Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

Como entrevistado

Medios

País

Año

Incentivar la lectura

Diario La tercera. Junio, 2010

 

A tu juicio y en base a la experiencia ¿qué errores notas en colegios cuando se trata de incentivar la lectura?

Existen docentes (y padres y especialistas) que creen que a los estudiantes sin hábito lector hay que motivarlos obligándolos a leer las obras clásicas –por la importancia de ellas-, o las obras con altos “valores” –casi con moralejas típicas de fábulas-, o las obras que aborden temas de nuestras raíces, etc.

Existen docentes (y padres y especialistas) que creen que exigiéndoles a los estudiantes sin hábito lector tener mil horas de lectura obligatoria, o castigarlos si no leen (a enviarlos como penitencia a la biblioteca como antes), o a estimularlos con regalos y premios si leyesen, etc.,  van a conseguir que esos muchachos lean. 

Existen docentes (y padres y especialistas) que piensan que el computador, los juegos electrónicos o la televisión, tienen la culpa de que sus estudiantes no lean. Y toman el camino de luchar contra esas cosas. Entonces lo que logran es que cada vez  más los estudiantes rechacen la lectura.

Quizás algún docente (o padre o especialista) tenga éxito, pero es mínimo, parcial. Mi experiencia me dice que esas no son las vías adecuadas.

Ojo: yo estoy a favor de que se lean los clásicos y los libros de temas autóctonos, pero después que el niño tenga ya el hábito lector (no menciono las obras con muchos valores, porque me dan miedo). Lamentablemente, hay muchos clásicos que son fomes para los niños que no leen y lamentablemente también, la mayoría de los libros sobre nuestras raíces, los de temas indigenistas, nacionalistas, etc. (temas trascendentales), se escriben con tal gravedad, tal solemnidad, que aburren. Repito, me refiero a que se aburren los estudiantes que no poseen hábito lector, que son los libros que en muchos centros educacionales aparecen dentro de su plan de lecturas obligatorias.

Y por último, prefiero que la lectura compita de igual a igual con la tele, el comp., etc., pero para eso hay que ofrecerles a los estudiantes una atracción que sea proporcional a la que brindan esos aparatos.

-¿En qué fallan y qué se debería cambiar? ¿Por qué?

Estoy de acuerdo con esos muchachos que me cuentas. Leer lo que no te gusta es aburridísimo. Como lo es ver una película que no te agrade, o escuchar una ópera si no estás habituado a ese género. Y si te obligan a hacerlo le tomas animadversión, rechazo. Esa es la falla: obligar a los estudiantes a leer libros que no le agradan a la mayoría. ¿Por qué se debe cambiar esa práctica? Porque la experiencia indica que sucede lo que expresan esos chicos de la encuesta y mi propia experiencia también: ¡estudiantes que no leen, porque odian leer!

Sabemos que hay docentes (y padres y especialistas) buenos, malos y regulares en esto de motivar a leer. Y un grave error es que esos adultos se toman el derecho de decidir qué les gusta a los estudiantes y qué no. Entonces deciden por sus propios gustos, o por lo que creen que es importante según algún “perito”, o para demostrar que son más “cultos”, etc., sin tener en cuenta el gusto de los educandos y como ya he señalado varias veces, este es un caso para los que no tienen hábito lector. Esos chicos sin ese hábito necesitan otra cosa, no la lógica de “soy su profe y sé y decido lo que tienen que leer”. Hay que ser más humilde, quizás tener más vocación y hacer un esfuerzo adicional con esos estudiantes que no leen. Y es sencillamente averiguar sus gustos y seducirlos, conquistarlos, con tacto, inteligencia. Si les gusta pasar sustos, darles libros de terror, de misterios, etc. Si les gusta las historias de acción, darles espionajes, policíacos, de aventuras, etc. Eso no significa que sean libros malos. Hay que seleccionar libros de calidad literaria. Pero claro, eso significa también que el docente tiene que leerse más libros, analizarlos, hacer las actividades pedagógicas alrededor del libro, etc., etc. Y eso es trabajo adicional y algunos docentes no están dispuestos a ese sacrificio.

-¿Qué ganarían los escolares en qué se cambiara el actual sistema lector y que termina haciendo que les desagrade leer?

Como ya dije se les ofrecería lecturas atractivas para ellos y comenzarán a motivarse a leer. Porque les provocará placer. Esa es la clave. Si es por la vía de los géneros como ciencia ficción, terror, fantasía, magia, etc., para que sientan placer, perfecto, si son alumnos que son fáciles para las emociones, cualquiera que fuesen, pues a darles lecturas que les haga sacar esa emociones.

En mi caso, es el humor porque soy humorista (no cuentachistes como a veces se confunde, ya que humorista es cualquier persona que crea humor, sea en la música, el cine, el circo, el teatro, la radio, la tele, la plástica y hasta en la vida diaria y el cuentachiste es una especialización dentro de los humoristas). Yo vengo del humor escénico antes del literario y he podido llevar mi experiencia anterior a los libros tanto infantiles como a los de adultos. Y mi profesión me ha llevado a crear hasta un Programa de motivación a la lectura a través del humor con mi personaje Pepito (acaba de lanzarse un concurso de humor infantil Pepito 2010, ver mi weblog o www.nanai.cl), porque he visto cómo los niños y niñas sin hábito lector, son conquistados por el chiste primero y de ahí a un cuento con chistes, a una historia con humor y por ahí a provocarles la necesidad de la lectura. Porque el humor es obvio que da mucho placer. Y si el estudiante ríe y goza con el libro, lo comienza a considerar para su vida, junto con el compu., la tele, etc. Sin contar el bien que le hace a la personalidad en formación, la confianza, el desarrollo del sentido crítico que da el humor, el sentido común junto al sentido del humor, la creatividad y la imaginación, que se une también a lo que ya se sabe que da la lectura en sí misma. Insisto, la clave es el placer que deben sentir los estudiantes. Hay que recordar que el placer estético, es casi idéntico al placer lúdico y al placer humorístico. Y sabemos que el arte y el humor es un juego.

-En los cursos pequeños, ¿cómo se debería fomentar?

Con lo mismo. Mi programa es para estudiantes de la enseñaza básica. Si ahí logramos el hábito lector, ya nos evitamos esos jóvenes sin leer de la encuesta. Desde ahí es fundamental hacer el trabajo de motivación. Y en el tiempo en que aún hay estudiantes que no lo lograron en la básica, repetir el método en la media. Ojo, me refiero a mi Programa a través del humor, pero deben existir varios métodos para conseguir lectores a través de otras emociones, etc., pero en el fondo –de nuevo-, es el placer. Y no hablo de leer libros de textos. Hablo de literatura.

Hace poco aplicamos mi Programa “Leer con PP” (no con Pepe, sino con Pasión y Placer), junto a Un Techo para Chile en cuatro campamentos de la Región Metropolitana (niños y niñas en riesgo social y con poco recursos) y antes de terminar el taller, antes de la novena sesión de trabajo, la directora de la escuela de la zona donde asisten los niños se apareció en el campamento para preguntar qué estaba sucediendo que los niños, porque habían cambiado y leían mejor, comprendían mejor la lectura, tenían mejor aprovechamiento escolar, se expresaban mejor, etc. Cuando conoció el Programa quiso que se les aplicara a todos los estudiantes de su Escuela.

-Haz visto casos de colegios que realmente no hagan nada por incentivar a sus alumnos, ¿podrías describirlo?

He visto centros educacionales donde los docentes y los miembros de la dirección no leen ellos mismos, no le tienen amor a los libros, no valoran su importancia. Entonces por mucho que apliquen “directivas” automáticamente nunca motivarán a nadie. Da risa, pero es patético: he visitado como autor de libros infantiles a ciertos centros educacionales y los niños se me han acercado antes de yo hablarles, preguntándome si soy el que viene a vacunarlos. Eso les ha pasado también a otros colegas. Y cuando he conversado con los profes de esos pobres niños me he dado cuenta que mejor estarían en sus casas o en cualquier otro trabajo, porque vocación no tienen, deseos de formar a sus estudiantes, no tienen. Ellos tampoco están bien formados, obvio.

-En la misma línea, haz notado buenas prácticas, ¿cómo han sido éstas?

Por suerte he visto también muchos docentes, bibliotecarios y directivos con ganas, con ímpetu, sabiendo que algo hay que hacer. Algunos lo saben, otros no, pero saben que deben capacitarse por la importancia del asunto. Son los que se preocupan por brindarles libros que prefieren los estudiantes, por llegar a clase leyendo con cara de placer para provocar a los muchachos, los que realizan actividades de animación a la lectura, con iniciativas estupendas. Y los libros que de verdad comienzan a seducir a los niños a la lectura están en la biblioteca y los exigen para su Plan Lector.

Si esos docentes fueran mayoría, no tuviéramos tantas dificultades y esos adolescentes que se gradúan ahora, llegarían mucho mejor a sus estudios universitarios.

Pero no sólo es cuestión de los docentes, también los padres y los especialistas (autores, editores, críticos, Ministerio de Educación, etc.) deben sumarse al esfuerzo y apoyar. 

No le echemos más la culpa a los aparatos electrónicos, ni a los estudiantes, que son así o asao. La responsabilidad es nuestra, de todos.

 
Nombre del entrevistado: 
Región Metropolitana