Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

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Publicada por la revista Educar.cl. Chile. Julio 28. 2010

¿En qué estado se encuentra hoy la lectoría infantil y juvenil? ¿Ha aumentado el interés de los niños chilenos por leer? 

 

Yo creo que sí. Aunque poco comparado como debe ser. Los gobiernos han hecho esfuerzos implementando métodos, planes, etc., también las instituciones sin fines de lucro, los particulares, etc. La sociedad ha tomado más conciencia de la importancia de leer. Los adultos, especialmente los profesores y los padres se han sensibilizado más en el asunto. Tanto por el aumento de las ventas de mis libros, como lo que veo en las ferias del libro, en mis visitas a centros educacionales, como por la cantidad de niños que me escriben, etc., se nota un mayor interés de los niños por la lectura, comparado con ocho años atrás, por poner un ejemplo comparativo. Es que todos remando para el mismo lado se avanza. Pero insisto, aun es poco. Se necesita un mayor esfuerzo por parte de todos los involucrados.

 

¿En qué situación nos encontramos en comparación con otros países latinoamericanos y con los países desarrollados, respecto de la calidad y cantidad de lectura de nuestros niños?

 

No creo que sea mucha la diferencia con los países latinoamericanos. Yo tengo libros publicados en Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, México, Venezuela, Cuba y Chile. He visitado centros educacionales en todos esos países y he compartido allí con escritores, editores, docentes, especialistas, etc. y en todos existen los mismos problemas. Claro, quizás en Argentina se lea más que en Ecuador, en Chile más que en Bolivia, pero menos que en Colombia, etc. sin embargo, repito, pienso que no son muchas las diferencias, guardando las proporciones de número de habitantes, tradición cultural, etc.

El día 16 de julio se lanzó en la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires mi libro “Cuentos de Ada”. En las actividades que me programaron pude ver cómo los especialistas andaban con las mismas preocupaciones que nosotros.
Y en cuanto a los países desarrollados, sólo sé lo que he leído al respecto y aunque están mejores, el mal es universal en estos tiempos.
Claro, lamentablemente, se necesita un mayor esfuerzo para mejorar la calidad de los libros que le llegan a nuestros niños.

 

¿Qué recomendaciones prácticas –y viables de aplicar- daría a los docentes de primer y segundo ciclo básico para motivar efectivamente a sus niños a leer?

 

Basado en mi experiencia, creé un programa de motivación a la lectura a través del humor. Es que ante todo, soy un humorista y vivo convencido de que “la letra con risa entra” (así se llamará mi próximo libro sobre el humor en el trabajo educativo). Por tanto sólo puedo aconsejar que practiquen mi programa, que consiste –muy básicamente, ver más en www.pepepelayo.com - en trabajar con un libro de chistes y juegos de palabras, después en un libro de cuentos breves que tengan chistes y juegos de palabras, después en un libro con una historia corta comiquísima y así hasta lograr que se enamoren de la lectura, mordiendo el anzuelo del humor.

Pero también estoy convencido que existen muchos otros métodos, que son también muy efectivos y todo suma. Pero lo básico es que los profesores lean y que sientan placer leyendo. Asegurarse que las lecturas que le ofrezcan a sus alumnos sean del agrado de los niños, para que también sientan placer ellos, porque de lo contrario “el tiro sale por la culata” y que no traten de competir con los otros placeres de los chicos como son los juegos electrónicos, la tele, internet, el fútbol, etc.. El libro debe ser uno más entre ellos.

 

La lectura obligatoria, finalmente, ¿es una herramienta que está “out” o sigue siendo una herramienta útil para fomentar la lectura, sobre todo en niños que provienen de familias donde la lectura no es un hábito adquirido?

 

Yo creo que se debe leer en la sala de clase, que deben darles lecturas guiadas, orientadas, pero siempre del gusto de los alumnos. Los profesores tienen que sacrificarse un poco más y ofrecer baterías de libros para que los chicos escojan. Y ayudarlos en las lecturas en voz alta, la comprensión lectora, etc., deben evaluarlos, pero sin que los niños se den cuenta; es decir, hacerlo de manera ingeniosa, inteligente y no asustándolos con pruebas y evaluaciones rígidas, etc.

 

¿Usted estima recomendable dejar a un lado los libros clásicos? ¿Cómo se podría lograr que un alumno tenga interés también en este tipo de lectura?

 

Si los alumnos de un docente prefieren los clásicos, pues que lean los clásicos. Y si no los quieren, pues no se les puede dar. Según mi experiencia, los niños que leen sí les gusta los clásicos, pero los niños sin hábito lector casi siempre los rechazan. Por tanto, hay que seducirlos primero con otros libros y cuando ya sean niños lectores, entonces sí darles los clásicos, porque es una lectura importante.
Pero imaginémonos a un niño “que no le gusta leer” y lo obliguemos a que lea “El Quijote”. No hay dudas de que odiará toda su vida a los libros, al profesor, a Cervantes y a la sociedad, por decir lo menos.

 

¿Cómo un docente podría aprovechar el concurso de los diálocos para motivar a la lectura y mejorar la comprensión lectora de los estudiantes? ¿Podría darme algunos ejemplos concretos?

 

El chiste desarrolla el sentido del humor del niño. Con el sentido del humor desarrollado, el niño vivirá con un estado de ánimo positivo, con buen humor, con buena disposición y viceversa, porque es un círculo virtuoso.
Con ese talante positivo, el niño estará más dispuesto a entregarse a cualquier actividad placentera, lúdica. 
Con el sentido del humor desarrollado, también el niño desarrollará su sentido crítico, su sentido común, su imaginación, su creatividad y mejorará su personalidad (esto no es especular, fantasiar, esto está avalado por experimentos y estudios responsables).
Por tanto, que seleccione entre tres y diez chistes de su agrado (que le hizo reír mucho) y después arme una conversación breve y loca con esos chistes, guiados por el docente (o familiar en su casa), hará que el niño pase un buen rato y convierta al libro en un objeto amable, querido, gracioso. Porque hablamos de chistes, que son pequeños párrafos, fácil y rápidos de leer, pero que le dan mucho placer, por tanto, va a querer continuar con la actividad. Recordar que el placer estético, el placer humorístico y el placer lúdico son muy parecidos, porque el arte y el humor son juegos en definitiva.
Y si el mismo docente hace una lectura de “diálocos” en voz alta (hay doce diálocos hechos en www.pepepelayo.com) y en formato de juego hace que cada vez que un alumno encuentre un chiste “escondido” durante la lectura, lo diga o haga algo y gane un punto para su equipo o cualquier regla que se le ocurra (porque lo principal es jugar y divertirse y no ganar. Eso lo tiene que dejar bien claro). Al final, esto es un ejercicio de comprensión lectora que ha resultado muy bien cada vez que lo aplicamos en mi programa.

 

¿Es efectivo que este concurso también premiará a los colegios de los alumnos ganadores?

 

Además de los alumnos ganadores en su categoría, hay premios para el adulto “motivador”; es decir, al apoderado, familiar o docente que ayudó, guió y “empujó” para que el niño hiciera el diáloco y lo enviara al concurso.

 

Y para el colegio, escuela, liceo o jardín del niño ganador, el premio consiste en donarle a la biblioteca todos los libros míos que me hayan publicado en la Editorial Alfaguara.