Los lectores amantes del buen humor –como es mi caso-, hemos tenido como referente, o mejor dicho como ídolo, al español Enrique Jardiel Poncela. Lamentablemente, falleció en el año 1952 (año de mi nacimiento) y no pudimos seguir disfrutando de su talento y excepcional sentido del humor. Sin embargo, esa información quedó en el ácido ribonucleico de su estirpe. Y resurge en el inteligente y agudo poder creativo de su nieto, Enrique Gallud Jardiel.
Somos entonces muy afortunados al ser contemporáneos de este fabuloso humorista literario, heredero directo de nuestro ídolo.
Desde hace más de doce años vengo entrevistando a humoristas gráficos, escénicos y literarios, así como a estudiosos de la teoría y aplicación del humor, con un mismo cuestionario. Mi objetivo era comparar sus respuestas en algún momento, para analizarlas y reflexionar sobra cada punto abordado y al final publicar un libro en tono ensayístico.
Por tal motivo no tenía mucho apuro. Primero entrevisté a los integrantes de mi larga lista de amigos colegas. Y éstos me iban poniendo en contacto con otros.
Páginas