Artículo del escritor, músico, compositor y multipremiado humorista argentino Luis Pescetti, que salió publicado como prólogo del libro Bienaventurados los que ríen, de los autores Aramís Quintero y Pepe Pelayo (guionistas, comediantes y directores artísticos del grupo La Seña del humor (1).
Hay muchos tipos de humor, una de las tantas diferencias es si se hace humor desde el poder o a pesar del poder. Aramís y Pelayo, su grupo: La Seña del Humor, no eran quienes dictaban las reglas.
Cuando uno no es quien dicta las reglas, puede elegir hacer un humor que busca ganarse favores o congraciarse con el poder de turno, un humor que se arrima y busca sentirse protegido, aún a costa de lo que para uno puede ser humillante. Sin embargo, ellos, el único favor que buscaban era el del público, y tampoco a costa de complacerlo con lo que fuera.
Hacer humor si uno no es el que dicta las reglas, y si tampoco quiere hacer lo que sea con tal de que la gente se rió, tiene sus riesgos. La sala se puede quedar vacía poco a poco, pueden cerrarte espacios de difusión y de trabajo. No era lo que ocurría con ellos. Las salas se llenaban, la gente se reía a mandíbula batiente, eran muy solicitados. Tal era así que podríamos afirmar que avanzaban contra las reglas, a pesar de ellas. Eran una programación, buenamente obligada. Su fama no se debía a que apoyaban ninguna causa especial, ni a un fenómeno de promoción. ¿Por qué lo hacían y qué encontraba el público en ellos?