Último ¿y mejor? Concierto Lector del año

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Se acaba de materializar la última actividad nuestra del año “en terreno”. Lo lógico es que hasta marzo me dedique sólo a escribir y a gozar la vida. 
Miren, tengo la gran suerte en mi trabajo de vivir pocos días malos desde hace años. Lo sé, los dioses me han favorecido demasiado. Pues este último miércoles 23 de noviembre fue una excepción. No fue un día bueno, ¡fue extraordinario! ¡Y que haya sido el último del trabajo en vivo y en directo del año, más relevante aún!

Literalmente, ese miércoles estuvimos más cerca del cielo. Andábamos por el Desierto de Atacama, Chile, en un pequeño oasis llamado Chiu Chiu a 2500 metros de altura, más o menos. Esta situado en el antiguo camino del Inca. Los amigos de Intipuna nos llevaron a la escuela San Francisco de Chiu Chiu, que queda al frente de la iglesia de San Francisco, la más antigua de Chile (construida en 1611).

Así que en pleno altiplano andino, niños en la mayoría de la etnia atacameña y encabezados por su director y los profesores, nos recibieron con tremenda calidez y amabilidad, ¡y con un suculento desayuno incluido!
Después nos hicieron sentar en primera fila, entre los alumnos, porque el grupo folklórico de la escuela (ya les contaré más sobre ellos), nos mostraron cantos y danzas de su folklore.
Fue emocionantísimo e impresionante para mi, ver la coreografía de esos niños y niñas y entre sus pasos y movimientos apreciar el letrero del fondo que decía “Bienvenido Pepe”; es decir, me parecía increíble que el humor de mis libros estuviera provocando esa linda ceremonia. Y "me volé", de verdad. Y quizás por tal motivo presentamos un Concierto Lector especial, dando todo de nosotros. Fue como si estuviéramos estrenando una obra en el mejor teatro del mundo. Derroche de improvisación, de encantamiento, de humor, lo confieso. La reacción de esos niños y adultos (profes y padres que asistieron) fue maravillosa, captaban todo, reían con todo, participaron y aplaudieron con tremendo entusiasmo. Y al final, la parte de fotos, firmas y dedicatoria fue eterna, pero no se sentía el cansancio, ni por el viaje, ni por la altura, ni por la energía entregada en la función. Todo adrenalina, todo emoción.
De la localidad vecina de Pucará de Lasana, asistieron los pocos alumnos de su escuela con su profesora. ¡Ellos habían leído “El chupacabras de Pirque!, y cada alumno creó un juego de mesa con dados, fichas y tarjetas, con los personajes, las situaciones y el argumento del libro. ¡Y los niños me los regalaron! ¡Como para no creer!
También de otra localidad cercana, aún más chica, llamada Ayquina, famosa nacionalmente por su fiesta religiosa, también asistieron dos de sus tres alumnos (esa es su matrícula) y su animoso profesor. 
Para cerrar, en nombre de todos en la escuela, me obsequiaron con dos discos del ya mencionado grupo folklórico, llamado “Pat´ta Hoy´ri” (que significa madre tierra en la extinguida lengua kunza, la cual por suerte están tratando de rescatar). Grupo formado por profes, padres y alumnos del colegio y de reconocida trayectoria en sus 20 años de creado. También me regalaron un cuadro pintado por alumnos, copia exacta de figuras de los petroglifos de la zona. ¡Pero una pintura de magnífica calidad a causa del talento de ellos y de la dedicación y pedagogía de su profe de arte!
Salimos de allí demasiado felices. Para darle otro toque distinto a lo vivido, tembló la tierra. Yo creo en la magia, así que enseguida pensé que ese sismo fue debido a que la Pat´ta Hoy´ri se remeció de alegría por lo que sucedió esa mañana.
¿Qué más puedo decir? Una de las jornadas más increíbles y maravillosas que hemos vivido. Si desde hace rato me podía ir de este mundo sin que nadie me quitara “lo comío y lo bailao”, ahora con más razón. ¡La realización personal misma!
Porque de algo estoy seguro: más de un niño de ese rinconcito del Desierto abrió su mente y se motivó a entregarse al placer de la lectura. Y ese es el mayor regalo, el mayor premio que puedo recibir.
¡El fin de actividades laborales del año que jamás imaginé! ¡Esperamos seguir en marzo con el mismo espíritu!
En fin, gracias a esos nuevos amigos y lectores de Chiu Chiu; gracias a la loca de Mireya por creer en este loco y por acompañarme en mis aventuras y locuras; gracias a Intipuna por propiciar ésta última e inolvidable velada y gracias a ustedes, mis seguidores, por su paciencia al soportar todo lo que escribo aquí. Sé que se me va la mano con la frecuencia en que subo mis emotivas vivencias de mi carrera. Por favor, disculpen a este viejo apasionado y llorón.

 

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