A raíz de la última polémica sobre el humor escénico cubano

safe_image_3.jpegDeseo publicar este texto que escribí a raíz de la polémica de lo declarado por Virulo en un programa de TV cubano y la respuesta de Osvaldo Doimeadiós. Sentí que era justo y oportuno que diera mi visión propia de lo sucedido en el humor cubano, desde que tuve la suerte y el orgullo –en los años 80-, de dejar la ingeniería y dedicarme humildemente a crear humor.

A quien pueda interesar:

Lo que pasó con el humor en los años 80 en Cuba, fue excepcional en nuestra historia. Fue excepcional porque surgió una gran cantidad de jóvenes con inquietudes y muchas ganas de hacer un humor distinto. ¿Por qué? Según mi modesta y molesta opinión, el origen fue cuando muchos de ellos descubrieron a La Seña. Y las razones subjetivas fueron que se produjo un vacío en esos años.

En teatro -y solo en La Habana-, existían algunas obras, no instituciones con un perfil humorístico. Sin dudas se hacía humor del bueno y humor del malo, pero solo el costumbrista, el de siempre. Los programas de TV estaban en picada. Los grandes como “Detrás de la fachada” y “San Nicolás del Peladero” quizás se repetían ya un poco y se terminaron incluso. En radio solo Alegrías de sobremesa. Pero se sabe que Luberta, Nuñez Rodríguez y Carballido Rey, aun siendo grandes guionistas de humor costumbrista, no podían mantener tanto tiempo el mismo nivel, es inhumano pedirle eso. Y por último, quedaban algunos monologuistas paseándose por TV (algunos muy buenos) y los cuentachistes y comediantes menores en cabaret, etc.

Sin dudas, es imposible negar los extraordinarios cómicos cubanos de todos los tiempos. Pero también hay que aceptar que eran figuras aisladas, la inmensa mayoría dependiente de guiones y libretos para teatro o medios de comunicación y dependientes de llamados de directores y productores. Y sabemos que espacios no abundaban. Resumen, que se provocó ese vacío y había que llenarlo.

Entonces Virulo, apoyándose en Zumbado y Eduardo Rómulo y en las actuaciones de Carlos Ruiz de La Tejera, el chileno Jorge Guerra, Ana Lidia Méndez, Zulema Cruz, Tatica y bailarines, comenzaron a hacer otro tipo de humor, menos costumbrista, aunque para mi gusto, tampoco muy rupturista que digamos. 

Zumbado y la forma de sobreactuar sus textos de Carlos Ruiz, me tenían impactado aún cuando no sabía que mi camino era el humor. Y un día me amigo amigo de Aramís Quintero, un excelentísimo literato, y vemos que nos reíamos de las mismas cosas. Cosas no costumbristas, influenciados por el humor "ZAZ" de la película "¿Dónde está el piloto", que vimos un sábado por la noche en la TV, más también por nuestra formación literaria (Mark Twain, Chesterton, Jardiel Poncela, etc.) y el humor gráfico de antiguas revistas como Bohemia, terminando con el gran Dedeté, por supuesto. Y de repente  comenzamos a escribir una obra de teatro disparatada que llamamos “El Madrino”, parodiando “El Padrino”. Entonces con Aramís y Moisés Rodríguez, mi hermano desde la secundaria, que también teníamos un humor idéntico, creamos “Tubería de media pulgada” y logramos publicar durante un año, una página dominical en el suplemento cultural Yumurí del periódico Girón. Saltándome los detalles, ese fue el origen de La Seña. Pero para más casualidad, Moisés era primo de alguien que en ese momento era la pareja de Zulema Cruz y por esa vía llegamos a Virulo para mostrarle “El Madrino”. Y como ese humor no se identificaba con el perfil que Virulo quería para el Conjunto Nacional de Espectáculo, entonces salió del compromiso diciéndonos que lo actuáramos nosotros mismos.

Nace La Seña del humor para poder actuar nuestro humor. Un humor muy rupturista y que nadie hacía en esos momentos en Cuba. Y aquí hay que reconocer que Virulo nos apoyó y siempre se lo agradeceré. Y lo he hecho privada y públicamente.

Bueno, al fin debuta La Seña en el Karl Marx y esporádicamente aparece en TV. Y surgen a imagen y semejanza de la Seña decenas de grupos y solistas (no los voy a mencionar porque se me olvidaría alguno y no quiero molestar a mis queridos colegas y amigos de esa época), que también hicieron historia.

Es cierto que la mayoría eran graduados universitarios o estudiantes a punto de graduarse. ¿Qué los motivó entonces? Sin orden de relevancia: muchos se graduaban y no conseguían buenos trabajos; muchos estudiaron carreras que no eran las que querían estudiar; muchos vieron que unos descarados sin academia como los de La Seña, podían reunirse, escribir y actuar sin pretensiones de ser grandes actores, solo basados en su novedoso tipo de humor y lo vieron todo más cercano, más factible y a eso se le agrega lo ya dicho del vacío y las ganas de subirle el pelo al humor. Ojo, no a ser mejores que las grandes y respetadas figuras que nos antecedieron, insisto, pero sí hacer un humor que no se había hecho, incluso sin importar si era mejor o peor que el que había.

Se consideró "Movimiento" porque realmente era una corriente estética en el humor. Pero era mayoritariamente en el contenido, porque en la forma no éramos muy buenos, hay que reconocerlo. Ni profesionales actores ni profesionales teatristas.

A los dos o tres años de surgir La Seña y los demás, ya se había fortalecido el llamado “Movimiento del Nuevo Humor” y se sabía que en concepto de espectáculos, La Seña fue desarrollándose en guión, dirección artística, música, diseños, etc. y ya hacía verdaderos espectáculos profesionales. Pero su talón de Aquiles era la actuación del grupo, porque a nivel de individualidades teníamos a Moisés, el tipo con más vis cómica que he visto en mi vida. Un tipo que salía a escena sin hablar y ya la gente reía y aplaudía. Pero lo bueno era que Aramís y yo, que creábamos los guiones y las puestas en escena a la vez, sabíamos cómo sacarle partido a lo que podíamos hacer cada uno de nosotros y creábamos para que todos nos destacáramos. Más tarde aportó Pible que lo incorporamos al grupo.

En eso se basó el éxito de La Seña, más el tipo de humor "inteligente" que hacíamos (después explico qué significa ser inteligente en el humor para mí). Y además de La Seña, fueron tremendo aporte en cuanto a guión, los grupos “La Leña del Humor” y “Nos y Otros”. Y el grupo “Sala Manca”, con extraordinarios actores salidos del ISA, con tremendísimo sentido del humor y buen gusto, siempre en frecuencia con nosotros. No eran tan buenos guionistas (ganaron con la incorporación de Telo), pero hacían cosas impresionantes solo con una buena idea, que para otros daría para un sketch de 3 minutos, ellos con su gran actuación y puesta en escena (porque eran y son grandes teatristas), la convertían en una extensa obra de teatro.

Ah, y la otra diferencia. La Seña se posicionó a nivel nacional muy rápido con las pocas salidas en TV (no queríamos quemar repertorio, solo la hacíamos por marketing) y las giras por todos los teatros importantes de punta a cabo del país.

También debo señalar los Festivales “Melocactus matanzanus” que organizábamos en nuestros cumpleaños, donde participaban todos los humoristas del Movimiento en una competencia fraternal (Festival antecesor directo de los Aquelarres). Eran una fiesta del humor, donde participaban fuera de competencia, Virulo, la gente del Conjunto Nacional de Espectáculos y grandes figuras como Idalberto delgado, Aurorita Basnuevo y otros más. Mi eterno agradecimiento a todos ellos.

Un aparte. Dentro de esa enorme cantidad de jóvenes humoristas que “militábamos” en aquel Movimiento, existía algo también excepcional: casi cero envidia, casi cero celos. Era impresionante cómo nos tratábamos entre todos, ¡con qué camaradería!, siempre dispuestos a ayudarnos y colaborar. Eso, corríjanme si saben, no lo había visto ni antes ni después en un medio de artistas profesionales de ninguna modalidad. Para mí, eso fue tan meritorio como el novedoso humor que hacíamos.

Continúo.

Entonces, a grandes trancos para hacerlo corto, Virulo creó el Centro Promotor del Humor y Armando Hart le da el Acapulco como sede oficial (oficinas y teatro) y comienza desde ahí a dar cursos de superación actoral, de canto, etc., a los miembros que se unieron al Centro. Y a darles espacios y vitrina en el Karl Marx con espectáculos que él dirigía. Nada, que Virulo se hizo el "ministro del humor escénico cubano". Creó una comisión asesora compuesta por Carlos Ruiz, Jorge Guerra, Zumbado, Ajubel, Doimeadiós y por mí.

Y así iba todo, hasta que se fue a México a vivir. Ahí dejó el Centro a cargo de un triunvirato: Carlos Ruiz, Doimeadiós y Pepe Pelayo. Carlos y yo duramos menos de una semana y renunciamos, quedándose entonces Doime al mando –por suerte-, y aquello funcionaba muy bien a pesar de las dificultades (recuerdo con cariño también esa época con Rita Alfonso como programadora).

Pero llegó la crisis del llamado "período especial" y muchos nos fuimos del país y de los que se quedaron, sin dudas, fue Doimeadiós la figura emblemática del humor cubano. Actor cómico (y serio) de excelencia, extraordinario director artístico, con el mejor sentido del humor y más encima liderando a los humoristas escénicos del país.

Entonces un día deja el cargo Doime y se lo pasa a Iván Camejo y éste después a Kike Quiñones (éste último de una camada posterior a la mía, por eso no lo conocía, aunque somos amigos por las redes y ya hasta hemos colaborado en proyectos). Del trabajo de Iván y de Kike sólo sé lo que me dicen y sería demasiado atrevimiento mío evaluar sobre una cosa que no viví. Pero sí declaro que es positivo lo que me han dicho.

Entonces, con el siniestro Período Especial, los humoristas se vieron en la necesidad de invadir los centros nocturnos y para satisfacer ese público de tan poco nivel intelectual y mal gusto, tuvieron que bajar el nivel del humor que hacían.

Pero sé que hubo colegas que pasaron por esos lugares y lo hicieron dignamente. Y no solo eso, mantuvieron el alto nivel en los teatros a pesar de que casi era hacer arte por amor al arte. Me quito el sombrero antes esos colegas. Y por ellos se mantuvo el Aquelarre y se estrenaron grandes obras humorísticas en importantes escenarios de la Isla.

Y un día instauran el Premio Nacional de Humorismo y se lo otorgan, obviamente, al humorista insigne, al más querido por todos, a Doimeadiós. Y se hizo justicia. Después se lo dan a Virulo y también se hizo justicia.

En esta polémica he leído muchas cosas, pero sólo Doime ha mencionado en más de una ocasión a La Seña del Humor en su texto. Se nota el silencio en el resto de lo publicado. ¿Por qué? No creo que sea mala onda. Simplemente han pasado más de 30 años y la gente se olvida. Por supuesto, que el público de mayor edad y los colegas nos recuerdan y tienen una correcta opinión de nuestro trabajo en esos años. Sin embargo, no es fácil ir contra el tiempo transcurrido sin estar presente en los escenarios cubanos. Solo Moisés Rodríguez ha defendido el nombre de La Seña en todos los espacios que ha podido.

Ya sé que Eduardo del Llano, Enrisco y otros colegas se van a burlar de mí por mi hipersuceptibilidad con el tema. Pero me arriesgo, ya que considero oportuno alzar mi bandera en estos momentos.

Así que resumiendo:

1-Quiero que se haga justicia con el legado de La Seña y que no se olvide la importancia que tuvo en esos años. Primero por su trabajo rupturista, donde hizo un humor “inteligente”, donde salían complacidos de los teatros tanto el intelectual como el más simple de los mortales, y también por servir de ejemplo para que surgiera después “Movimiento del Nuevo Humor”.

Sobre mi concepto de humor inteligente: La Seña nunca supo el humor que hacía, pero sí sabía el humor que no quería hacer. ¿Por qué en esos años se decía que nuestro humor era inteligente? Lo explico: jamás de los jamases tuvimos ni una décima parte de un teatro vacío en nuestras presentaciones en toda Cuba. Por lo tanto, hacíamos un humor popular. Pero creábamos un humor para que el Karl Marx se repletara durante unos cuantos fines de semana (en ocasiones meses) y en esa multitud de espectadores estaban los intelectuales y los menos cultos con sus familias. Porque tuvimos la "inteligencia" de hacer un humor donde el público recibiera varias lecturas. EJ: con el “Para Elisa” de Bethoveen, el intelectual se reía de ver cómo el arreglo pasaba del clásico a la salsa y se le ponía letra a algo tan sagrado, pero el público ignorante de eso, se reía de Moisés, integrante de la orquesta de salsa, sentado al lado de un bombo de banda de música para solo tocarlo dos veces nada más y sorpresivamente, y en el intertanto sacaba un plátano y se lo comía, se lavaba los dientes, etc., ignorando la orquesta. Sin contar mis payasadas bailando y la letra simple y de mal gusto. Sin dudas era un humor inteligente porque hacía sentir inteligente a todo tipo de público.

2-Quiero que se le haga justicia a Virulo porque hizo tremendo trabajo con el Conjunto Nacional de Espectáculo, creando el Centro Promotor del Humor y por su apoyo a la Seña y a los demás grupos y solistas que vinieron después.

3-Quiero que se le haga justicia a Doimeadiós, que es –para mí-, el mejor humorista cubano vivo y uno de los mejores de todos los tiempos y que hizo tremenda labor al mando del Centro Promotor del Humor, apoyando a cientos de humorista del país. Un humorista que jamás ha cedido ni un milímetro en la calidad de su humor y que ha demostrado que aún con las grandes dificultades que ha vivido, siempre ha hecho el mejor arte, el mejor humor, sin concesiones.

4-Quiero que se haga justicia a todos los humoristas que durante el período especial (incluso hasta el día de hoy), buscando su sustento como todos, mantuvieron su trabajo digno y siguieron haciendo el humor de calidad que se hacía desde los años 80. Ojo: humor costumbrista de calidad lo han hecho en nuestra historia muchísimas figuras cubanas como Los Pous, Aníbal de Mar y Leopoldo Fernández, Idalberto Delgado, los hermanos Álvarez Guedez, Enrique Arredondo, Miravalles y muchos más. La diferencia es que desde los años 80 se hizo otro tipo de humor y no un grupito de jóvenes, sino cientos de ellos a lo largo del país y unidos bajo una corriente estética. Pero, repito, no significa que comparemos la calidad, ni se menosprecie a ninguno, de la época que sea. Todos pertenecemos a la Historia del Humor Escénico Cubano y con mucho orgullo.

5-Quiero se le haga justicia a los humoristas cubanos que viven en el exterior. Hacen humor cubano como los que viven en la Isla, ya que se formaron en la cultura cubana. Algunos tienen la misma alta calidad humorística como la que tienen algunos de la Isla. Algunos tienen tanta mala calidad humorística como la que tienen algunos en La Isla. No quiero mencionar nombres porque, repito, siempre se olvida alguien y quedo mal con mis colegas.

Me despido enviándoles un cariñoso saludo y un abrazo a todos los humoristas escénicos dentro y fuera de Cuba, en especial a mis compañeros de aquella belle epoque del humor cubano.

 

Nota: En la foto, una caricatura que nos hizo Manuel, caricaturista del Dedeté.

 

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