Enviado por Pepe Pelayo el Vie, 06/07/2018 - 04:48
La última etapa de nuestro extenso recorrido a la Isla la hicimos en la costa. Transitamos por una parte del litoral, con playas muy lindas y de pasada (porque no había como detenerse) pudimos ver a los famosos pescadores zancudos de este país. Ellos clavan largos y fuertes postes dentro del mar, en los corales, en las playas y se suben con sus varas, carnadas, anzuelos, o arpones, hasta lo más alto de esos palos, que tienen un saliente perpendicular, sostenido por otro a 45 grados (a modo de los zancos) y ahí se “sientan” y se ponen a pescar tranquilamente, como en un acto de magia. No nos dio tiempo a fotografiarlos, pero en Internet lo pueden ver.
Enviado por Pepe Pelayo el Jue, 05/07/2018 - 10:00
Volviendo al calor, llegamos a lago Uda Walawe y sus alrededores, donde existen unos cuantos parques nacionales de conservación de la naturaleza, que unidos cubren como el 10% de la Isla.
Nuestro hotel para comer y pasar la noche estaba situado en medio de un bosque. Al acostarnos y al despertarnos escuchábamos cientos de sonidos de diferentes animales. Alucinante quedarse dormido así.
Nos vinieron a buscar a las 6 de la mañana, más o menos, y sin desayunar nos fuimos a un campamento situado entre un monte-bosque, una laguna y un cañaveral. Varias tiendas de campaña con cama y baño. Dejamos el equipaje y nos subimos al típico jeep de safari y nos dirigimos al primer parque nacional. Se recorre todo por caminos estrechos de tierra en el que apenas caben dos jeep. Había que hacer silencio para que no asustáramos a los animales y el guía pudiera localizarlos para mostrárnoslo. Al principio no aparecía nada, sólo montes o bosques a ambos lados. Apenas “visualizamos” varias aves hermosas, coloridas, que nunca habíamos visto, y eso sí, muchísimos pavos reales.
Enviado por Pepe Pelayo el Jue, 05/07/2018 - 09:45
En más de 100 años los ingleses construyeron varias rutas de tren para sacar de las montañas el té cultivado con destino a la capital, Colombo, y de ahí al mundo. Esos trazados se conservan en la actualidad y son el cuarto o el quinto recorrido en tren más bello del mundo (no me hagan buscar ahora el dato exacto en Google, por favor).
Pues lo tomamos y disfrutamos 3 horas de paisaje hasta la ciudad de Ella (sí, el mismo nombre de la araña de “El Señor de los Anillos”). Bordeando precipicios vimos montañas ocultas tras nubes, verdísimo y profundos valles, varias cascadas (y no digo de “cascada de agua” porque sería una redundancia y por allí lo único redundo era mi vientre. Y vimos también la alegría de los pasajeros srilankeses y las caras de admiración de los extranjeros como nosotros.
Enviado por Pepe Pelayo el Dom, 01/07/2018 - 22:59
De la ciudad de Kendy partimos hacia al sur y en un par de horas, por sinuosa carretera llegamos a la ciudad de Nuwara Eliya, entre montañas (a una altura de más de 1,000 metros. El monte más alto, el Pidurutalagala, tiene 2,534). Allí plantamos en un hotel precioso y barato. Y digo plantamos adrede, porque sería el centro de operaciones para visitar plantaciones de té. Imposible visitar Sri Lanka sin ver el proceso de producción del té más valorado del mundo, desde la hoja en la planta hasta la taza.
Casi siempre vemos en esta zona una niebla típica de montaña (nos contaron que puede quedarse durante días y días en ciertas épocas del año). Lo anterior, más la altura, el clima tropical y las condiciones de la tierra, convierten esta región en idónea para el cultivo del té.
Enviado por Pepe Pelayo el Sáb, 30/06/2018 - 22:55
En la ciudad de Kandy está Sri Dalada Maliguawa, un templo que preserva ¡un diente de Buda!
Yo estaba en bermudas en una playa… no, fue un chistecito pesado y en este capítulo no caben mis gracias. Decía que tenía puesto unas bermudas cuando llegamos y el guía nuestro me advirtió que debía ponerme pantalones y las mujeres cubrirse los hombros para visitarlo. Me puse un pantalón encima de la bermuda y entramos. Enseguida uno de los guías del templo que pululan en la entrada, nos propuso hacernos el tour solo por propina. Aceptamos.
Al complejo arquitectónico se llega por un largo camino y está rodeado por una muralla y un foso, como los castillos, supongo que tuvo la misma función defensiva. El foso da a un precioso lago.
Nos topamos con tremendo movimiento de gente que salía y entraba. Entre ellos muchísimas devotas mujeres (la mayoría bien adultas) vestidas de blanco. No pude evitar fotografiarme con esas damas de blanco.
Otra cosa, tampoco se podía entrar con ningún tipo de calzado. Había que dejarlos en un sitio, donde lo cuidan también por propina. Así que descalzos entramos.