Textos en serio

Reflexión autobiográfica (no autorizada)

 

ayoooo.jpegHoy estaba trabajando como jurado para escoger el ganador del Premio Internacional Humor Sapiens 2025, y de repente mis pensamientos tomaron otro camino. Me pregunté entonces: ¿quién soy yo para decidir quién gana o no gana un premio internacional? Y amplié la pregunta; es decir, la extendí a toda mi vida: ¿quién soy yo?

Pasando revista: conozco bien a Eros, al amor filial, sé bastante sobre la amistad (tengo innumerables amigos y hasta buenos e íntimos). He sentido el placer mundano y divino de viajar mucho, comer rico y variado, leer, aprender y descubrir. He saboreado el inmenso regocijo que produce materializar ideas en varias modalidades artísticas. He sentido el goce y la fortuna de trabajar casi toda mi vida en lo que me gusta (crear, estudiar y promover el humor). ¡Y encima me pagaron y me pagan por eso! Aún más, soy dichoso de que me hayan distinguido en mi país natal, en mi país adoptivo e incluso a nivel internacional.

Contando mis andazas

22.jpegAyer pasamos por el puente que une Singapur con Malasia, seguimos dos horas y algo por carretera hasta llegar aun pueblo malayo llamado Mersing. Ahí almorzamos, me compré un sombrerito ridículo y tomamos un ferry por una hora y media hasta un isla llamada Tioman. Después, tomamos una lancha que nos trasladó -durante 20 minutos- hasta Minang Cove Resort. Casi no hay wi fi, pero vale la pena este paraíso malayo. Lo primero que nos dijeron fue que no se puede dejar abierta la puerta de la cabaña, porque entran los monos sin pedir permiso...

Anécdota en la nieve

whatsapp_image_2025-08-22_at_14.22.18.jpegAnoche, de madrugada, nevó aquí en Santiago. Me asomé y contemplé el césped y los techos de los autos blanquitos. Ahora, a la 1 y 30 pm, ya solo quedan blancos los cerros que rodean la ciudad. Estas fotos las tomé desde mi terraza y rápido porque hace mucho frío aún. Una panorámica de derecha a izquierda

Y viendo la nieve recordé una anécdota.

Cuando llegué a Chile en septiembre de 1991, un gran amigo chileno, Pedro Calvo (ya fallecido), me llevó a conocer la nieve (nunca la había visto yo). Y fuimos a Farellones, donde hay varias canchas de patinaje, etc. Pero por mi condición novata me llevó a una que le llaman la cancha de los pobres o pista de los pobres, no recuerdo bien. En ese lugar se lanzaba la gente cuesta abajo sentados en una tabla con una soga donde te aguantabas echándote hacia atrás, como si estuvieras frenando un caballo.

El orgullo de ser ignorante

aigno.jpegUna de las mayores muestras de la decadencia que vivimos en estos tiempos es el mal gusto, el simplismo y la vulgaridad en las artes. Pero también lo palpamos en el trato social, la desvalorización del respeto y el aplauso a la violencia. Sin embargo, hay un elemento que se destaca: el florecimiento del concepto “orgullo de ser ignorante”. Sí, cierto número de personas presumen de su ignorancia y desprecian la cultura. (Ya sé que es un tema debatido desde hace muchísimos años, hasta siglos podría decir, pero me refiero a que se ha acentuado en los últimos tiempos).

¿Para qué ser culto? ¿Para qué saber esto o aquello si uno lo busca en Google y en un segundo lo encuentra? Aprender es perder el tiempo. Esos son sus argumentos.

¡Lo que se pierden! Yo no soy un hombre culto, aunque tampoco me creo un ignorante. Pero lo poco que he aprendido y asimilado en la vida me convence de que esos que se jactan de ser ignorantes se están perdiendo de mucho.

Mencionaré tres ejemplos:

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