La violencia se impone

458384_1.jpgNo estamos bien. En el mundo no estamos bien. Pero solo me referiré a Chile... En una ocasión fuimos a presentar un Concierto Lector a una Feria del Libro y acordamos con los organizadores entrar por detrás del recinto para cargar menos los libros, la guitarra, etc.. Pues al llegar, el señor de seguridad no nos dejó pasar, porque nadie le había avisado y él tenía orden de no dejar entrar a nadie. Hasta ahí todo bien. Fue una descoordinación. Pero el hecho importante para esta reflexión es que ese guardia nos trató pésimo, con prepotencia. Entonces ahí teníamos dos posibilidades, o le caía a golpes y patadas y/o lo llenaba de gritos e insultos; o llamábamos a los organizadores, que fue lo que hicimos.

Ellos fueron hasta allá y nos dejaron entrar con disculpas incluidas. Entonces nos dimos el gusto de decirle al tipo que actuó en mala forma y delante de sus jefes nos quejamos oficialmente de su mal trato.

¿Por qué cuento esta anécdota? Porque últimamente nadie controla sus emociones y en la primera oportunidad suelta su rabia e impotencia con violencia.
Vemos las marchas en las calles que rompen el mobiliario urbano y la propiedad privada con total impunidad;
vemos que los estudiante destruyen sus centros educacionales en sus protestas; vemos que alumnos y/o sus padres les pegan a sus profesores; vemos que aumentan los casos de bullyng entre los mismos estudiantes; vemos que los choferes se gritan insultos y se bajan a pelear por el menor motivo; vemos que las policías se exceden en las reprimendas; vemos que los delincuentes asaltan amenazando con armas, con golpes y más, aún sin oposición de las víctimas; vemos que aumenta la violencia intrafamiliar, y así un largo etcétera. A la anterior lista le agregaré la última noticia que leí y que motivó este texto: una paciente en la ciudad de Talca insultó y ofendió -con xenofobia incluida-, a la doctora ecuatoriana que se demoraba en atenderla en el consultorio. Y no llegó a la agresión física porque intervinieron otros presentes.
Entonces recuerdo la anécdota personal con la que comencé. Porque esa mujer no controló sus emociones, su ira, y la descargó con la doctora que no tenía la culpa de la demora en la atención, porque era la única profesional consultando a decenas y decenas de pacientes. Si desea protestar tenía que hacerlo con las autoridades correspondientes que son los responsables de que no hayan más doctores ahí. Pero la médico ecuatoriana no tenía la culpa. Pero aún así, tampoco tiene derecho esa señora a golpear ni siquiera a la autoridad responsable. No somos animales -con perdón si éstos se sienten ofendidos-, pero como dije, estamos mal. Todo se resuelve con violencia.
Y para colmo, grupos ideológicos se aprovechan e impulsan esa violencia para desestabilizar las estructuras de la sociedad y así llegar al poder.
Por lo tanto, lo único que me queda es proponerle a los que leen esto que, por favor, traten de controlarse, de explicarle este fenómeno a sus familias, amigos, conocidos y sobre todo a sus niños, para que ellos también se controlen.
Y si alguien no está de acuerdo con lo que he dicho aquí, que no sea violento al comentar.

 

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