Una reflexión: "El odio en la calle"

afontana.jpegMe cuesta utilizar este muro de Facebook (o Twitter o Instagram, las cuales uso pocas veces en general, dichos sea de paso), para abordar temas relacionados con asuntos sociales o políticos de actualidad. Pero a veces me sobrepasan y no puedo evitarlo.

Me acabo de enterar que vandalizaron un gran mural del reconocido y fallecido dibujante, humorista y escritor Roberto Fontanarrosa creado en una pared del macrocentro de la ciudad santafesina de Rosario, Argentina. Sí, le echaron pintura negra al “Negro” Fontanarrosa, al merecidísimo mural que le hicieron en su ciudad natal.

Para los que no lo saben, el 26 de noviembre se celebra en Argentina El Día Nacional del Humorista, en honor a la fecha del nacimiento de Fontanarrosa. ¡Imagínense lo imporante que es este humorista gráfico y literario para el arte de ese país. Y para todos los humoristas y públicos en general de Hispanoamérica y del mundo.

En mi caso, siempre he dicho que lo admiro y respeto de corazón. Pero no me encabrona que lo hayan vandalizado solo porque es uno de mis ídolos en el humor, ni porque lo haya conocido personalmente, ni porque me haya dedicado y firmado varios de sus libros, ni porque haya dicho que admiraba mi grupo La Seña del Humor, etc. Me enfurece también y mucho, por lo que puede haber detrás de ese acto irraccional.

¿Cuál fue el objetivo de ese demostración de gamberrismo? No dejaron ningún mensaje, así que no podemos suponer que haya una causa -ni justa ni injusta detrás. Además, Fontanarrosa no era ni militante ni activista de nada.

¿Entonces? Aquí viene lo peor. Lo más probable es que esos salvajes responsables de la acción destructora lo hayan hecho solo por odio. Odio a la vida, odio a todo.

“Odiadores” profesionales que se reúnen a destruir su entorno.

Y eso no solo sucede en Argentina, lo hemos vivido en Chile (y lo seguimos viviendo), también en toda Latinoamérica y hasta en Europa.

¿Son una minoría esos humanoides? Quizás. El problema es que existen políticos (y sus termocéfalos acólitos que los siguen en manadas), que utilizan y encausan el odio de esa minoría para sus objetivos de llegar al poder y mantenerlo. A lo anterior se le suma la actitud de otros políticos, los cuales hacen silencio ante la violencia y el odio, tanto por miedo como oportunismo.

Sin dudas, estamos pasando una época oscura, triste, desesperanzadora, donde cada día reina más la ignorancia, la violencia, el rencor, el odio y la ética arrastrada por el fango.

Conclusión, no hago esta sombría reflexión, solo porque como humorista me haya dolido enormemente la incivilidad contra el mural del amigo y colega Fontanarrosa. También la hago como ciudadano, como ser social, como ser humano.

Pero no deseo que al llegar leyendo hasta aquí, usted piense que voy a dejarme caer.

Seguiré haciendo humor, porque es lo único que sé hacer (bien o mal) y porque estoy convencido de que con amor y humor se puede combatir esta deshumanización que nos tocó vivir.

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