El humor y literatura infantil (No. 12). Los argumentos para los mayorcitos
Existe una diferencia entre los temas a tratar en lo infantil y los creados para adolescentes y jóvenes. Por supuesto, con el humor sucede lo mismo. Los mecanismos y recursos son casi iguales en ambas modalidades, pero lo que varía son los contenidos y sus intenciones. Por su importancia, está presente en esta apreciación del humor en los libros de ficción para niños y adolescentes y jóvenes que utilizo para motivar a leer.
Sabemos que a los mayorcitos les interesan los temas de adultos, para ir comparando conocimientos y experiencias de otros y así enfrentarse mejor a la vida. Si eso se les da en clave de humor, es más atractivo, obviamente. Además, ellos aún no han abandonado del todo lo infantil y el juego. Por lo tanto, la adrenalina y demás fuentes de placer de la anterior etapa, también les atrae. Así, si les ofrecemos contenidos que les interese: humor, formas lúdicas, etcétera, podemos tener muchas esperanzas de que se acerquen a la lectura, aunque es más difícil conquistarlos si en sus infancias no leyeron nada.
A continuación, un ejemplo de un texto de humor para adolescentes y jóvenes. Se trata de fragmentos del libro Ortega & Gasset, de Liberalia Ediciones y Humor Sapiens. Está escrito a “cuatro manos” con el amigo Rudy (Marcelo Rudaef), reconocido escritor de humor y comediante argentino. El título es engañador, porque en una primera mirada, mucha gente se pregunta si es un libro sobre el pensador español, sin fijarse que el uso de “&” en el título lo convierte en un libro humorístico. Por ello, lo más recomendable es leerlo y sólo así valorar si es apto o no para los jóvenes que se desea motivar. Sólo usted sabe si a sus adolescentes y jóvenes en específico les interesan o no los temas que se tocan en el libro, o si tienen la mente preparada o no para entender ese tipo de humor.
Quizás alguien pueda pensar que no es aconsejable o políticamente correcto que el libro aborde temas como el sexo, la religión, la política, el amor y otras aristas de la realidad que rodean a los muchachos. Sin embargo, varios colegios, tanto laicos como religiosos, lo han incorporado a sus planes lectores en los últimos cursos de la enseñanza media, porque los contenidos están tratados con altura de miras y el mayor tacto posible, sin discriminar, y sin faltas de respeto. Veamos los ejemplos:
“-Gasset, lo dejo. Ya quité la suciedad y ahora me tengo que ir a planchar.
-¿A planchar?
-Sí, mis camisas.
-¿Y su mujer, Ortega?
-No, a mi mujer no la voy a planchar, por más arrugas que tenga, es ilegal.
-Digo, ¿por qué su mujer no plancha sus camisas?
-Sí, ella plancha sus camisas, pero las mías las plancho yo mismo.
-¿Cada uno planchas sus camisas?
-No, ella plancha las suyas.
-Si cada uno plancha las suyas, quiero decir.
-Y si quiere decirlo, dígalo Gasset, dese el gusto; pero mientras tanto, yo me voy a planchar las camisas.”
“-¿Se ha preguntado alguna vez si estos diálogos nuestros sirven para algo, Ortega?
-¿Cómo el anterior del planchado de mis camisas?
-Como ese y como todos desde que estamos dialogando.
-No, Gasset, no me lo he preguntado, pero ahora que lo dice, me lo preguntaré… Ortega, ¿para qué sirven estos diálogos?... Mi respuesta es: No, no creo que sirvan. Pero, ¿se ha preguntado usted, Gasset, si no tener estos diálogos sirven de algo?
-¿Y qué se ha respondido?
-Que tampoco sirve no tenerlos.
-Vamos a seguir, porque no todo en la vida se hace para que sirva, ¿no es cierto?
-Claro, como votar en algunas elecciones, ver la televisión, preguntarse por qué sirven las cosas, dialogar, etc.
-No, etc. no tanto.”
“-¡Gasset! ¡No encuentro mi risa! ¡Creo que me la robaron!
-No se ponga nervioso. Pensemos. ¿Cuándo se dio cuenta, Ortega?
-Ahora, cuando me iba a reír de un diálogo cómico de este libro.
-¿Entonces no la tenía puesta?
-No.
-¿Y dónde la guardó la última vez que la usó?
-No recuerdo bien.
-¿Pero usted no sabe que esas cosas hay que tenerlas siempre a mano?
-Lo sé, pero…
-Bueno, tome ahora la mía hasta que aparezca la suya, pero no me cuente el diálogo cómico, por favor.
-Gracias, Gasset.”
“-¿Sabe algo, Ortega? No recuerdo nada de mi vida, fuera de estos diálogos con usted.
-A mí me pasa lo mismo, Gasset. Es como si no existiera fuera de estos cortos momentos.
-Tengo la sensación de ser un personaje creado solo para satisfacer un objetivo desconocido.
-Es cierto. Y no creo que podamos hacer algo al respecto.
-No. Como dice el clisé: nuestro destino está escrito, Ortega.
-Sí, y ojalá que lo publiquen, Gasset.”
La priemra satisfacción que nos dio el libro, fue el prólogo del amigo y colega Daniel Rabinovich, uno de los fundadores y miembro activo del prestigioso grupo argentino Les Luthiers. Una de sus frases dice: “Sin dudas, un libro divertido, sorprendente y novedoso”. Un motivo de orgullo, al venir el halago de uno de los grandes maestros del humor hispanoamericano de todos los tiempos.
Añadir nuevo comentario