Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

Como entrevistado

Medios

País

Año

Humorista cubano en Chile

Por Sarah Morenao. Nuevo Herald. Miami, 2011

1-¿En qué consiste la idea de la serie Pepito Matemático, que publica Alfaguara? ¿Qué otros libros le siguen a estos dos?

He comprobado con éxito, en mi labor diaria, que el humor es un arma fundamental para motivar a los niños a leer. Incluso he creado un método que he aplicado en varios países latinoamericanos y el gobierno de Chile lo ha incluido este año en su Programa “Lee Chile Lee”. Pero también descubrí que si con mucho humor abordo temas más “graves” y que los niños rechazan como el teatro, la creación de textos, etcétera, no sólo lo aceptan y asimilan, sino que hasta los disfrutan. Por eso se me ocurrió acercarlos a las matemáticas, un ramo que odian mayoritariamente. Como tengo hijos matemáticos de profesión, me asesoraron para enfocar más la enseñanza y la forma de abordarla a través de la lógica. Entonces intenté conseguir una mezcla entre literatura, matemática y humor y así usar los números, las operaciones, la geometría y los problemas con la lógica matemática, pero de manera divertida. Y los creé con forma de pictograma, de relatos, de teatro y de historietas. Ya salieron “Lo inaudito de Pepito” (pictograma matemático) y “El mosquito Pepito” (relatos matemáticos) y este segundo semestre saldrán “El Agapito de Pepito” (teatro matemático) y “El numerito de Pepito” (historieta matemática). ¿Te cuento un secreto? Como han tenido tanto éxito estos dos primeros, ya la editorial me ha pedido que vaya pensando en hacer otra serie, pero ahora con historia, con biología, etc.)

 

2-¿Cómo es tu Pepito? ¿En qué se parece y en qué se diferencia del que conocimos todos en los chistes populares? 

Cuando en el año 2000 renuncié a mi trabajo de Director de Humor del área de Entretenimientos de Televisión Nacional de Chile, “estudié el mercado” y vi que el humor infantil literario era un nicho casi sin competencia en Latinoamérica. Entonces, cuando se me ocurrió crear un personaje bien chistoso como el Pepito en Cuba, averigüé que en Argentina se llamaba Jaimito, en Italia Pierito, etc. y aquí en Chile no había ninguno bien definido. Tomé entonces a “Pepito”, pero le quité las cualidades más de adultos que le habíamos dado los cubanos y lo dejé como un gran chistosito, que cuando no se sabe el chiste lo inventa, muy simpático, ingenioso, etc., pero dentro de un humor bien “blanco”, bien ingenuo, bien infantil, buscando formas fijas en los chistes como: “¿qué le dijo?”, “¿en qué se parece?”, “ayer pasé por tu casa”, “¿cómo se llama la obra”, “los colmos, etc., etc., tanto sacados del folklor oral infantil, como creados por mí. Todo eso para evitar en lo posible las vulgaridades y complejidades del humor de adulto.

 

3-¿Cuál es tu idea en "Letra con risa entra" para motivar a la lectura? ¿Cómo podemos motivar a los niños a leer mediante la risa?

Ya salió el libro que pronto te lo enviaré y que en septiembre lo lanzará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes aquí en Chile. “La letra con risa entra” lo dejé como el título del capítulo sobre Pedagogía y humor. El libro lo titulé “Gracias por enseñar (prácticas para educar con humor)” y en él profundizo sobre los tres pilares de mi experiencia de cómo educar con humor. En el primer capítulo explico por qué es importante el humor, qué es, cómo se define el sentido del humor y el humor como estado de ánimo, más técnicas, ejercicios y recomendaciones para un crecimiento personal a través del humor, como algo fundamental para el educador como individuo y para que lo transmita al niño, consiguiendo una mayor calidad de vida también en él.

El segundo capítulo, como ya te dije, es sobre cómo aplicar la pedagogía del humor tanto en clase como en el universo escolar. Mi propuesta, con iniciativas, técnicas y recomendaciones, de cómo preparar la clase con humor, cómo resolver conflictos entre los chicos con humor, cómo aplicar pruebas y exámenes con humor, cómo lograr que aprendan mejor con humor, cómo mejorar la imagen del profesor, cómo conseguir una mejor cohesión del grupo, mejorar la disciplina, la deserción escolar, et., etc., todo con el objetivo de que el niño asista a clases con ganas, como algo placentero y no como siempre en la historia de la humanidad que la mayoría de los alumnos la asignatura que más prefieren es el recreo.

Y la tercera parte es la que me preguntas y que complementa la educación del niño tal y como la concibo. Me refiero a la motivación a la lectura  a través del humor. La divido en dos partes: una, dirigido a los honorables mediadores de la lectura (los llamo “humorables” mediadores) con herramientas, iniciativas, recomendaciones y actividades sueltas de animación lectora utilizando técnicas del cuentacuentos, de lectura en voz alta, de juegos relacionados con el humor y el libro, etc. y una segunda parte en forma de Programa diseñado para aplicarlo en alumnos no lectores o a niños de alto riesgo social sin hábito lector. Lo llamé Programa “Leer con PP” (no con Pepe Pelayo, sino con Pasión y Placer), donde en diez o doce sesiones de trabajo realizando muchas actividades divertidas con los libros del personaje Pepito, llevamos a los niños desde leer un simple libro de chistes, después un libro de cuentos breves con chistes, después un libro con una historia más extensa con chistes, y así, hasta la literatura con humor. La experiencia ha sido gratificante.

 

4-¿Cómo se puede incorporar el humor a la enseñanza de las matemáticas? Lo veo en los dos libros que me enviaste, pero me gustaría escuchar la teoría que has desarrollado sobre eso.

Me adelanté un poco a esta pregunta y ya te la respondí casi en la primera. Pero básicamente es: si te refieres al profesor de matemáticas impartiendo su clase, ya toqué ese punto en la respuesta anterior, donde el docente debe aplicar la Pedagogía del humor en su trabajo, como cualquier otro profesor, sea de la asignatura que sea. Pero sé que te refieres a lo que leíste en mi libro (pero ambas cosas se complementan) y no es una teoría diseñada y definida, sino es algo que la experiencia me va guiando, como usar el humor, y el placer que da el humor, para acercar a los niños a temas supuestamente áridos, como es la matemática. No es lo mismo dar secamente ejercicios de operaciones matemáticas como 10 + 15 - 8 + 6 - 9 + 13 – 7 = ¿?, que crear una deducción dentro de una divertida historia policiaca infantil, donde los niños tengan que sumar y restar esas mismas cifras. O ver cómo se resuelven, con lógica matemática, algunos problemas que pueden suceder en la vida real o esos mismos problemas en historias fantásticas y chistosas de piratas. O demostrarles con una historia cómica, cómo las figuras geométricas están rodeándonos en la vida y no nos damos cuenta. Y así un largo etcétera.

 

5-Veo que tienes dos trabajos de tipo académico sobre el humor para ayudar al crecimiento personal, dame algunos consejos de cómo el humor puede ayudar al enriquecimiento personal, sobre todo al de los niños.

El juego es básico para los niños. La risa es fundamental para los niños. ¿Por qué limitarlos en ese sentido? Al contrario, hay que estimularles el juego y la risa. Ejemplo, el computador les da placer, la televisión les da placer, sin embargo la lectura no. ¿Qué hacemos? Pues suspenderle la televisión y el computador y obligarlos a que lean. ¿Qué estamos haciendo en realidad? Presionándolos a que lean, acción ésta que de por sí sola provoca rechazo, porque a nadie le gusta que le obliguen a hacer algo que no quiere y además, cambiándolo por quitarle placer, lo que hará que odie más la lectura y desee aun más la tele y el compu. ¿Qué hacer entonces? Averiguar el género de las historias que le gusta al niño. Si es humor, o terror, acción, ciencia ficción, etc o mezcla de algunas. Entonces darse el tiempo de atraerlos con algo que les interese hacia el libro (lo que hago yo con el humor) y lograr que sientan placer en la lectura y compartan su tiempo con el compu y la tele. El libro otro aliado de lo demás, no un enemigo. Y sabemos que la lectura desarrolla el vocabulario, el pensamiento, la creatividad, la imaginación, etc., por lo que es un importante elemento de crecimiento personal. Me baso en que el placer estético, el placer lúdico y el placer humorístico son muy parecidos. Por ahí hay que atacar.

Existen muchos otros factores de crecimiento personal importantes, pero el listado es largo. Ya hablé de lograr que las clases sean agradables, las tareas simpáticas, amenas, que les provoque hacerlas. Los tiempos en los hogares deben ser también placenteros, sobre todo en la creación de hábitos y valores importantes, desde una buena sobremesa, actividades donde participen toda la familia, excursiones, etc., y me refiero a cosas generales, porque la niñez es una etapa de la vida que va quedando atrás, porque después viene la adolescencia, la juventud, y así, como sabemos. Pero la infancia se pierde lamentablemente y eso es lo que hay que cuidar. El niño crece y en vez de mantener lo lúdico y lo humorístico como caracteriza la infancia, va adquiriendo las cosas negativas como la envidia, el exitismo y miles de males más que lo van convirtiendo en un ser grave. Nosotros entonces debemos cuidar, repito, que los niños crezcan y sigan infantiles. Si hacen eso, serán mejores personas y tendrán una mejor calidad de vida.

 

6-Dime lo fundamental de tu trabajo como humorista en Cuba, lo de la Seña del humor, y más tarde lo que haces hoy en Chile. ¿Desde qué año te estableciste allí? ¿Cuántos libros has publicado? ¿Todos dedicados a los niños? ¿Dónde vives hoy? ¿Eres matancero?

Nací en Matanzas, me crié ahí. Estudié y me gradué de Ingeniería Civil en 1979 en La Habana. Unos años como ingeniero trabajando en Matanzas y en los años ochenta del siglo pasado fundé con Aramís Quintero y Moisés Rodríguez, la Seña del Humor, una compañía de humor escénico que después fue reconocida nacionalmente. Primero debutamos en el Teatro Sauto de Matanzas, después en el Teatro Karl Marx (antigua Blanquita), después la televisión, la radio, el cine, las giras por el país. El público cubano nos mimó mucho, porque abarrotaba los lugares donde nos presentábamos, nos pedían de todos los programas de tele y radio, etc., porque subíamos el rating. En fin, fueron unos años muy lindos en ese sentido, que nos ayudó muchísimo a soportar la situación real que nos rodeaba. Cuando llegó el famoso Período Especial en Cuba se aflojaron las llaves un poco y al fin el gobierno aprobó que viajara al extranjero, y a Aramís y a mí nos contrató TVN, canal 7 de Chile, para escribir un reconocido programa infantil. El humor de La Seña siempre fue “blanco” y siempre habíamos tenido muchos niños de seguidores. En 1991 llegué a este país (en Santiago vivo aún) y lo demás fue trabajar, sobre todo en la tele, casarme con una chilena que es mi representante, traer al resto de mi familia, a otros del grupo, a hacer cine, radio, teatro, dedicarme a la literatura a partir del 2000 y sin olvidarme de actuar, porque me contratan de varios países. También a estudiar la teoría del humor y sus distintas aplicaciones fuera de lo artístico. Pertenezco a la Sociedad Internacional de Estudios del Humor, he expuesto en Congresos Internacionales y me han publicado papiers en ese terreno. Junto a Aramís Quintero publiqué el libro “Bienaventurados los que ríen”, sobre crecimiento personal a través del humor y ahora este “Gracias por enseñar”.

Pero en la parte creativa el mayor tiempo se lo lleva la literatura humorística. Tengo 48 libros publicados y más del 90 % está dirigido a niños.

 

7-Veo que has trabajado como humorista en “Pellizcame...”. Cuéntame sobre esto. ¿Vivías entonces en Miami? ¿Lo escribías desde Chile?

Como ya te dije, la escena nunca la abandoné, pero sí la dejé para darme gustos. Me invitan de la TV Argentina y voy, a un Festival en Toronto, Boston, o a actuaciones en México, Uruguay, etc. y feliz acepto, si no me obstaculiza mucho el trabajo literario, de motivar a leer, o el teórico. Y eso sucedió cuando el dueño del canal 41 me llamó un día para que fuera a trabajar con Carlos Otero, recién “quedado” en Miami. No acepté ir a vivir a esa ciudad. Te juro que me encanta Miami, ahí tengo a mi hermana, mucha familia y grandes amigos y cuando voy (lo hago cada vez que puedo) la paso maravillosamente, pero la realidad es que en Chile y en parte de Latinoamérica tengo un trabajo sólido que no es fácil abandonar. Pero mi espíritu aventurero sí aceptó trabajar en “Pellízcame que estoy soñando” con mi amigo Carlos Otero, con el cual habíamos hecho teatro, él invitado a los espectáculos de mi grupo y como invitados nosotros a sus programas televisivos. Y el acuerdo es que Aramís (que vive en Chile también) y yo, actuaríamos en vivo en el programa y llevaríamos escritos dos sketch para que cubriera dos meses de nosotros allí en Miami y dos meses en Chile transmitiéndose lo grabado, así que cada dos meses me pasaba dos en Miami. Todo por un año. Pero al llegar al canal la cosa fue distinta. No había guión para las intervenciones nuestras en vivo. Todo lo que hice tuve que improvisarlo noche a noche. Y mi participación era de un minuto cuando más. Por otro lado nunca se grabó lo que llevábamos escrito. Y todo sin decirnos por qué. Pero era obvio que no confiaban en nuestro humor. Por suerte, antes de irme y cumplir con los dos meses de contrato, pude decir mi opinión frente a todo el equipo y al dueño del canal. No quiero enjuiciar a colegas en cuanto a estilos, calidad, géneros, etc., pero en el programa el mayor tiempo en pantalla se lo llevaba el humor realizado con las burlas al personaje de Mamito, a usar a mujeres con poca ropa, a actuar libretos con chistes de doble sentido de índole sexual y en cuanto a forma, con ese estilo que yo le llamo “de extrañamiento brechtiano”, donde el comediante, por ejemplo, deja de ser un antiguo romano y dice cosas como: “este guión está malo”, o “¿esta producción no tiene dinero, chico?”, o “¡qué rica está esta niña, caballeros!”, o en otro aparte se burla de un colega, o hace como que no aguanta la risa al ver el disfraz de su compañero, etc. Te aclaro, no voy a decir que todo eso es bueno o malo, solo digo que yo no lo hago, no es lo mío y que ocupaba la mayoría del tiempo en el programa. Me argumentaron que el público de Miami era de tan poco nivel que ese era el tipo de humor que le gustaba a la gente. Por supuesto, yo dije que no creía eso. Yo pienso que, como en cualquier país, hay lugar para todos los gustos en el humor y en Miami hay gente para disfrutar el humor que hacemos nosotros, el que se hacía en los años ochenta en Cuba, el de Les Luthiers, etc., etc. En Miami existen muchos humoristas con talento suficiente para subir el rating, para mostrar mil tipos diferentes de humor, etc. y todo con tremenda calidad (incluso, obvio, el que no me gusta hacer a mí). Yo los conozco. Y muchos están sin hacer nada, a causa del criterio equivocado, de la acomodación o las pocas luces de productores y directores.

Por otro lado, se quería explotar el humor político. Pero no saben o no quieren saber que ese humor es uno de los más difíciles de hacer con calidad. A mí me cuesta hacerlo. Claro, ellos le llaman humor a decir en Cuba que hay hambre, o a decir en Miami que Fidel está gagá. Ambas cosas son verídicas, ambas cosas producen risas y aplausos, pero eso no es humor. Los humoristas mediocres dicen esas cosas y le sacan la risa al público, porque los cubanos de la Isla y los de Miami están super polarizados, super politizados y super sensibles con esos temas. Es como decir en público una mala palabra. Se sabe que muchos reirán, pero para que sea humor esa mala palabra tiene que venir muy bien en el guión, estar muy justificada, además de decirla con gracia, sin que parezca una grosería. En otras palabras, hay que elaborarlo todo artísticamente para que sea verdadero humor. Con el humor político pasa lo mismo. Y en ese programa daba igual la calidad de ese tipod e humor, con tal de decirlo para provocar la aprobación del “público”, de ese público que ellos subestiman.

Pero para volver a lo que me preguntabas: viví dos meses increíbles en tu ciudad, ganando buena plata, compartiendo con mis seres queridos, viendo a gente que no veía en años, sintiendo el cariño del público de La Seña en la calle y disfrutando del clima. Por eso no me arrepiento y al final volví a mi nicho feliz y con más deseos de crear mi humor (bueno o malo, pero mío, donde yo decido y no dependo tan directamente de terceros con esas características).

 

8-Veo que tiene una colaboración con tu hijo Alex Pelayo, ¿quién ilustra tus libros? Háblame de Alex. ¿Cuántos de tus libros ha ilustrado? ¿Cómo te ha servido tu experiencia de padre para escribir libros infantiles? Si tienes alguna anécdota, es bienvenida.

Hasta este instante todos mis libros han sido ilustrados por mi hijo Alex. Él estudió plástica en la Escuela Vocacional de Arte de Matanzas y terminó la Licenciatura de Artes Plásticas con mención en dibujo y grabado en La Universidad de Chile. Cuando se graduó pensaba que iba ser pintor o algo así y de repente me llegó mi primer libro para niños que me publicaron en Argentina y lo ilustró “para probar”. Le encantó ese mundo y ahora es uno de los ilustradores más reconocidos de Chile y lo contratan para ilustrar libros de muchísimos países. Ahora vive en España, pero sigue ilustrándome. Yo estoy chocho con él. Encuentro que es el mejor del mundo (se me cae la baba, ¿ves?). Y como tiene un sentido del humor muy parecido al mío (se crió viendo ensayar y actuar a La Seña y correteando por los escenarios y gritando por micrófono para molestarnos), yo confío a ciegas en su trabajo. Trabajamos de dos maneras. Yo escribo algo y se lo doy para que lo ilustre, o lo hacemos en co-autoría, ya que creamos un dúo que firmamos como “Pelayos”, donde yo me meto en lo suyo y él en lo mío y decidimos ambos desde la idea en embrión hasta el final. “Pelayos” sólo funciona para libros para primeros lectores (de 4 a 6 años), donde ya hemos ganado un premio en Alemania con el libro “Trinos de colores” y un premio en Chile como el libro mejor editado para niños en el 2008 con “Lucía Moñitos”; o para humor gráfico, donde hemos ganado premios en Concursos Internacionales en Italia, España, Colombia, Brasil, Alemania. Turquía, etc. (ver mi página web www.pepepelayo.com).

Para escribir para niños yo busco en mi memoria mis experiencias como niño, como padre, como amigo de padres, también lo que me cuentan mis lectores infantiles, aunque siempre, cuando me quedo sin  ideas, termino leyendo que es la mayor fuente de ideas.

Te cuento una anécdota. De verdad, esto pasó realmente y lo recordé, adaptándolo para uno de mis libros:

Un día estaba yo acostado en mi casa en Cuba, en el año 1980, cuando mi hijo Alex tenía 3 años. Le puse atención porque venía susurrando algo al pasar por al lado de mi cama, mientras aplaudía rítmicamente, pero insisto, sólo era para él. Lo que recitaba y repetía era: “¡Que se vayan los gusanos! ¡Que se vaya la escoria! ¡Que se vaya la luz!... Quizás al describirlo así no de gracia, pero doy palabra que escuchar eso en los mismos momentos en que las turbas manipuladas por el gobierno gritaban esas frases por las calles cuando el Mariel y usar el mismo giro de “se vaya” con la luz, que todos sabemos los constantes apagones y todo eso dicho para él mismo, por un niño de tres años, me mató de la risa. Por supuesto que le di una vuelta, una explicación más universal a la situación para usar el giro y lo “colé” en un libro.

 

9-Veo en tu biografía que tienes una relación especial con el cine. Cuéntame sobre esta parte. ¿Cómo llegas a ser el presidente de los cines clubes de Cuba? 

Sin dudas, no puedo ocultar que la ingeniería no era lo mío. En los años setenta, mientras estudiaba en la Universidad, conseguí que me publicaran en el Semanario Cultural “Yumurí”, un suplemento del diario Girón de Matanzas, un artículo semanal sobre cine, ya sea una crítica al estreno de la semana, o un comentario específico sobre el séptimo arte. Más tarde, comencé a escribir y colaborar en un programa radial sobre cine en la emosra Radio 26 en la misma Matanzas. Después, junto a mi amigo, el Dr. Manuel de la Portilla (desde el año 1980 vive en Miami), creamos un cine-club que funcionaba en la Sala White de nuestra ciudad, donde con nuestro esfuerzo organizábamos ciclos, invitábamos a personalidades del ICAIC, etc y fue todo un éxito. De ahí a que me escogieran para dirigir y organizar los cines club de toda la provincia fue fácil y de ahí a Cuba, a pasar cursos en el ICAIC, a asistir como invitado al Primer Festival de Cine de La Habana, etc.

 

10-¿Cómo describes tu humor para adultos? ¿Cuál es tu postura ante la chabacanería, chistes de doble sentido, etc.?

Como decíamos en La Seña, yo no sé el humor que hago, pero sí sé el humor que no quiero hacer y ese, el chabacano, el vulgar, el fácil, el simple, no deseo hacerlo. Creo que no me saldría bien ni intentándolo. Ojo, Creo que existe un espacio para el humor de doble sentido, el pícaro, el “cargado” sexualmente”. También debe existir y tener un espacio el humor del payaso, el del tortazo, la caída, etc. La cosa es hacerlo con calidad, con dignidad y encontrar el espacio adecuado, con el público adecuado. Yo, en mis cursos, charlas y talleres, aconsejo a que rían de todos los tipo de humor, pero nunca de la vulgaridad y la grosería, el mal gusto.

Mi humor para adultos es bastante ingenuo, muy “blanco”, universal. No sé si lo logro, pero me interesa el humor fino, el que haga pensar.

 

11-¿Chaplin o Keaton? ¿Wilder o Pryor? ¿Cantinflas o Tintan? ¿

¿Por qué decidir entre grandes humoristas? Excepto Tin Tan, que es más débil que Cantinflas, me quedo con todos, y con Mark Twain y Chesterton; Woody Allen y Jacques Tati; Quino y Fontanarrosa; Jardiel Poncela y Willy Cuppy; Ares y Boligán; Les Luthiers y Monthy Phayton, etc., etc.