Un colega habla de mí y le respondo (en buena, obvio)

descarga_1_5.jpegYo no soy rencoroso ni me duran mucho los enojos. Y la raíz de mi molestia era cierta y justa, porque puedo señalar varios hechos que lo demuestran. Poco después hasta me escribieron colegas de esos años que no se fueron de Cuba, pidiéndome hasta "mi verdadera historia de La Seña del Humor". Porque allá estaban ignorando y ninguneando cómo realmente sucedió ese fenómeno del humor cubano surgido en esa época.

Y a Eduardo del Llano le digo -y él menciona en su texto que nunca rompí con él, cosa que es cierta-, que a pesar de mi "encabronamiento", nunca dejé de ayudarlo en lo que podía, cuando me lo pedía, ya que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Así que solo me alegro mucho de que haya escrito este texto. Uno se siente mejor así. Mil gracias.

Aquí reproduzco ahora ese artículo de él, pero pueden verlo, si lo desean, en EduardoDelLlano.com

 

firma3_16.jpg

SEÑALIZADO. 27-10-2015

En 2010 me reencontré con Pepe Pelayo y Aramís Quintero en Santiago de Chile. Les mostré GNYO, el documental acerca de NOS-Y-OTROS que había terminado un año antes. Pelayo, sobre todo, reaccionó con suspicacia: según él, tendría que haber hablado mucho más de la Seña del Humor –en la película sólo se les menciona una vez– y más tarde insinuó en la red que aquello era parte de una campaña destinada a ignorar la trascendencia de La Seña en la cultura cubana. Le expliqué que no, que nadie me ordenó hacerlo, que era un documental sobre mi grupo, no sobre todo el movimiento humorístico de los 80, que me encantaría realizar otro acerca de La Seña, etcétera. No quedó convencido, aunque tampoco rompió conmigo. Aramís, en cambio, fue mucho más positivo, e incluso se prestó a oficiar de notario en una boda virtual que celebramos mi pareja de entonces y yo… pero esa es otra historia. Aunque les aseguro que había que verlo fungiendo de notario.

Lamenté mucho esa reacción inicial de Pelayo, porque para mí ellos eran dioses y La Seña el Olimpo: el mejor grupo humorístico, probablemente, que ha habido en la Cuba revolucionaria. Los más versátiles, los más creativos, y desde luego los más divertidos. Fundado en 1983, lo primero que leí de ellos fue un alucinante Menú que La Hiena Triste reprodujo del semanario matancero Yumurí. En ese menú aparecían platos como huevos cocidos, y debajo huevos zurcidos, huevos bordados… El epistolario entre Pelayo y Pible, por entonces director de La Leña de Santa Clara, era un prodigio de uso ingenioso del idioma; la Editorial Capiro lo publicó en 1994, bajo el título El cartero en llamas dos veces.

Pero era en escena donde los tipos no tenían rival. Hablo de la época de Sala-manca, un grupo formado por actores egresados del ISA, entre ellos Osvaldo Doimeadiós y Leonardo García; de La Leña, con Telo, Pible y Baudilio Espinosa; de NOS-Y-OTROS; de los Hepáticos con Omar Franco y Otto Ortiz, de Onondivepa con Ulises Toirac; en una palabra, de colectivos esenciales… y sin embargo la Seña, para mí, era el más completo de todos. Sólo el dúo formado por Pelayo (un tipo grande y expansivo) y Aramís (bajito, correcto, del porte intelectual que uno esperaría del poeta que es) en piezas como el Duólogo o Roberto Roberto lo hacía a uno retorcerse de risa, además de quedar pasmado ante la agudeza del texto. Y luego estaba el resto del grupo, con varios músicos de talento, personajes inolvidables como el anciano cantante Yunisexis López (Antonio Carbonell) y su interpretación de Para Elisa Crespo, números clásicos como la Controversia campesina, el coro de los Caballeros Templarios o el programa televisivo El hombre y su instrumento… musical. Sus puestas en escena, el uso del vestuario y la utilería, su sentido del espectáculo, no tenían, repito, competencia posible en nuestro medio. Recibieron, como todos nosotros, el tremendo impacto de Les Luthiers (que actuaron en La Habana en 1983 y 1984), pero procesaron esa y otras influencias en un estilo propio, como debe ser.
Los integrantes de La Seña eran famosos además por jodedores –y eso no es poco, créanme, en un contexto en que todos lo éramos–, y sus castings en provincia, por… originales. Llegaron a crear un festival en Matanzas, instaurar un premio (el Melocactus matanzanus) y hasta publicar una revista, Seña, de la cual salió un solo número (en 1988). En 1991, Pelayo emigra a Chile; la mayoría fue tras él a diversos destinos. A Rubén Aguiar –estupendo trovador, por cierto– me lo encontré en Madrid años más tarde, y por un tiempo nos vimos con frecuencia; cuatro minutos antes de comenzar el año 2000, los NOS-Y-OTROS, reunidos para celebrarlo, pusimos Siglo XX, un hermoso tema suyo que resumía la centuria que se iba. A Pelayo y Aramís, como queda dicho, los vi en Santiago en 2010; con Moisés el loco (integrante en la actualidad del dúo cómico Los Robertos, y que, de tan loco, es el único señero clásico que sigue en Cuba) tropiezo en la TV o en la calle a cada rato.

Aunque llevaron a escena un montón de espectáculos, escasean las grabaciones de La Seña. La TV cubana debe conservar algo todavía; por ahí andan videos de presentaciones de Aramís y Pelayo en La Habana, en un homenaje allá por 2002, con los pocos números que podían hacer como dúo (Duólogo, Roberto Roberto, El poeta primerizo, Los pescadores, este último escrito y estrenado previamente en Chile). JAPE, que prepara una serie documental sobre el movimiento humorístico iniciado en la década del 80, también debe tener sus tesoros escondidos. En cualquier caso, los que tuvimos la suerte de verlos en escena los recordamos y, diga lo que diga Pelayo –a quien espero a estas alturas se le haya pasado el berro– sabemos del lugar de honor que ocupan en la historia del humor cubano.

 

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de las páginas web y las de correo se convierten en enlaces automáticamente.