Otra desagradable noticia para el humor

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El reconocido payaso chileno “Pastelito” respondió ante la calificación despectiva de "circo", por parte del Excelentísimo y Honorable señor Constituyente Sergio Smok. "Cuando dicen que el circo es desorden, que es una payasada, nosotros nos sentimos mal", declaró.

A “Pastelito” se le sumo el famoso payaso “Ruperto”, que comentó otra calificación parecida del Honorable y Excelentísimo señor Diputado Naranjo: “Me gustaría preguntarle al diputado, o a cualquier otro que se burla de nuestro gremio, si son capaces de vestirse de payaso y hacer reír como nosotros lo hacemos. Estoy seguro que no se la pueden”. Y añadió “Exijo respeto para el arte más antiguo de este país”.

A mis queridos colegas “Pastelito” y “Ruperto” les digo que, lamentablemente, ya está incorporado esos conceptos en el lenguaje cotidiano. Y en este caso es curioso, porque son esos “servidores públicos” los que se merecen calificaciones despectivas por sus desórdenes políticos y de principios.

Pero reflexionemos un poco más...

¿Se han preguntado ustedes por qué esa profesión es tratada con tanto desprecio? ¿No se supone que ser payaso es algo importante, porque nos divierte, sobre todo a los niños? Entonces, ¿por qué se valora tan poco? ¿Por qué hasta los mismos humoristas usamos la palabra payaso peyorativamente?

Especulando, una razón puede ser esta: dentro del arte, dentro de la creación humorística, la “payasería” es lo menos elaborado. Obviamente, como es para niños, el tropezón, la caída, el falso golpe apoyado con un platillazo de la orquesta, el tortazo en la cara, el quitarle el asiento al otro, la supuesta patada en el trasero con esos zapatones talla XXXL, etc., etc., son chistes, gags y situaciones muy elementales, muy básicas dentro del humor. Provocan risas inocentonas, infantiloides. Quizás por ello los seudos intelectuales, han condenado esa preciosa profesión al estiércol. Porque muchos colegas gritan orgullosos que el humor es algo sublime, ideal, fino, perfecto, elevado; es decir, la búsqueda de la sonrisa inteligente y espiritual, y no esa cosa elemental, burda, grotesca, superficial, vulgar, naif, de mal gusto, que provoca la primitiva carcajada.

Lo siento, queridos intelectuales, pero no pienso así. Para mí el payaso es un humorista "hecho y derecho", que hace ese humor “básico” la mayoría de las veces (los hay buenos y malos como en todo). Pero son colegas nuestros.

Pero ¿qué otra razón podrían tener esos que desprecian al payaso? ¿No será que quizás en el fondo todos quisieran serlo, pero como no se atreven, se vengan despreciando a los que sí se atreven? ¿O será porque algún resentido, frustrado o ignorante dijo que la comedia, el  humor, era un género menor y no desean que su "reputación" de intelectual se contamine? ¿O son seguidores del oscuro ser que nos enseñó que “La risa abunda en boca de tontos”?

Sé lo difícil que es hacer reír, incluyendo la aparente simplicidad y ligereza del humor del payaso. Para mí, debemos considerar al payaso como hermano del humorista gráfico, del escénico, del musical, del literario; es decir, de Quino, de Chaplin, de Les Luthiers, de Mark Twain. En otras palabras, humor es lo que hacemos todos los humoristas. Las clasificaciones que nos diferencian se basan en el tipo de humor hacemos

Propongo entonces resarcir, reparar, compensar, indemnizar, desagraviar, enmendar y subsanar a los payasos. ¿Por qué no lo revalorizamos a partir de ahora, basándonos en la preciosa labor que hacen “Payasos sin fronteras” o los médicos payasos que tanto aportan a la rehabilitación de los pacientes en hospitales? ¿Por qué no los dignificamos, pensando en la tradición rusa con el payaso Popov a la cabeza, o pensando en los geniales payasos del “Cirque du Soleil”. ¿Pero para qué ir tan lejos? ¿Por qué no respetamos más a “Pastelito”, “Ruperto” y toda la tradición de payasos chilenos, con el popularísimo “Tony Caluga”a la cabeza?

Una curiosidad: en los circos, los directores alejan los chimpancés de los payasos, porque por alguna extraña y desconocida razón, esos animales atacan con mordiscos a los payasos. En serio, es cierto.

Con esto no estoy calificando de chimpacés a los Excelentísimos y Honorables. ¡Dios me perdone ofender a los chimpacés!

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