¿Vale la pena? Reflexión

descarga_7_2.jpegLeí que cuando el Estado Islámico invade una ciudad de Siria o Irak, algunos mueren, o muchos de sus pobladores huyen aterrados, aunque la mayoría no reacciona y hasta se siente bien, porque a pesar de las estrictas leyes extremas, los yihadistas les aseguran comida, un techo y cierto bienestar si cumplen con todo. Lo que se conoce desde la Antigüedad como “pan y circo” para el pueblo. Y quizás algunos se cuestionen la dictadura a la que los someten y sobreviven sufriendo, porque luchar es imposible. Pero son los menos, sin duda.

Entonces cabe preguntarse: ¿vale la pena arriesgar mi vida o la de algún ser querido mío para ir a “liberar” a ese pueblo que en su mayoría no hace nada –o no puede-, por liberarse y acepta todo sin cuestionarse nada?

¿O vale la pena dar nuestras vidas por salvar a un pueblo que ni sabe que hay que salvarlo o hasta ni siquiera quiere que lo salven, sólo porque debemos defender los derechos humanos de cualquier ser bueno o malo, inconsciente o consciente, entendedor o ignorante?

Es una disyuntiva ética a tener en cuenta.

Para que el ejemplo nos sea más cercano: en Cuba huyeron uno o dos millones de habitantes, después de 1959, pero la gran mayoría: 15 ó 16 millones, vive dentro de la Isla. Ahí viven unos pocos que no les gusta que los gobierne un dictador, pero se quedan allí por las razones personales que sean. Otros muy pocos –después de 30 años de revolución-, decidieron ser disidentes y luchan con el apoyo del exterior, ya que con la globalización y las extremas necesidades económicas que el gobierno tiene, se les permite que existan hasta cierto punto. Y existen algunos que aún creen –supongo-, en el idealismo en el que creímos casi todos desde el inicio y hasta tengan esperanzas de verdaderos cambios. Y existen los que son conscientes de lo que allí sucede, pero viven tan bien usufructuando de sus cargos, su posición, su oportunismo, su ilegalidad y su confort material, que no les interesa nada más. Sin embargo, la gran mayoría ni siquiera se pregunta cómo es en realidad vivir en democracia, ni quieren saber si su gobierno es totalitario, o si hay nepotismo, o si se violan sus derechos, etcétera. Lo de ellos es vivir –sobrevivir-, con un pedazo de carne de vez en cuando, alguna ropita de marca y mucho reguetón. Esa es –a grandes rasgos- cómo piensan y sienten, al parecer, la mayoría de los cubanos que no se han ido de allá. Entonces, la pregunta obvia es. ¿quiénes somos nosotros, los que no vivimos allí para decidir si es bueno o no que se acabe la dictadura, si es bueno o no que los gobernantes de Cuba y E.U. se hagan amiguitos o no, etcétera?

Es más, ¿no cabría preguntarse si esa cifra de uno o dos millones que viven fuera, realmente se fueron porque no soportaban la represión, la censura, la violación de los derechos fundamentales, o solo se fueron por asegurarse el pan y el circo? ¿No será que muchos de estos últimos se van, además, para virar a cada rato y mantener a sus familias satisfaciendo sus necesidades materiales, sin importarles si están a gusto o no viviendo allá bajo ese régimen?

Y con esto no juzgo a nadie. Yo soy de los que piensan que cada cual debe ser libre de escoger cómo pensar y vivir.

Solamente lanzo la pregunta: ¿por qué tengo que morir por la causa de la supuesta libertad cubana? ¿Por qué debo sufrir por lo que le hacen a ese pueblo? Incluso, ¿por qué debo preocuparme por lo que sucede allá?

Parece fuerte, incluso inhumano, no preocuparse siquiera por eso ni por cómo aceptan vivir los habitantes de las ciudades tomadas por el Estado Islámico.

Pero, ¿no sabemos por la experiencia que nos brinda la Historia, que un pueblo supuestamente oprimido puede vivir así, sin problemas, durante muchísimos años? ¿Y no sabemos que esa mayoría que ni se cuestiona quién los gobierna ni cómo, de repente son “liberados” y salen a las calles a celebrar y a aniquilar a los mismos que aceptaban que los reprimieran? ¡Y de nuevo al pan y circo!

Ahora bien, ¿quiere decir que si un país tiene buena educación y buen nivel cultural, no sucedería nada de lo anterior? Lamentablemente, la Historia también nos dice que en países educados y cultos, surgen los neonazis, los estalinistas, cualquier nacionalismo ciego, o los locos religiosos como si nada, y toman el poder otra vez, borrando cualquier memoria. Así que tampoco por ahí hay que esperar la solución.

¿Y qué hacer? No sé, no hay fórmulas. Solo libertad de pensamiento.

Hasta ahora lo único válido para mí es vivir y dejar vivir, tratar de ser buena persona en todo sentido, según lo que yo entienda por eso, claro. ¿No les gusta la idea?

 

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