De cómo en el Carnaval de Río una samba fluida puede convertirse en un baile etéreo.
Esta crónica debí escribirla en febrero pasado, al regresar de Brasil. Si no lo hice fue por el dolor de la pérdida de Raúl, mi mejor amigo. Aclaro, Raúl no murió, ni lo dejé en algún lugar y no lo encontré después. Digo lo perdí, porque no le hablé más, incluso hice algo peor: lo bloqueé y borré de mi Facebook.
Me explico. En febrero decidimos conocer Brasil, aprovechando la época del famosísimo carnaval.
Brasil es muy singular. Tiene uno de los litorales más extensos del mundo y es bañado sólo por el Océano Atlántico. No tiene ni siquiera un mar importante como en otros países, exceptuando a Neymar, por supuesto.
Páginas