Reseña a libro de Enrique Gallud Jardiel

manual.jpegLa Editorial Verbum de Madrid, en su serie “Manuales Prácticos”, acaba de publicar el libro (172 págs.) del escritor, humorista, teatrista y académico español Enrique Gallud Jardiel, titulado “Manual práctico para escribir poesía”.

Imagínese usted, querido lector, lectora (o lectorita), que un día amanece con ganas de escribirle un poema a su pareja, la cual duerme angelicalmente a su lado; o lo agarró tarde en la playa y pudo contemplar un crepúsculo en tecnicolor o cinemascope, que lo impresionó tanto que decidió hacer unos versos para expresar sus emociones; o más terrenalmente, desea hoy redactar unos versos por el nacimiento de alguien, o el epitafio de otro (disculpen el intento de hacerme el ingenioso). Sin embargo, se da cuenta de que no tiene idea de cómo rimar con la palabra árbol o con la palabra indio. Menos sabe cómo se miden los versos y cuántos versos debe tener un poema. ¿Qué hace entonces? ¿Le pide consejo a un poeta conocido (conocido de usted, no que el poeta sea conocido), el cual solo ha publicado ciertos poemas en su muro de Facebook, con solamente tres “Me gusta”? No, no le da confianza. Entonces busca en YouTube un tutorial sobre el tema. Tampoco le convence, porque o lo tratan como tonto, o al contrario, el tutor se la da de erudito y uno no entiende nada, y además, sin discernir si eso que enseña es lo correcto.

Pues ahí es donde llega a usted este libro salvador...

Sí, si usted lee esta obra de Gallud Jardiel, resuelve su problema. No busque más… ¡Llame ya!... No, en serio, yo estoy así de eufórico al escribir esta reseña, porque recién terminé de leer el libro y me di cuenta de que ya podía aventurarme a escribir poesía.

(Aclaración. No soy poeta. Sí, he publicado poesías para niños, pero ha sido, más que poesías, versificaciones elementales. Sé que si les ha gustado a mis lectores ha sido a causa del humor en sus contenidos. Y también he publicado poesía para adultos. Pero ahí fui más pillo. Me asocié con un gran decimista y compositor, mi amigo Rubén Aguiar, y él ponía sus conocimientos y su talento en la creación de la poesía y yo ayudaba con los contenidos humorísticos. Resumen: soy un humorista, no un poeta.

Pero todo eso quedó atrás, porque -repito-, después de leer este libro siento que me convertí en un vate. Ya veré cuando me ponga a crear si lo seré con “b” alta o no.

¿Por qué hablo tantas maravillas de este libro? No es porque me pague la Editorial (que debería), no porque Enrique sea mi amigo (que lo es y se merece que por cariño y lealtad yo lo haga), sino porque es real que el libro es un Manual “fuera de serie” (que no significa que esté fuera de la serie de manuales de la Editorial).

Le doy mi palabra estimado lector, lectorita (o lectora), que aprendí realmente. Y lo hice con placer, porque está escrito con la amenidad que nos tiene acostumbrado su autor (obvio, es un gran humorista). ¡Y sabemos lo denso que podría ser una clase de este tipo de materia con un profesor hiperserio y solemne!

Para que me entiendan mejor, les contaré a grandes trancos el contenido del libro.

Enrique lo dividió en siete capítulos, partes, secciones, apartados, o como quieran ustedes llamarles.

En la primera abordó lo más básico: la métrica; es decir, nos explica detalladamente cómo se miden los versos, sus reglas. Nos muestra qué es una sinalefa, un aféresis, una sincopa, un hiato, etcétera. Y qué es una rima consonante, una sonante, el ritmo y unos cuantos conceptos más, incluyendo los tipos de versos desde los monosílabos hasta los cuatridecasílabos.

Los ejemplos que usa son espectaculares y muy pedagógicos, porque a Enrique se le sale por los poros su vocación docente.

En la segunda parte trata las formas métricas, como la seguidilla, el soneto, el romance, la décima, la copla, la cuarteta, el serventesio, la octavilla, la lira y muchas más (bueno, muchas más, no. Las que son, ni más ni menos). Y lo hace con claras explicaciones y ejemplos (Iba a calificar los ejemplos como “ejemplares”, pero luce feo, así que pondré un menú para que usted, querida lectora, lectorita (o lector), escojan, porque todos son merecidos): ejemplos... excelentes, admirables, maravillosos, espléndidos, magníficos, geniales…

En el tercer capítulo pasa a describirnos los géneros poéticos. Me refiero a las aleluyas, canciones, ditirambos, églogas, epigramas, elegías, heroidas, letrillas, madrigales, odas, salmos, sátiras y villancicos, solo por mencionar las más conocidas (por mí, claro). En cada caso explica, como siempre, en qué consiste esa forma y pone ejemplos exquisitos (por favor, el que no entienda, que se quede entonces con el poeta de Facebook, aquel con pocos “megusta”).

En la siguiente sección aprendemos sobre las figuras retóricas. Por ejemplo, la anacefaleosis, la anadiplosis, la adinaton (o adynaton) y otras muy (o mui) conocidas… (Una broma, disculpen, porque no las conocía ni de oídas, ni de vista). Pero como esas hay muchas que sí manejamos, como la alegoría, la antítesis, el apóstrofe, la antonomasia, la comparación, la elipsis, el eufemismo, la hipérbole, la ironía, la prosopopeya y muchas más que estudiamos todos en clases alguna vez (aunque muchos de nosotros no pusimos atención ese día).

A continuación llegan los consejos y recomendaciones prácticas que nos brinda el autor con su vasta experiencia. Son realmente sugerencias e indicaciones valiosas. No puede dejar de seguirlas.

Debo decir que confío ciegamente (con perro lazarillo y todo) en el criterio del autor, porque soy lector frecuente de sus libros, de sus artículos y de sus post en las redes sociales y les garantizo que es un creador de poesía nato. Les aseguro que Enrique tiene un microchip en la zona cerebral donde se ubica el talento de rimar, de versificar, de poetizar.

Continúo. Pues acto seguido nos regala una recopilación de frases y pensamientos en forma de consejos sobre poesía, pero ahora escritos por connotados poetas, de la envergadura de un García Lorca, un Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Ezra Pound, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, T. S. Eliot y decenas de grandes bardos más.

Es necesario e imprescindible degustar ese plato que nos brinda Gallud Jardiel. Bueno, más que un plato, es un platón (lo digo porque con una reflexión importantísima sobre la poesía, del mismísimo Platón, termina ese capítulo).

La penúltima parte del libro está dedicada a ejercicios para practicar todo lo aprendido anteriormente. De nuevo el autor es poseído por su propio espíritu de profesor y se dio el trabajo de crear, al estilo examen de curso, ejercicios de cómo versificar, cómo rimar, cómo separar sílabas, identificar las figuras retóricas en poemas conocidos, etcétera. Y mostrando las respuestas correctas, por supuesto.

Por último, colocándole la “guinda de la torta” (o el "broche de oro", para el que desconozca el giro) al sustancioso libro, el autor hace una antología de poemas de todos los tiempos, dedicados a la poesía y a los poetas. Un joya para culminar su “clase magistral”.

Y comienza dicha parte final señalando literalmente lo siguiente:

”En este apartado incluimos algunas de las composiciones meta-poéticas más destacadas de nuestros poetas hispanos, que, al tiempo que obras artísticas, son explicaciones variadas y originales sobre lo que la poesía es y los elementos que intervienen en su creación”.

Entonces aparecen poemas de autores como Lope de Vega, Adolfo Bécquer, Quevedo, Rubén Darío, Borges, Alberti, Neruda y algunos vivos aún como él propio autor, que finaliza el apartado y el libro con su poema satírico “Poesía desnuda de ropajes”. Imperdible.

(Otra cosa: esto lo mencionaré breve y rápido, porque me da vergüenza: un poema de Rubén Aguiar y mío aparece ahí, en esa antología y no sé por qué. Por generosidad de Enrique, supongo, algo que agradezco infinitamente).

En fin, recomiendo este libro, como decía al inicio, para los que deseen crear poemas de manera aficionada o profesional. Pero también invito a leerlo a todos los estudiantes y profesores de Humanidades, de cualquier rama de Literatura y Letras. Y a los que les gusta cultivarse, claro. Pero incluso, se lo recomiendo a los lectores que no les interesa ni crear poesías, ni saber de teorías literarias, porque también es un libro que se puede leer solamente para el disfrute estético, para entretenerse, divertirse, porque nada más leyendo los ejemplos de poemas en las explicaciones de conceptos y la “antología metapoética”, ya vale la pena tener este libro como joyita en nuestro librero.

 

Pepe Pelayo

Febrero | 2024

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