!

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