Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

Como entrevistado

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País

Año

Publicada en 7 Calderos mágicos. Argentina. Nov. 2005

Sabemos que sos ingeniero civil, además de escritor, guionista, comediante, actor, director escénico y especialista en humor. ¿Cómo llegaste a relacionarte con el arte y el humor?

 

Después de cumplir con mi familia, dejé el título de ingeniero y pasé al profesionalismo en el arte haciendo humor escrito, actuado, cantado y por donde se pudiera. Paralelamente, incursioné en la teoría del humor, el humor terapéutico, en el campo del humor y el trabajo educativo, y en la animación a la lectura a través del humor. Pero desde el 2002, solo me dedico a la literatura humorística (más infantil que de adultos).

 

 

¿Cuáles eran tus lecturas de infancia?

 

-Solo recuerdo los cuentos de hadas y alguna que otra ilustración, fragmentos de historias y lejanas emociones de otros libros. Pero sí tengo vivos en mi memoria las historietasd de El Pájaro Loco, Lulú, Las Dos Urracas, El Conejo de la Suerte, El Pato Lucas, El Pato Donals, La Zorra y El Cuervo, etc., etc.. Creo que esos personajes me desarrollaron el sentido del humor. Después me hice fanático de Verne, Salgari, Stevenson y mi gran ídolo Mark Twain, por supuesto. (Lástima que no pude leer mis obras en esa época.)

 

 

¿Cuándo comenzaste a escribir?

En Cuba, a finales de los años 70 y principios de los 80, mi amigo, coterráneo y colega Aramís Quintero me incitó a escribir. Hice varios cuentos para adultos con cierto éxito en concursos nacionales, pero dejé de hacerlos para dedicarme al teatro. Después de los 90, con Pible, otro amigo, coterráneo y colega, publicamos en la Isla un libro de humor para adultos. Fue un tiro al aire sin más seguimiento. Y en los primeros años de este siglo, otro gran amigo, casi coterráneo y colega, Luis Pescetti, me convence para que haga literatura para niños. Desde finales del 2002 me publican en Chile, Argentina, Uruguay, Perú, México, España y Ecuador. A ellos, a esos grandes amigos y colegas, les hago público reconocimiento porque hicieron posible que yo sea un hombre felizmente realizado en estos momentos. (Claro, me alegro también de que yo sea débil y me deje influenciar tanto.)

 

 

Sabemos que escribís para adultos y para chicos. ¿Con qué te sentís más cómodo?

 

No les voy a hacer el chistecito respondiéndoles: “me siento más cómodo en mi sillón frente al computador”, porque es viejo y hasta pesadito, por eso pasaré directamente a confesarles que escribiéndoles a los niños me siento mejor.

 

 

¿Qué espacio ocupa la literatura infantil, en Chile?

 

-A pesar del esfuerzo que hacen los autores, algunos editores, varios activistas y ciertos profesores, el espacio es muy reducido. Con decirles que no existe crítica literaria infantil. Otro dato: a la inmensa mayoría de los medios de comunicación no les interesa cubrir los lanzamientos o cualquier evento relacionado con la literatura infantil. Simplemente no es noticia, “no sube el rating”. Pero hay esperanzas, el IBBY está mejorando su presencia, el gobierno está desarrollando una campaña de animación a la lectura. Ojalá tenga éxito. Y ojalá también tenga éxito en erradicar la piratería, a pesar de no desarrollar ninguna campaña contra eso aun.

 

 

¿El ser extranjero hizo que te resultara difícil insertarte en el campo de la literatura en Chile?

 

-No, para publicar, no. Alfaguara enseguida me acogió entre sus autores. Pero sí he tenido ciertos inconvenientes para recibir reconocimientos, ya que son solo para chilenos. Situación algo peculiar, porque como resido aquí, en Cuba tampoco tengo derecho a recibirlos cuando los otorgan allá. Pero bueno, se puede vivir sin ellos. Además, hay otros como la aceptación de los niños. (Parece la respuesta de un escritor “picado”, pero es verdad. En serio.)

 

 

¿Cómo ves la evolución de la literatura infantil en América Latina?

 

-En América Latina todavía se publican libros infantiles “paternalistas” y “moralistas”. Y también con gran inclinación hacia temas “muy serios” sobre cultura autóctona, pueblos originarios, etc., lamentablemente con una densidad terrible (terrible es el tratamiento, no el tema). Pues bien, a pesar de todo eso, se hacen obras muy ingeniosas, de grandes valores y de enorme calidad literaria. Por ello creo que la literatura infantil va bien encaminada por estos lares. Aunque sí debo reconocer que muchos de nuestros grandes autores de libros para niños están escribiendo más para jurados de concursos y las miradas de otros adultos, que para los mismos niños. Ojo con eso.

 

 

Cuando te sentás a escribir, ¿tenés una representación de los futuros lectores?

 

No, lo hago divirtiéndome yo. Con ese jueguito me basta.

 

 

Contanos, ¿cómo surgen tus producciones? ¿Sos metódico?

 

En un rico baño de tina, leyendo un magnífico libro, tomándome un traguito en la terraza o durante un viaje, me llega una buena idea que anoto rápido porque se me olvida. Por lo general, tengo anotadas ideas mezcladas; es decir, para libros de primeros lectores, o que sirven para niños de 6 a 10 años, o para mayores que esas edades. Entonces escojo una y comienzo a trabajarla en la mente. Cuando la tengo madura hago una pauta o escaleta lo más minuciosa posible y al final me siento frente al computador hasta terminar el libro. Escribo casi todas las mañanas obligatoriamente. Cuando finalizo un libro, ando varios días sin deseos de escribir, hasta que me vuelven las ganas; entonces escojo otra idea y continúa el ciclo.

 

 

Muchos de tus libros son ilustrados por tu hijo Alex Pelayo. ¿Cómo es esta relación? ¿Hay un trabajo conjunto sobre el personaje o le brindas libertad absoluta y esperas que te sorprenda?

 

No “muchos”, sino todos mis libros son ilustrados por él. Con Alex creamos “oficialmente” un dúo que firmamos como PELAYOS solo para trabajar el humor gráfico y el libro-álbum. Ahí participamos en la creación desde el inicio, desde la idea más precaria. Y entre los dos la elaboramos. Yo me meto en la composición, en el diseño de personajes, etc., y él se mete hasta en la redacción. Ni se imaginan el placer que produce el crear junto a tu hijo… perdón, crear junto a mi hijo. Para los otros libros míos, donde él es el ilustrador, se toma todas las libertades del mundo y me sorprende. Siempre me sorprende agradablemente. Se que suena a babeo de padre, pero lo considero uno de los mejores ilustradores del mundo.

 

 

Si tuvieras que elegir un libro para cada día de la semana, ¿qué títulos y qué autores armarían ese calendario?

 

No me gusta responder ese tipo de pregunta, porque sería injusto. Solamente en vuestro país, ¿saben la cantidad de autores y de libros infantiles espectaculares que existen? ¡Ni la de la semana de más de siete días de Manzanero!

 

 

Todos tenemos un sueño… ¿Tenés ganas de compartir un poquito de tu sueño con nosotros?

 

Solo por ser ustedes, que me caen tan bien, les confesaré dos de mis grandes sueños. Uno, que me publiquen en toda Hispanoamérica y contactarme con todos esos pequeños lectores. Dos, vivir holgadamente de mis derechos de autor… Ah, y la paz mundial, claro.