Mi gran amigo, el gran cómico

amoi_0.jpg

Estas fotos me las envió Lisabeta Rodriguez Lorenzo, hija de mi querido amigo, el gran humorista cubano Moisés. Fueron tomadas, me dijo, en el Estudio del fotógrafo Ernesto Cruz Hernández.
Toda Cuba conoce a Moisés por ser una imagen icónica de nuestro grupo "La Seña del Humor". Lo han visto por TV y en vivo por las numerosas giras por el país que ha hecho.

Ya sea en giras con la Seña completa, o cuando quedaron él, Aramís, Leandro y Adrián. O cuando quedaron él y Adrián e incorporaron a Duanes y a otro amigo. O cuando quedó solo con Adrián. O cuando quedó solo haciendo unos cuantos programas de TV, o radio con “Alegrías de Sobremesa” o presentándose en vivo.
Pero algunos tenemos el privilegio de conocerlo de mucha antes en nuestra ciudad natal de Matanzas. Yo, por ejemplo, lo “descubrí” en la secundaria. Era el tipo más cómico de esa generación. Una comicidad natural que después él, al tener conciencia, explotaba, porque desde siempre encontró placer en hacer reír a los demás.
Muchas anécdotas fue acumulando en su vida, como el gran personaje que siempre ha sido. En los trabajos productivos en el campo, en los pasillos del preuniversitario, en Corral Nuevo o en las Minas Margot, en la Facultad de Economía, en el Pedagógico Superior en La Habana, o impartiendo clases en el Pedagógico de Matanzas. No puede caminar por las calles de su ciudad o por Cuba en general, sin que le griten y lo paren para saludarlo con gran cariño.
Con ese “Caballero de París del Humor” tengo una pequeña anécdota que he repetido mil veces y perdónenme, pero la volveré a contar porque me enorgullece: En la secundaria No. 1 de Matanzas (no recuerdo el nombre de antes, creo que después le pusieron Julio B. Moreno), nos reuníamos religiosamente un grupito todos los días en el recreo a contarnos chistes que recopilábamos por diferentes vías. Uno de esos días, a la salida de clases, Moisés y yo comenzamos a pensar en esa cantidad de chistes, lo que nos motivaba a acopiarlos, las clasificaciones de ellos, etc., y al final decidimos “cuando fuéramos grandes”, armar y publicar una enorme enciclopedia con todos los chistes del mundo. Nos lo prometimos. Lo curioso de eso fue que no cumplimos esa promesa, pero cuando fuimos adultos nos unió precisamente los chistes, y junto a Aramís fundamos “Tubería de Media” que al año se convirtió en La Seña del Humor. Nos hicimos humoristas profesionales "ya de grandes", a los treinta años más o menos.
A mi hermano de vida, a mi gran amigo, a mi compañero de la Seña, al hombre de mayor vis cómica que he conocido, a uno de los hombres más buenos, decentes y nobles que he conocido, le brindo este humilde, pero sincerísimo homenaje.
Te quiero mucho, Móise. ¡No te mueras nunca!!!!

 

Añadir nuevo comentario