Una de las cosas que deseo para el 2017

descarga_20.jpegSé que en Chile, en Estados Unidos (en español), en Turquía y en Asia en general, por solo poner algunos ejemplos que conozco bien, muchas editoriales están publicando libros infantiles muy malos. Y no se trata de calidad literaria pura, porque entonces quizás hasta mis libros podrían caer en esa clasificación. No, me refiero a libros de narrativa sin dramaturgia ninguna; es decir, contando una historia sin desarrollo ni final.

Pero lo que es peor, con mucho didactismo, con la moraleja directa al pulmón, con la enseñanza valórica como único objetivo y a flor de piel. Es una tendencia fuerte, en serio. Y si a eso le sumamos esas editoriales que publican textos de libros de historia, por ejemplo, y contratan a un(a) buen ilustrador(a) para que sea más “vendible” el libro, es terrible, de verdad. ¡Están menospreciando la creatividad literaria, artística!

Y no mencionaré la poesía infantil, porque sigue siendo algo increíble lo que pasa con ella. Las editoriales no la publican, porque no vende. Pero los adultos no la compran. Sin embargo, muchos adultos –que ni leen poesía-, les dan a los niños esa poesía “trascendental” que los hace sufrir y aburrirse de lo lindo. Pero por otro lado está comprobado que cuando les ofrecemos a los niños la poesía lúdica, humorística y musical de la argentina María Elena Walsh, por ejemplo, les encanta.

Pero sigamos con lo mío que es la narrativa infantil.

Decía que los pobres niños son los perjudicados, porque jamás disfrutarán de la pasión y el placer de la lectura con esos libros que mencionaba. Porque una buena cantidad de libros que están “sacando” ciertos escritores, editores, ilustradores, etc., lo hacen a partir de sus gustos e intereses y para agradar a otros adultos, como críticos, jurados de concursos, promotores y otros que se le dan de especialistas en literatura infantil. Los escriben adultos para que los lean adultos y luego se llenan la boca para decir que son infantiles.

¡Señores! La narración es una modalidad artística, ¿no? Pues el arte es un juego, por si no lo saben. Y, todos sabemos, que como mejor aprenden los niños es jugando. Por lo tanto, adultos involucrados en los libros y la lectura para niños: ¡a publicar verdaderas historias lúdicas para niños. (Aclaro una vez más, me refiero aquí a chicos que no leen, que rechazan la lectura y hay que conquistarlos).

¡Profesores, padres, bibliotecarios y motivadores a la lectura! Por favor, argumentos sumamente importantes pueden ser los relacionados con pueblos originarios, con las raíces nuestras, con la historia del país, etcétera, pero si no se escriben esas historias bien entretenidas y lúdicas dirigidas a niños, éstos no sólo no las leerán, sino que las rechazarán, que es lo que menos deseamos que suceda, ¿no?

¡Que disfruten los niños y no nuestros egos e intereses de adultos!

Y frenemos el facilismo, la mediocridad y la torpeza de publicar libros infantiles con cualquier argumento con tal de cumplir metas, planes o dañinas utilidades personales, empresariales o ideológicas.

Que me disculpen los afectados, pero como yo siempre hablo y acciono desde la acera del humor y no de la literatura infantil, puedo darme el lujo de criticar lo que veo.  Claro, me pueden decir que no es para tanto mi alarma y ojalá que así sea; pero repito, lo que aquí expreso no es algo subjetivo, de opinión, de parecer; no, tengo pruebas de que se está haciendo algo mal con la dramaturgia y el buen contenido de los argumentos en la literatura infantil. La verdadera literatura para niños, insisto, es la que a ellos les gusta, no la que dicen muchos adultos que es para niños.

Que mejore esta situación es importante para mí, por lo que es parte de mi petitorio de deseos para el próximo año.

 

 

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