Pueblos, sociedades, fronteras, democracias...

sin_titulo-1.jpgHe observado algunos debates en los muros de amigos y me he dado cuenta de que hay gente que no piensa como yo –como es lógico-, y otros que no piensan y solo repiten lo que han escuchado por ahí, o simplemente no saben, pero no saben quedarse callados.
Por lo tanto decidí dar algunas definiciones abordadas en esos foros, que aunque parezcan perogrulladas, creo que se necesita dejar claro. Ojo, son sólo mis opiniones, lo que significa que nada más léanlas, duden, analícenlas y ojalá lleguen a formarse sus propios criterios, aunque sean diferentes a lo que leyeron aquí.
Por ejemplo, yo pensaría mejor antes de usar el vocablo “pueblo”. Los malos políticos lo usan constantemente para respaldar sus intereses, pero sabemos que es falso. Yo prefiero decir “pueblo” cuando me refiero al pueblo mapuche, pueblo judío, pueblo maya, pueblo esquimal, pueblo celta, pueblo persa, etc., ya que lo siento como algo cultural.

Pero cuando digo pueblo de Chile, de Holanda, de Sri Lanka, etc., me refiero a países, que existen por unas fronteras inventadas por políticos y militares y que no existen en la naturaleza. O si no, veamos: un bebé nace en Bolivia, en una casa a 5 metros de la frontera con Chile. ¿Qué lo hace diferente de un bebé nacido en Chile del otro lado del limite. Nada. Sin embargo, ambos son del pueblo aymara, por ejemplo y quizás hasta sean primos hermanos. Pero al nacer del lado de allá, es boliviano y el otro es chileno.
Resumen, ¿no es mejor antes de hablar de pueblo chileno, egipcio, congolés, etc., hablar de sociedades? Vivimos en sociedades dentro de esas fronteras artificiales y ellas están conformadas, quizás, por varios pueblos o por uno.
Así que si vivimos en una sociedad, eso quiere decir que todos somos socios. Pues los socios se reúnen y un día escogen a políticos que los representará. También eligen a un presidente para lograr que alguien se encargue de hacernos vivir con normas o leyes sociales y guiarnos, porque de lo contrario sería el caos. Casi siempre a esos políticos y presidentes los escogen una mayoría de los socios (mitad más uno como mínimo en muchos lugares). Eso significa que por 4 ó 6 años –según las leyes aprobadas por los que elegimos como legisladores-, ese presidente y su gobierno intentará que la sociedad viva mejor en todo sentido. Ojo, las minorías que no eligieron al presidente, en este juego democrático tienen que aceptarlo como su presidente y aceptar a los políticos que los representan.
Pero ocurre que el presidente, como es humano, se puede equivocar (para no pensar mal y que tenía oculta el Mal de siempre, como casos que conocí) y los socios se dan cuenta de que el presidente va por un camino que no es el que dijo que seguiría cuando lo escogieron y aceptaron. Entonces los socios tienen derecho a salir a las calles, o por cualquier vía hacerle llegar al presidente que no están conformes con lo que está haciendo.
Claro, deben hacerlo de forma pacífica e inteligente. Si lo hacen de forma violenta, atentan contra las autoridades, contra inocentes y hasta contra ellos mismos. Y además, siembran miedo y odio en los demás socios. No se les puede permitir. Obvio, a ningún bando se les puede permitir violación de los derechos humanos. Porque la vida de un inocente, la de uno que protesta y la de un policía es sagrada. Por lo tanto, todos los socios debemos actuar en conjunto para controlar la violencia y el odio. Me refiero a los testigos pasivos, a los periodistas, a los destacados socios deportistas, artistas, científicos, profesores, etc. y más aún a políticos de todos los colores ideológicos. Nadie puede justificar la violencia. Porque esos personeros que en público dicen: “yo condeno la violencia, pero…” y ahí explican o justifican de cierta manera esos actos violentos, son cómplices de los antisocios, que con sus actos dañan la propiedad de los otros socios y la propiedad de la sociedad en su conjunto.
Se supone entonces que el presidente recoge el reclamo de los socios y cambie el rumbo. Pero puede que los asesores, los especialistas, le aconsejen que continúe y no le haga caso a los socios, porque los socios pueden estar equivocados, ya que no ven el universo completo, no son especialistas y no saben que quizás después saldrán mejor que si el presidente ahora cambiara de rumbo.
La pregunta es, ¿cómo se puede saber si los socios que protestan tienen razón, o son los peritos que asesoran al presidente los que la tienen? En el momento no hay cómo, amigos. Hay que esperar a que el presidente termine su período. Eso significa que al final del mandato los socios tienen la posibilidad de castigar al presidente, a sus especialistas y a sus compañeros de ideología, porque hicieron las cosas mal, a pesar de ser advertidos. O puede ser que el presidente demuestre que tuvo razón y entonces los socios lo elegirán a él otra vez, o a otros de su ideología (en muchos países los socios prohíben que sus presidentes repitan el plato, porque son humanos y fácilmente pueden caer en la corrupción y/o los totalitarismos, como casos vecinos que conocemos.
En fin, estos conceptos son elementos de la democracia, ¿sí o no? Si no es así, entonces le abrimos las puertas a los golpes de estado, a las guerrillas y a todas las minorías que se creen con derecho a llegar al poder a la fuerza, matando y violando derechos humanos.
¿Están de acuerdo conmigo en lo dicho hasta aquí? ¿No? Por favor, insisto, deben reflexionar, dudar y no aceptar ni mi opinión, ni la de los manipuladores políticos que usan las emociones para convencer a la gente.
Gracias.

 

 

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