Textos en serio

Hoy son las elecciones presidenciales en Chile

achile2.jpeg

Hoy son las elecciones presidenciales en Chile. Ya voté. Me encanta votar libremente.

Ojo. No deseo convertir mi muro en una trinchera política-ideológica, así que no diré por quién voté (los que me conocen bien lo intuirán). Lo importante es que no quiero convencer a nadie por quién votar. A estas alturas espero que todos estén convencidos de su voto. Y no quiero convertir este espacio, repito, en un debate odioso, porque en estos tiempos es tal la polarización, el fanatismo y la estupidez, que los intercambios de argumentos se manchan de ataques, faltas de respeto, ofensas personales, amenazas y más encima todo aliñado con obscenidades y groserías.

Por tal motivo, solo me interesa hacer una breve reflexión.

Si una persona está convencida de que el candidato A tiene un programa de gobierno que le hace bien al país y el candidato B no le convence. Pues que vote por A, sea cual sea su ideología. Eso sí, debe saber bien, insisto, lo que propone ese candidato. Pero no solo eso, también debe estar seguro de que ese candidato no cambiará sus propuestas cuando esté en el poder. Estudiado y meditado todo lo anterior, incluyendo la trayectoria del candidato y sus acólitos, que vote. Con ese gesto civilizado apoya la democracia.

Es válido, es legal, que vote blanco o nulo.  No me convence esa posición, pero hay que aceptarla.

Pero lo que sí me molesta, son las personas que no entienden realmente por qué ni por quién votan... y lo hacen:

Las mejores películas

amont.jpegHace poco la revista Variety publicó un ranking de las mejores películas cómicas de todos los tiempos. Selección reflejando sus gustos, obvio.

Y sabemos que en el arte todo es subjetivo (o casi todo), así que tienen el derecho de hacer esa lista, armada en base al gusto Hollywoodense, porque también “para gusto se hicieron los colores” y su público objetivo son los estadounidense.

1. ¿Y dónde está el policía?, 1988, David Zucker

2. Una Eva y Dos Adanes, 1959, Billy Wilder

3. Annie Hall, 1977, Woody Allen

4. El gran dictador, 1940, Charlie Chaplin

5. Esperando a Guffman, 1996, Christopher Guest

6. Monty Python y el Santo Grial, 1975, Terry Gilliam y Terry Jones

7. Sopa de ganso, 1933, Leo McCarey

8. Fargo, 1996, Joel Coen y Ethan Coen

9. El joven Frankenstein, 1974, Mel Brooks

10. Hechizo del tiempo, 1993, Harold Ramis

Pero si esa revista tiende derecho a publicar ese ranking, yo tengo derecho a analizarlo, según mi formación y mis gustos, ¿no es cierto?

Reflexión autobiográfica (no autorizada)

 

ayoooo.jpegHoy estaba trabajando como jurado para escoger el ganador del Premio Internacional Humor Sapiens 2025, y de repente mis pensamientos tomaron otro camino. Me pregunté entonces: ¿quién soy yo para decidir quién gana o no gana un premio internacional? Y amplié la pregunta; es decir, la extendí a toda mi vida: ¿quién soy yo?

Pasando revista: conozco bien a Eros, al amor filial, sé bastante sobre la amistad (tengo innumerables amigos y hasta buenos e íntimos). He sentido el placer mundano y divino de viajar mucho, comer rico y variado, leer, aprender y descubrir. He saboreado el inmenso regocijo que produce materializar ideas en varias modalidades artísticas. He sentido el goce y la fortuna de trabajar casi toda mi vida en lo que me gusta (crear, estudiar y promover el humor). ¡Y encima me pagaron y me pagan por eso! Aún más, soy dichoso de que me hayan distinguido en mi país natal, en mi país adoptivo e incluso a nivel internacional.

Contando mis andazas

22.jpegAyer pasamos por el puente que une Singapur con Malasia, seguimos dos horas y algo por carretera hasta llegar aun pueblo malayo llamado Mersing. Ahí almorzamos, me compré un sombrerito ridículo y tomamos un ferry por una hora y media hasta un isla llamada Tioman. Después, tomamos una lancha que nos trasladó -durante 20 minutos- hasta Minang Cove Resort. Casi no hay wi fi, pero vale la pena este paraíso malayo. Lo primero que nos dijeron fue que no se puede dejar abierta la puerta de la cabaña, porque entran los monos sin pedir permiso...

Anécdota en la nieve

whatsapp_image_2025-08-22_at_14.22.18.jpegAnoche, de madrugada, nevó aquí en Santiago. Me asomé y contemplé el césped y los techos de los autos blanquitos. Ahora, a la 1 y 30 pm, ya solo quedan blancos los cerros que rodean la ciudad. Estas fotos las tomé desde mi terraza y rápido porque hace mucho frío aún. Una panorámica de derecha a izquierda

Y viendo la nieve recordé una anécdota.

Cuando llegué a Chile en septiembre de 1991, un gran amigo chileno, Pedro Calvo (ya fallecido), me llevó a conocer la nieve (nunca la había visto yo). Y fuimos a Farellones, donde hay varias canchas de patinaje, etc. Pero por mi condición novata me llevó a una que le llaman la cancha de los pobres o pista de los pobres, no recuerdo bien. En ese lugar se lanzaba la gente cuesta abajo sentados en una tabla con una soga donde te aguantabas echándote hacia atrás, como si estuvieras frenando un caballo.

Páginas