Por Osvaldo Macedo de Sousa, historiador, escritor, curador, promotor y especialista en humor gráfico.
Si la cotidianidad es un equilibrio entre la comedia y la tragedia, en el que la tragicomedia también interfiere en ese equilibrio de la supervivencia humana, es una realidad que el drama acaba pesando más en las elecciones afectivas cotidianas, dando cabida al dramaturgo existencial.
Como animal dramático, el Hombre tiende a cultivar preferentemente los aspectos más oscuros de la existencia, enfatizándolos en la búsqueda de la compasión, el llanto, la complicidad depresiva... Pasar sin esfuerzo al lado oscuro de la visión.
Como contrapunto a este estado de derrota, también está el optimismo vivencial, la comedia filosófica... salvo que la sonrisa, la risa mental y física requieren trabajo, un esfuerzo constante por permanecer en la superficie. Son 48 músculos solo en la cara, los músculos que tenemos que poner en acción, además de todos los demás del resto del cuerpo, así como el despertar de miles de neuronas cómplices del humor. Sí, es más fácil ser trágico que optimista y humorístico, porque si la tragedia es dejar p
asar los dramas, experimentar la comedia humana, es una construcción constante, una lucha por la alegría de vivir, por la supervivencia del mejor lado de la humanidad.
Todo esto para decir lo difícil que es el humor, como filosofía existencial de ver la realidad con crudeza y optimismo, manteniendo vivo el humor en cada segundo de respiración viva. Difícil en la autoconstrucción diaria pero, mucho más, en ser también motor de sonrisas en la sociedad que le rodea. Así, celebrar cuarenta años de constante creatividad, de prolífica invención humorística, es un hito importante, no sólo para él, sino también para la sociedad.