Donación de órganos

descarga_2_11.jpegA propósito de la muerte del niñito de apellido León, cuyos asesinos fuimos todos los chilenos por no donarles un corazón que tanto necesitaba.

Fue una noticia terrible también saber que 4 millones de compatriotas se tomaron el trabajo de ir a hasta una oficina para anotarse como “no donante”.

Por supuesto que cada ser humano tiene la libertad de pensar y actuar como le plazca. No es delito negarse a donar órganos. Pero, por favor, ¿dónde está la ética, la humanidad, la sensibilidad, la solidaridad?

Yo no puedo imaginarme a alguien que esté en contra del aborto y que se niegue a salvar una vida donando, por ejemplo.

Dicen que la mayoría no lo hace porque piensa que se trata de tráfico de órganos. ¿Y no pueden darle seguimiento y no separarse del órgano hasta que llegue a su destino? Dicen que es porque si son donantes, los médicos y paramédicos al llegar a los centros hospitalarios no te curan para que mueras y sacarte el órgano que necesitan. Para esos que piensan así, ¿no deberían expresar cuando lleguen con el paciente que no son donantes o que la familia no está de acuerdo, para evitar así esa desconfianza y después con un resultado fatal, entonces cambiar y ahí sí decir que están de acuerdo en donar? En estos dos casos, evidentemente se trata de no tener interés, porque soluciones hay para sus resquemores.

Dicen también que hay religiones que prohíben la donación. Con todo respeto, ¿será buena una religión que esté a favor de la muerte de inocentes necesitados? Dicen otros que es porque existe la creencia de que el ser querido fallecido debe ir completo a la tumba. ¡Por favor! ¿Y los mancos y cojos que se mueren? ¿Y los que fallecen al explotar una granada, bomba o tienen un accidente donde son mutilados? ¿A esas personas que se entierran “no completos” les cabe las penas del infierno? Pura ignorancia, sin dudas.

Yo publiqué un libro para niños por la Editorial Alfaguara (ahora Santillana infantil-juvenil), titulado “Lucía Moñitos, corazón de melón” que trata sobre una niña que se interesa por el tema de la donación de órganos. Lo más difícil: el libro es humorístico y no de humor cruel, obvio. Una de mis satisfacciones es que en su lanzamiento en la Feria del Internacional del Libro de Santiago, el que lo presentó fue el señor Cruzat, padre del famoso niño fallecido en esa época por la falta de un corazón que nadie le donó. Y ese señor, cabeza de una campaña nacional a favor de la donación, habló muy bien de mi libro. Ese es mi granito de arena para conseguir que esta sociedad se sensibilice y cambie de actitud. Y por supuesto, a esos confesos “No donantes”, jamás les voy a desear que se enfrenten con el dolor y la incertidumbre de la espera salvadora de un órgano para sus propio hijo u otro ser querido.

Y si no se conmovieron con el niño León, que al morir su familia donó sus riñones, creo no se conmueven con nada.

 

 

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