Mi hermano Manolito de la Portilla me envió este breve video (Ver aquí), y me hizo recordar mi libro "En rigor humortis", donde en uno de los artículos reflexiono sobre el humor agresivo, ácido, humillante, irrespetuoso, ofensivo. Es un humor que me cuesta soportar. Acepto que exista, porque soy fanático de la libertad de expresión, pero jamás lo consumiré y mucho menos que lo crearé.
Al igual que esa señora del video, pienso del humorista o el graciosillo que hace ese tipo de humor, le sale el tiro por la culata y solo habla pésimo de él mismo, de su debilidad, de su mediocridad, de su mal gusto.
Como decía el ruso-ucraniano Nicolai Gógol (no recuerdo si literalmente), "es más relevante burlarse de un alma fea que de una nariz fea". Uno mira a Les Luthiers, por ejemplo, y disfruta que se rían de los políticos corruptos, pero no dan nombres. Cada uno del público le pondrá nombre.
Pero si alguna autoridad hace específicamente algo deleznable, un caricaturista-editorialista se encargará de satirizarlo o por lo menos abrirles los ojos a los miembros de la sociedad para que se cuenta de su calaña y no vote más por él. Quizás un hacedor de memes o un epigramista también podría publicar algo gracioso para criticarlo. Eso es lógico y aceptable.
Pero cuando se usa otra manifestación artística, más estabvle en el tiempo, ya va perdiendo valor ese humor.