Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

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Publicada en El Nuevo Herald. Miami, E.U. Agosto 2011

EL PEPITO CHISTOSO ENSEÑA MATEMÁTICAS.

Por Sarah Moreno.

 

Pepe Pelayo cree que “en la historia de la humanidad la asignatura preferida de los niños es el recreo”. Por eso el humorista cubano, establecido en Santiago de Chile desde 1991, ha empleado el humor para motivar a los niños a leer y a interesarse por las matemáticas, y ha creado, para la editorial Alfaguara Infantil, la serie Pepito Matemático que lanzó este año los títulos Lo inaudito de Pepito (Pictógrama matemático) y El Mosquito Pepito (Relatos matemáticos).

 

“En mi labor diaria he podido comprobar que con el humor puedo abordar temas más “graves” que los niños rechazan, como el teatro y la creación de textos. Por eso se me ocurrió acercarlos a las matemáticas, una materia que mayoritariamente odian”, reconoce Pelayo que, cuando en el año 2000 renunció a su trabajo como Director de Humor del área de Entretenimiento de Televisión Nacional de Chile, comenzó una investigación que lo llevó a notar que había un vacío en el humor literario infantil en Latinoamérica.

 

“Entonces se me ocurrió crear un personaje bien chistoso como el Pepito de Cuba, pero le quité las cualidades más de adulto que le habíamos dado los cubanos y lo dejé como un niño simpático e ingenioso, con un humor “blanco” e ingenuo”, explica Pelayo.

 

En Lo inaudito de Pepito (pictograma matemático), el personaje es muy supersticioso y no puede cruzarse con un gato negro, ni pasar por debajo de una escalera. Esta misma característica lo lleva a entrar sólo en edificios cuadrados y a evitar las construcciones cilíndricas. La superstición de Pepito sirve para enseñarle a los niños geometría y matemáticas, ya que en libro las palabras suelen sustituirse muchas veces por una figura geométrica o un número, lo que conduce al niño a reconocerlos incluso sin saber leer. Así, la lectura se convierte en una actividad interactiva en la que el niño comprueba que las figuras geométricas están presentes en nuestro entorno.