Otra noche negra para el humor

dave-chappelle-recuerdan-a-will-smith.jpegUn hombre se subió al escenario y agredió al comediante Dave Chappelle, imitando a la recontrapublicitada cachetada que le dio Will Smith a Chis Rock en los Óscares.

No sé cuál es el chiste que hizo Chappelle, pero he leído que en sus actuaciones se burla fuerte de las minorías sexuales.

Me preocupa que cada vez que alguien se sienta ofendido por un chiste, reaccione con violencia.

La única diferencia entre estos casos de subirse al escenario a golpear a los comediantes con los asesinatos de los humoristas de la revista francesa Charlie Hebdó, es la muerte, porque el fondo conceptual es el mismo: "me ofende que hagas ese chiste y por eso te castigo".

Estamos mal, pero vamos a peor cada día.

Sabemos que unos cuantos humoristas creen que están por encima del Bien y el Mal y disparan chistes crueles a los cuatro vientos con tal de sentirse graciosos. Y de verdad que atacan, ofenden, irrespetan, humillan. Pero eso no le da derecho a nadie a agredirlos. Para eso existen los canales civilizados que nos brinda la democracia para demandarlos y hacer justicia. Y que se castigue, o no, al humorista por su chiste. Y dije en democracia, porque en regímenes totalitarios la agresión a los humoristas la hace el gobierno si el chiste no les gustó.

Amigos, el humorista tiene el derecho que le da la libertad de expresión y creación de hacer el chiste que desee. Y como ya señalé, si alguien se ofende debe demandarlo. Pero lo lógico, lo normal, es que el público se vaya del teatro, no vea el programa de la TV o la radio donde está el humorista, siga navegando si se lo encuentra en Internet, cierre la revista o el libro, etc.

Y esa persona ofendida tiene el derecho también de criticar el chiste y al humorista si lo desea.

Pero el ideal es que a ese humorista que se burla con crueldad, que humilla y ofende, el público lo vaya consumiendo cada día menos, entonces los dueños de los medios cada vez lo contraten menos, y se quede ese humorista en un nicho bien apartado y definido, con su pequeño público de seguidores. Ese es el camino para castigar a los chistosos ácidos, que se creen dioses del humor.

Pero que siga "la moda" de agredir al humorista cuando no le gusta un chiste, es el regreso a la barbarie.

Sólo falta que el público haga una barricada en el teatro y le lance cócteles molotov al artista.

Así va la cosa en estos "tiempos modernos", como decía Chaplin.

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