Algunas puntualizaciones sobre el humor en Cuba durante los años 80, a través de la historia del grupo la Seña (Parte III)

 

Le cambié el título a estos artículos, porque en realidad estoy haciendo una breve historia de La Seña del Humor de Matanzas y no la Historia del humor cubano en los años 80. Y es que no quiero tomarme el derecho a escribir una historia que fue de muchos y no de alguien en particular, aún siendo testigo importante. Sin embargo, sí puedo escribir la historia de mi grupo con todo el derecho del mundo y a partir de ahí ir dando brochazos para componer el paisaje de fondo, evitando así que salga alguien y me cuestione, ¿no es cierto?

 

Llegué a esta reflexión al mirar ayer un programa de tv en la página web del colega Enrisco, ex Nos y Otros, donde participó él, el colega Jorge Luis Sánchez, ex Sala Manca y dos personas más en un panel sobre el humor cubano.

 

Como era lógico, se tocó el tema del humor en los años 80 y de nuevo se “ninguneó”, se ignoró, a La Seña, mencionándose sí otros grupos. Y es algo curioso, porque tanto Enrisco como Jorge son amigos, admiradores del trabajo de La Seña y sé que no hay razones oscuras involucradas en esa omisión (por lo menos hasta dónde yo sé). Y cuando digo “de nuevo se ninguneó”, me refiero al documental de Eduardo Del Llano, también ex Nos y Otros, donde tampoco se hace mención de La Seña, aunque él se defiende diciendo que es un documental sobre su grupo y no sobre el humor en esa época, pero eso no explica por qué sí se mencionan otros grupos, algunas cosas que sucedían en la escena nacional y el contexto histórico.

 

Por todo lo anterior, en lugar de desarrollar el punto que pensaba abordar en esta tercera emisión de mi breve historia y que era la respuesta a la pregunta: ¿qué tipo de humor hacía La Seña que tanto éxito tuvo?, voy a reflexionar esta vez sobre la pregunta (y pido disculpas si me aparto algo del camino lógico que venía trazando):

 

¿Por qué alguien podría ignorar el trabajo de La Seña en los años 80?

 

Al conversar con mi esposa sobre este asunto, ella me sugirió: “primero respóndete tú -y convéncete-, del por qué sientes la necesidad de hacer justicia, dedicándole tiempo y neuronas a que “el mundo” conozca lo que realmente pasó con La Seña. ¿Es muy importante eso par ti?” Y por este punto comienzo esta reflexión.

 

Es probable que haya gente que no le interese para nada esta historia. Obvio. Y no me refiero a la aplastante mayoría de los habitantes del Planeta Tierra, que se preguntarían: “¿quién diablos es esa Seña?”. Me refiero a los que la conocieron, y más aún, los que fueron su público y la disfrutaron. Incluso quizás haya colegas y compañeros involucrados en el humor y en el teatro durante ese período, que le importe un comino todo esto. Pero peor aún: también podría ser –para llevar el punto hasta la tabla-, que a algún ex integrante de La Seña no le interese el asunto. Y todos tienen derecho, sin importar la razón que tengan para pensar así.
Por eso voy a hablar sólo por mí y ojalá mis amigos, colegas y compañeros de la Seña; mis amigos y colegas de otros grupos y nuestro fiel público “comenten” aquí y defiendan sus respectivos puntos de vistas.

 

El que me conoce sabe que para mí el Humor es profesión, oficio, hobby, pasión, actitud ante la vida y razón de ser. (No quiero entrar aquí en calidad; es decir, si soy buen o mal humorista, si soy mejor o peor que otro, etc. Eso sí no me interesa). Y con La Seña hice la primera parte de mi carrera como humorista. Ahora no hago teatro, me dedico más a los libros, al estudio del humor, etc., pero siempre dentro del universo del Humor. Por ello La Seña significa mucho para mí. Por ello me es indispensable defender su legado.

 

Y para entrar más profundamente en el tema, debo preguntarme: ¿realmente tengo que hacer esto? ¿No será todo una impresión nada más y no es necesario defender la historia del grupo? No lo sé a ciencias cierta. Quizás no haya nada que aclarar y La Seña está justamente valorada en la Historia del humor cubano. Sin embargo, tengo dudas por esos detalles que he contado y he prometido hacer esta cruzada aunque sea por gusto.

 

Pero para tener una respuesta más sólida, creo que hay que enfocar la cosa al revés y en vez de quién va a defender a La Seña, debería preguntarme: ¿a quién le interesa perjudicarla? Pues yo los dividiría en dos grupos: los que la están ignorándola sin desearlo y los que lo hacen adrede.

 

Lo que con mala intención la omiten, evidentemente son los envidiosos, oportunista y mediocres que en la creación no pudieron destacarse como hubiesen querido y les mortifica el éxito de La Seña. Por suerte son pocos.

 

Pero he visto los que no la conocieron, los conocidos, los simpatizantes y hasta amigos de La Seña que pueden llegar a ignorarla. ¿Por qué? Pienso lo siguiente: desde los primeros años de la década de los noventa, nuestro grupo, no sólo por el desmembramiento debido al éxodo del país de muchos de sus integrantes, sino por los problemas que se agudizaban en Cuba, como el transporte, la energía eléctrica y gestionar una producción teatral era imposible, La Seña no pudo hacer la vida artística a la que estaba acostumbrada hasta ese momento. Por tanto, hubo menos televisión, menos teatros en La Habana, menos marketing, menos todo (Aramís, Moisés, Leandro, etc. pueden hablar mejor que yo de esa época, porque yo ya estaba en Chile). Eran los tiempos de sobrevivir a duras penas, por tanto La Seña dejó de estar en primer plano en el mundo artístico nacional, por estar obligada a funcionar en provincia.

 

Si ahora estamos a más de 20 años de los mejores momentos de La Seña, eso quiere decir que hay muchísimos cubanos que no la conocen por su edad, ¿no? A eso hay que añadir los que eran adolescentes o no la conocieron mucho, y también sumarle los que sí la recuerdan un poco y no mucho, debido a que tienen más fresca en su memoria la época de los años 90, en que a los humoristas los “liberaron” un poco más y éstos comenzaron a reírse más directamente de los problemas y las dificultades (no importa si eran creaciones artísticas de gran nivel o no, porque lo importante era el contenido contestario, mediático). Y eso, al ser tan fuerte, puede borrar el trabajo anterior de los años 80, donde La Seña hizo su carrera con su humor exitoso, pero “inocente”, “lesluthesiano”, como nos calificaron a veces. Quizás eso explique por qué no se le mencionó en el programa de tv que vi en la página web de Enrisco, donde todo estaba diseñado para hablar de comparaciones políticas y no de un análisis artístico del humor.

 

En fin, que si sacamos cuenta, son muchos los cubanos, dentro y fuera del país que, o no saben de La Seña, o les cuesta recordarla. Y cada vez nos alejamos más en el tiempo y no hay nada en videos de nuestro trabajo ni en YouTube, ni siquiera en nuestro poder, porque para conseguir una grabación en esos años había que tener mucha “influencia”.

 

Por tanto, con estas condiciones, si alguien hace un documental como el de Del Llano, o un programa de tv como el que vi en la página de Enrisco, tenga intenciones de “ningunear” a La Seña o no, lo hace.

 

Y por eso me decidí a dar esta batalla y hacerle justicia a mi grupo.

 

Mi colega y amigo Aramís me invitó a hacer un libro con la verdadera y detallada Historia de La Seña. Yo feliz. Pero mi duda es que en lo que conseguimos tiempo para escribirlo, en lo que dura ese trabajo de recopilación y redacción, en lo que conseguimos una editorial que lo publique en Cuba o que distribuya el libro (o una editorial en Miami que el tema es menos importante) y que lo lea la gente, va a pasar un buen tiempo, lo que hace cuesta arriba luchar con la falsa historia. Más aún cuando materiales audiovisuales que por lo menos no ayudan a nuestro objetivo, circulan por ahí. Pienso que estos tiempos donde impera el ícono, la imagen, contrarrestar el asunto con un libro no es lo más conveniente para una pelea a corto y mediano plazo (aunque es vital hacer el libro de todas formas).
Entonces, como no tengo tiempo para intentar un documento audiovisual y gracias a que mis colegas Aramís y Pescetti me lo sugirieron, estoy haciendo estos artículos. Y si usted, amigo lector, amigo humornauta de mi weblog, es tan amable de copiar esta historia y difundirla por ahí, sobre todo a los cubanos, estén donde estén, me haría el favor de apoyarme con un granito de arena en esta justa campaña por La Seña del Humor.

 

Disculpen, insisto, en no seguir el hilo lógico trazado en la historia, pero deseaba dejar bien puntualizado esto también. Mil gracias.

 

Continuará…