Visito el Muro de las Lamentaciones.

mu1.jpgNo quiero insistir mucho para no caer pedante, pero es una emoción tras otra. Pararse frente al Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del Judaísmo, es impresionante.
Esos 60 metros de muro es lo que queda de... el Primer Templo se construyó en el Siglo X a.C. y lo destruyeron los Babilonios en el 587 a.C.. En el 536 a.C. se construye ahí mismo el Segundo Templo, el cual destruyeron los romanos en el año 70 d.C. Entonces el General Tito dejó ese pedazo de muro para que los judíos "se lamentaran" de haber perdido esa guerra contra los romanos. Pero según los judíos, es una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado Templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío.

Pero fuera de lo anterior, lo impresionante es que durante más de 2,000 años los judíos vienen hasta aquí a rezar por tener de nuevo algún día el Templo Sagrado construido (además de rezar por otras cosas, obvio). Otra demostración más del valor que le da este pueblo a las tradiciones.
Y para mí, más impresionante aún es que este cubano-chileno esté ahí parado, viendo y respirando tanta historia.
Y también, como todo está tan cerca, ¡estoy a metros de La Roca más sagrada del mundo!, porque para los judíos y cristianos esa piedra es el lugar exacto donde Abraham iba a sacrificar a Isaac y donde Jacob vio las escaleras al cielo. Y para los musulmanes ahí se encuentra el punto desde el cual Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Dios, acompañado por el ángel Gabriel. ¿No es increíble estar tan cerca de esos significados?
Se puede ver a mi espalda en una de las fotos la Mezquita que guarda la Roca, pero cuando fuimos a entrar no nos dejaron pasar, porque era sólo para musulmanes (supongo que hay horarios diferenciados o algo así).
Pero también es algo intenso ver a pocos metros el Monte de los Olivos, otro lugar importantísimo para el cristianismo. Por ejemplo, ahí fue donde tomaron preso a Jesús.
En fin, largas y duras jornadas en lo emocional, pero también en lo físico, porque hay caminar mucho en esa ciudad vieja y con tremendísimo calor. Claro, vale la pena con creces.

 

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