Érase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, un bufón feliz y realizado de tanto hacer reír al Rey y sus Corte en los palacios, así como a los habitantes de las aldeas del Reino, con su forma inteligente de hacer humor. Pero su vida cambió cuando cierto día el Rey lo llamó a solas.
—Bufón, acabo de recibir a una delegación de sacerdotes, donde me piden que no hagas más chistes sobre ellos, ni sobre la iglesia. Me argumentaron que si el vulgo se ríe de la religión, después no temerán a dios, no obedecerán y se irán al infierno. Los entendí y ya ordené un bando donde prohibo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
No conozco la clave del éxito, pero se que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo"... Woody Allen.
Exactamente eso me ha sucedido y aún me pasa.
* Cuando comencé a actuar en "La Seña del humor", en Cuba, gente muy cercana me aconsejó que abandonara eso, que me desprestigiaba, que yo era un ingeniero, no un payaso. Pero cuando La Seña tuvo éxito, recibí opiniones de los mismos de que ese era mi camino, que la actuación cómica era lo mío, que lo supieron desde siempre,porque yo era cómico desde la cuba, etc.
Cuatro patas para una mesa
—Acaban de entrar a mi baño dos jovencitas, Orión.
—Parecen que vinieron juntas con los dos muchachos que entraron al mío, Pipita.
—¿Vemos qué dicen y hacen?
—¡Mira que te gusta el chisme, Pipita!
—¿Y a ti, no?
—¡Oye, Cómo me dices eso…! ¡Sííí! ¡Vamos a mirar!
—Dale.
—¿Qué ves tú?
—Nada, Orión. Están dentro de los cubículos y en silencio.
—Pues aquí veo a los hombres haciendo fútbol y hablando de pipí.
—Viceversa.
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