La hipoxia de una sempiterna autoridad muy sobre el nivel del mar.
Siempre me ha interesado Bolivia. Comenzando por lo curioso de su nombre, derivado de Bolívar (como Colombia de Colón, Bulgaria de Bulgari, Armenia de Armani, etc.). También por lo notable de estar compuesto por más de cuarenta pueblos originarios distintos. Sin contar la biodiversidad de su geografía y lo fascinante de su cultura en general.
No obstante, lo que me dio impulsó a visitarlo fue enterarme de que su presidente Evo Morales declaró estar buscando una fórmula para postular a las elecciones del 2019, a pesar de que fue derrotado en el referendo constitucional del año pasado, donde quería su tercera reelección. Lo encontré insólito y me propuse entrevistarlo.
“Es pertinente preguntarse qué es la ironía cuando la empleamos regularmente sin tener certeza de su definición. La ironía es un caso de burla que consiste en expresar un reconocimiento o valoración que no corresponde a lo que a todas luces se piensa o se siente. Como se ve, implica siempre un trabajo más o menos destacado de la inteligencia racional. Puede variar mucho en el grado de disimulo, finura u obviedad, así como en el grado de complejidad intelectual. Depende de un determinado contexto para el cual se prepara o en el cual se improvisa. La intención de ironizar suele evidenciarse —cuando es oral— en el tono, pero puede también disimularse tras un tono neutro. En cualquier caso, si provoca la sonrisa de terceros es porque estos cuentan con determinada referencia o información que subyace a la ironía empleada, y ello establece una cierta complicidad”.
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