Mi viaje a Sri Lanka. Capítulo 9. (Final).

galle5.jpgLa última etapa de nuestro extenso recorrido a la Isla la hicimos en la costa. Transitamos por una parte del litoral, con playas muy lindas y de pasada (porque no había como detenerse) pudimos ver a los famosos pescadores zancudos de este país. Ellos clavan largos y fuertes postes dentro del mar, en los corales, en las playas y se suben con sus varas, carnadas, anzuelos, o arpones, hasta lo más alto de esos palos, que tienen un saliente perpendicular, sostenido por otro a 45 grados (a modo de los zancos) y ahí se “sientan” y se ponen a pescar tranquilamente, como en un acto de magia. No nos dio tiempo a fotografiarlos, pero en Internet lo pueden ver.

 

Llegamos a Galle. Mientras los niños disfrutaban con sus padres de un buen baño en piscina y playa, Mireya y yo nos fuimos con el guía y el chofer hasta el fortín, cuyas murallas protegen una ciudad como salida de un cuento. 

Subimos el muro, caminamos hasta el faro y ahí nos enteramos de que el tsunami enorme que mató a más de un millón de srilankeses en el 2004, ¿recuerdan?, ¡no entró a esta parte! La ola no pudo derrotar la muralla del fuerte, ¡así que intramuro no pasó nada!. Nos emocionamos, porque en buena parte de esta zona (en Tailandia, por ejemplo), hemos visto también los estragos de aquel maldito fenómeno natural. Así que más amé este fuerte, cuyo paisaje marítimo, con sus playas e islotes es maravilloso, 

Pero bueno, nuestro viaje no podía terminar triste; por lo tanto nos fuimos a visitar esta pequeña ciudad, de cinco mil familias, nos dijeron. Nos encontramos con un silencio bendito, restaurantes, cafés, templos, mezquitas, iglesias y decenas de tiendas de artesanías, algunas de ropa, souvenirs, callecitas estrechas, tejas francesas, bellos colores de fachadas. En tres palabras: fantástica.
Compramos flautas típicas para mi colección y un par de recuerdos más.
Cenamos y partimos hacia Colombo. Lamentablemente, terminamos en el aeropuerto para regresar a Singapur.
Concluía así uno de los viajes más increíbles que hemos hecho (y aunque sea feo decirlo, han sido muchos por suerte).
Gracias Camilito y Sherry, por este regalo inolvidable que nos dieron.
Y gracias mil a mis queridos amigos de FB que me siguieron siempre: los que comentaron, los que me escribieron por interno, los que marcaron "Me gusta" y los que sin expresarse sólo me leyeron. El interés demostrado por ellos fue el causante de que haya dejado mi trabajo abandonado 9 veces para redactar estos 9 capítulos y subir las fotos. Pero valió la pena porque la satisfacción de ver tantos lectores atentos a mis vivencias y a mis tonteras, no tiene precio. Claro, con esto avancé bastante en mi libro de crónicas de viajes (y ese sí tendrá precio).
Los quiero a todos.

 

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