Pelayaserías - El blog de Pepe Pelayo
Concierto lector
Libros de Pepe Pelayo

Recomiendo este libro

correspondencia_inteletual.jpgCarta 1

 

Señor Enrique Gallud Jardiel.

Ante todo, me disculpo porque le escribo con cierta dificulltad, ya que mi dedo índice izquierdo está afectado por un uñero (vulgarmente llamado onicocriptosis), y como ese dedo viene siendo la mitad de mi capacidad tecleadora, eso explica el por qué usted -en este momento-, esté leyendo mi mensaje a la mitad de la velocidad acostumbrada.

Dicho lo anterior, le cuento en pocas líneas ( _____  _____  _____ _____ ) que acabo de leer su último libro “Correspondecía intelectual”, escrito con el señor Roberto Vivero y publicado por Ápeiron Ediciones.

Y además de darles mis parabienes, deseo preguntarle si me permite hacerle una breve reseña.

Queda de usted, sin nada más que agredir.

P.P.

 

Saludos a mis Pelalectores de San Bernardo, Santiago de Chile

Concierto Lector en Colegio Pumahue, Peñalolen, Santiago

1pu.jpgEsta semana, siempre celebrando el Mes Internacional del Libro, presentamos el Concierto Lector en el Colegio Pumahue, en la Comuna de Peñalolen, aquí en Santiago.
Pero esta vez fue muy curiosa la presentación, por decirlo así. Cuando comencé la función, los chicos levantaban libros míos que traían, más cuadernos y hasta hojas en blanco, gritando. Pensé que me saludaban. Terminé un monólogo y lo mismo, presentamos una canción y lo mismo. Por suerte, se portaban bien en los números y participaban. Pero aquello me sonaba raro. Entonces adelanté en mi guión la parte en que me preguntan a micrófono abierto, para tomar "temperatura", porque no estaba acostumbrado a tanta algarabía. Pensé que no les gustaba el show. Entonces comenzaron a preguntar una y otra vez lo mismo: "¿me puede dedicar mis libros?, ¿firmará cuadernos?, ¿firmará papelitos?, ¿me firma el abrigo?, ¿firmará el brazo?, etc., etc. Evidentemente, eso era lo que más querían. Así que me salté el guion e hicimos el último número de canción-juego con chistes y cuando dije "Ahora me sentaré ahí a firmar", fue un rugido y un alud lo que me vino encima.
Nunca me había pasado eso. Siempre en los Conciertos Lectores se calman cuando les digo que al final sería la firma. Aquí no. Estaban desesperados.
Entonces dediqué decenas y decenas de libros, tanto los que traían de sus casas, como los que adquirieron ahí. Y se me cayó el brazo de tanto firmar cuadernos y papelitos.
Por supuesto, lo agradezco en el alma.
Lástima que no haya fotos que muestren bien lo que cuento.

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