Una vez más los límites del humor

colombia.jpegEl 1 de octubre, en Medellín, Colombia, una joven fue asaltada en la calle y en el forcejeo con el delincuente fue arrollada por un bus y perdió la vida.
Pues el 4 de octubre, los humoristas Camilo Pardo y Camilo Sánchez fueron denunciados por dos organizaciones de derechos humanos, defendiendo el dolor y la ofensa que sintieron los familiares y amigos de la muchacha. ¿La razón? En una de sus presentaciones hicieron chistes sobre dicha tragedia.

La pregunta es -como siempre nos hacemos en este tipo de casos-, ¿los humoristas tienen total libertad para hacer el humor que quieran? Para muchos, no. Para mí… veamos.
Lo primero es analizar si los chistes son realmente burlones, irrespetuosos. Porque a veces las ideas se malinterpretan. Por ejemplo, está de moda prohibir los chistes de gays. Y eso no es correcto. Hay chistes de homosexuales que no ofenden a esa minoría y no hay por qué dejar de hacerlos. Por lo tanto, es necesario analizar si los chistes de estos dos cómicos colombianos fueron de verdad ofensivos. ¿Por qué? Porque si alguien entiende que lo son, como la familia de la joven y esas dos organizaciones de derechos humanos, lo lógico es que por los canales democráticos y civilizados, se demanden a los humoristas. Y según las leyes colombianas los tribunales verán si merecen castigo o no.
Según averigüé, los comediantes forman parte del grupo "Con ánimo de ofender", un formato de humor callejero en el que un grupo de jóvenes se reúne a improvisar en alguno de los andenes bogotanos sobre diversos temas. Y en el año 2020 crearon un canal de humor negro satírico cuyo título es "F*cks News". Es decir, se han especializado en la burla dura, cruel, agresiva, humillante, despiadada.
Entonces, ¿hay que prohibirlos, censurarlos, eliminarlos? No, ellos tienen todo el derecho a decir el chiste que quieran. Pero saben que se arriesgan a vivir lo que están pasando ahora: que los demanden y sean castigados (arriesgan penas entre los 16 y 54 meses en prisión, más multas de entre 13 y 1.500 salarios mínimos mensuales).
Mi consejo es que al público que no le guste el humor que hacen, no lo consuman y menos los apoyen. Y ese mismo público tiene que llevarlos a un rinconcito de la ciudad o del ciberespacio, para el solo disfrute de los seguidores de ese humor dañino, malsano, degradante y de mal gusto.
Yo no soporto el humor que ellos hacen. Por tal motivo, nunca podría crearlo. Pero prefiero que no los prohiban. Si sus chistes realmente agreden y alguien se siente ofendido que los demanden, repito.
Ellos no le ponen límites a su humor, está bien, es su derecho. Pero la sociedad tendrá que ponérselos.
Es mi humilde opinión. Pero puedo estar equivocado, por supuesto.
 

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