Stand up comedy versus vieja forma de hacer humor

descarga_1_12.jpegHe leído de opinólogos en los diarios que enfrentan, que ponen de enemigos, al estilo tradicional de hacer humor con el stand up comedy, inclinando sus preferencias hacia éste último argumentando eso de que “son los nuevos tiempos”, “lo que está pidiendo el pueblo” y otras frases que evidencian una ideologización; es decir, casi en primera lectura nos dicen lo necesario de pasarle la “retroexcavadora al viejo humor”, recordando el torpe, peligroso y tristemente célebre concepto expresado en nuestra política.

Para mí, total error. No existe un género, un estilo, mejor que otro. Ni la novela barroca es mejor que la poesía épica, ni la pintura abstracta es mejor que el cubismo, por poner dos evidentes ejemplos. Todas son manifestaciones artísticas de igual valor. Entonces no se trata de enfrentarlas, de enemistar a sus artistas practicantes.

Y también dejo bien claro que el humor no es de izquierdas ni de derechas. El humor es para divertir, también para hacer pensar, para criticar constructivamente lo mal hecho y satirizar a cualquier tipo de autoridad, por lo tanto el humor no está parcializado ni atado con nada ni nadie. Odio cuando lo manipulan.
Y en el arte, sólo existe el bueno y el malo. En nuestro caso, si un o una humorista tradicional presenta una rutina mala, el malo es él o ella, no el género. Si un “militante” del stand up comedy presenta una rutina mala, malo es él o ella, no el género.
A partir de este punto es mi reflexión.

En lo personal me gustan todos los estilos, todos los géneros de hacer humor, pero tengo mis preferencias, como es obvio. Me gusta el absurdo, de referencias culturales, me gustan los juegos de palabras, el humor blanco, el sano, el humor negro, el rupturista y el que hace pensar, claro. Por lo tanto, me gusta la forma de hacer humor de las generaciones pasadas sólo si lo hace bien. Y lo mismo ocurre para el humor que hacen las generaciones jóvenes. Incluso me gustan ambas aunque no me hagan reír. Porque respeto y entiendo el trabajo creativo de los colegas. Lo que sí no puedo es crear para esas dos formas de hacer humor, ni la tradicional, ni el stand up comedy. Es limitación mía, obvio, porque pienso que lo haría mal. Pero, repito, igual las respeto si se hace un humor de calidad.
Sin embargo, siento que el stand up comedy merece una reflexión mayor, porque es algo más nuevo, aunque no estoy convencido de eso tampoco, así que diría mejor algo más de moda.
Primero deseo recalcar que no pienso que sea mejor o peor que otra modalidad de un solista haciendo comedia en escena, como son los monologuistas, narradores orales, cuenchistes, etc.
Pero sí confieso que me parece muy difícil hacerlo brillante y muy fácil hacerlo mediocre.
Está bien, lo acepto, es una declaración al parecer polémica. Pero déjenme explicarme.
He escuchado fuertes críticas hacia los que practican el stand up comedy, argumentando que apenas actúan (no hacen personajes la mayoría de las veces), que se apoyan sólo en sus textos, que muchos ni tienen vis cómica y se atreven a pararse delante del micrófono a decir verdades o críticas directas que el público quiere oír y nada más. Yo he visto bastante de esos colegas y puedo asegurar que, como en todo las demás modalidades, la calidad no depende de las modalidades mismas, sino del criterio y del buen gusto del artista. Obvio que hay comediantes malos, regulares y buenos. Y todo dependerá del gusto y formación de cada espectador también. Pero el abanico es grande y abarcador para todos los gustos e intereses.
En mi criterio, el stand up comedy tiene un doble filo a tener en cuenta. Por una parte, comparado con las demás modalidades, es cierto que se requiere de menos lenguaje actoral, poco dominio del arte teatral. Se apoya demasiado en el guión, en el contenido de lo que se desea comunicar. Y todo eso atrae mucho a los mediocres –con algo de vis cómica o con casi ninguna-, que ven una oportunidad de convertirse en artista con su poco talento. Buscan temas que saben que el público aplaudirá, porque son verdades y las pueden decir sin elaboración, sin creatividad y serán bien recibidos igual. A eso se le agrega un racimo de groserías, malas palabras y vulgaridades, o burlas directas a personas con nombre y apellido, asegurando la risa además del aplauso. Sin contar que apenas se percibe un hilo conductor en las presentaciones y no hablemos de dramaturgia en sus guiones. Por último, esos mediocres aprovechan y "cuelan" en su rutina un buen párrafo "en serio", sobre un tema importante (política, sexismo, feminismo, corrupción, etc.) y se cree que con eso gana en relevancia, en prestigio su propuesta escénica o se convierte en comediante inteligente y culto. Para mí lo único que consigue es una peor evaluación, porque si desea dar moralejas, enseñanzas o discursos políticos, que lo haga, pero que incursione en otra modalidad, no en el humor. Y esto sirve para hombres y mujeres, porque yo no veo diferencias de género. De nuevo lo mismo: son buenos o malos artistas, esa es la única condición que entiendo.
Así que, lamentablemente, el stand up comedy les da esa posibilidad a los mediocres, como nunca antes dentro del arte de hacer humor, hay que aceptarlo.
Pero por otro lado, esa misma modalidad le da también la oportunidad al talentoso, que estudia su presentación, analiza y practica las pausas debidas, la entonación precisa, el gesto adecuado, la inflexión, el movimiento, la expresión y hasta el vestuario, la luz, el efecto de audio, etc. (domina entonces el lenguaje actoral y teatral) y con ingenio, profundidad, agudeza y elaboración artística dice esa verdad en el contenido de sus guiones, que el público siempre ríe y aplaude, pero porque premia la creatividad, la imaginación, las sutilezas y agradece que los haga reír y pensar. Y no tiene que decir una palabrota o grosería sin razón, sino sólo cuando es necesaria, ni tocar temas ordinarios o repulsivos. Hay que respetar el arte y los escenarios, no por puritanos, ni conservadores, sino por algo tan simple como elevar el espíritu.
En fin, ese talentoso artista tiene una mayor oportunidad de expresarse, de llegar a un público, que en otras modalidades de peor acceso, es cierto, ya que no se necesita producción, sólo un buen guión, prestancia y vis cómica. Así que por esta razón también es valido e importante el stand up comedy. Somos nosotros, los consumidores, los que tenemos que saber distinguir entre el abundante mediocre y el verdadero creador.
Lo demás es hacerle el juego a los talibanes ideólogos con tribuna, a los ignorantes maleducados que se esconden en el anonimato de las redes sociales y a los opinólogos públicos resentidos que tratan de enemistar a los humoristas y arrastrar con ellos a los receptores inocentes.

 

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