Entrevistas

Espacio dedicado a las preguntas que he respondido a lo largo de mi carrera en el humor, y que han sido publicadas en libros, en la prensa escrita, radial, televisiva o digital.

Como entrevistado

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Transformaciones en el humor del Festival de Viña del Mar,

Por Pía Correa. Tesis trata sobre las transformaciones en el humor del Festival de Viña del Mar, específicamente en roles de género. Por ahí he ido viendo teorías sobre la generación del humor, Andrés Mendiburo me explicaba que en general, uno también se ríe de aquello contra lo que tiene mayor aversión, como las minorías, las diferencias… etc. En ese sentido, me llama la atención que la mayoría de los humoristas en Viña sean hombres, que además han recurrido históricamente a la mujer y estos grupos más “invisibilizados” de la sociedad para construir sus guiones.

 

  1. Desde los estudios del humor, ¿de qué/quiénes nos reímos y por qué estas figuras nos parecen graciosas?

  2. ¿Crees que el público influye en los guiones humorísticos?

 

Durante mi investigación revisé todas las rutinas de humor presentadas en Viña desde el 2013 al 2017, y la gran mayoría llevó chistes cargados con estereotipos de género como la suegra, la hermana, la pareja celosa, controladora, o que reducían a la figura femenina a un ámbito plenamente sexual.

 

  1. ¿A qué se puede atribuir este hecho y por qué se tiende a caracterizar negativamente al género femenino?

  2. ¿Por qué el género femenino se ha transformado en objeto de humor?

  3. ¿Crees que ha habido cambios en torno a la figura femenina? Tanto como persona sobre la cual se genera humor, y también emisora de una rutina

 

Hola, Pía. Para responderte mejor, he buscado algunos artículos que he publicado donde exponen algunos criterios míos al respecto. Y al final trataré de completar lo que faltó a tus preguntas…

Este artículo es sobre el tema humoristas mujeres versus humoristas hombres:

 

En los años 80, hubo un boom de humoristas escénicos en Cuba, casi todos provenientes de ambientes universitarios. Y aunque hubo mujeres dedicadas al humor, sin dudas la inmensa mayoría de humoristas éramos hombres.

Nuestro grupo, La Seña del Humor, tenía 12 miembros, todos masculinos. No fue algo premeditado. Incluso siempre estuvimos atentos a captar colegas mujeres que tuvieran sentido del humor y gusto estético parecido al nuestro. Imposible.

A veces algún que otro crítico nos enrostraba eso como una deficiencia nuestra. Algo increíble, porque no era nuestra culpa. No aparecían las candidatas.

Al conocer a Les Luthiers, a Tricicle, a Monthy Python, a los Hermanos Marx y un largo etcétera, más los innumerables solistas masculinos, me pregunté por qué sucedía eso. Con el tiempo he llegado a tener una opinión al investigar y estudiar el asunto. Intentaré compartirla aquí.

Las mujeres emplean más zonas del cerebro y las integran más que los hombres, según estudios de resonancia magnéticas. Ellas usan más la memoria a corto plazo y usan más las áreas de lenguaje. Los hombres procesan más rápido las situaciones cómicas y disfrutan más de los chistes. Ellas lo hacen con situaciones más elaboradas que implican un mayor análisis y un humor más sutil.

Un equipo de la Universidad de Stanford analizó la actividad cerebral de mujeres y hombres expuestos a situaciones humorísticas. El estudio concluyó que en cuanto al lenguaje, la memoria y los sentimientos de retribución, los hombres y mujeres conciben y aprecian el humor de diferente forma.

El área del cerebro (la corteza prefrontal) relacionada con esas funciones, que juega un rol importante en la apreciación del humor, son más activas en la mujer que en el hombre.

En este último estudio se usaron escáneres que monitorearon el cerebro de 10 mujeres y 10 hombres mientras miraban 70 dibujos animados en blanco y negro.

Las mujeres, según el estudio, pusieron más atención al lenguaje del humor, empleando una actitud más analítica.

Ellas no esperaron con la misma confianza de los hombres que los dibujos animados fueran graciosos, y cuando lo eran, el centro del placer en su cerebro se encendía con mayor intensidad. 

También el doctor Robert R. Provine, neurocientífico y profesor de Psicología en la Universidad de Maryland, autor del libro La Risa, una Investigación Científica, en el que expone su investigación aplicada a 2 mil personas en donde se analizaron los casos de origen natural de la risa. Los resultados obtenidos señalan –lo mismo de la investigación antes citada-, que las mujeres ríen más que los hombres aunque la risa es más provocada por los hombres.

Por otro lado, un estudio llevado a cabo por el Dr. Nick Neave, de la Universidad de Northumbria, Inglaterra, demostró también que los hombres tienden a ser más cómicos que las mujeres y esto podría tener un origen hormonal. Para sustentar esta hipótesis el estudio ha tomado en cuenta las reacciones en los hombres y mujeres de las calles de Newcastle al ver pasar a Neave andando en monociclo. Mientras que las mujeres tendían a hacer comentarios halagüeños y de admiración hacia Neave al verlo pasar, los hombres, por el contrario, se reían de él, teniendo muchas de las burlas un contenido agresivo. Es más, según el investigador los que resultaban más agresivos eran los hombres jóvenes, quienes en algunos casos bajaron la ventanilla de su auto para reírse de él. No obstante, esta tendencia agresiva decreció en adultos mayores de sexo masculino.

Acorde con lo planteado en la explicación, todo esto tendría una implicación hormonal, pues Neave afirma que la responsable de esta diferencia en el humor de ambos sexos está en la presencia de la hormona testosterona en hombres, la cual condicionaría su sentido del humor.

Pero mire esto: respecto a la agresividad, Neave plantea una interesante hipótesis. Al pasearse ante todos subido a un monociclo, el científico se convertía en una competencia entre los hombres para llamar la atención femenina, por lo cual los hombres tendían a burlarse de él. De hecho, quienes se burlaron más fueron los hombres jóvenes, pues están iniciando el ciclo reproductivo.

Basándonos en todos esos estudios, podemos pensar que los cavernícolas hacían sus gracias para conquistar y como el humor era bien tosco en esa época, recurrían al recurso de darles un mazazo por la cabeza a las mujeres. Todos reían del chiste (aún se ríen en algunos programas de televisión y filmes donde se lanzan tortas, se ponen zancadillas y se dan tablazos). Y las mujeres siempre han buscado al hombre más cómico, con más sentido del humor, para dejarse seducir por él. Les encanta reír. Incluso se pueden reír de más cosas porque, según mi experiencia también, ellas tienen el sentido del humor más desarrollado que los hombres. Y quizás, como dicen esos investigadores, los hombres tienen más capacidad para crear humor, por su necesidad de hacerse el gracioso con las mujeres.

Eso explicaría el por qué hay tantos humoristas profesionales hombres y tan pocas mujeres (o por lo menos en parte, según mi opinión).

No son disparatados los resultados de las investigaciones mencionadas. Por ejemplo, a mí me hace más feliz un público femenino, cuando me presento como comediante, ya sea para niños o para adultos. Si el público es mayoritariamente de hombres, la risa es menor, pero si hay mujeres mezclados con ellos es mucho menor la risa. Pudiera ser que se retraen más, se inhiben más en público, pudiera ser que sea eso de la competencia ante los ojos de las mujeres.

En fin, es un buen punto. Pero me parece insuficiente.

Aunque quizás los científicos no han estudiado aún el componente cultural, porque no dudo de que históricamente muchas mujeres hayan tenido la capacidad de crear humor y por “trancas sociales” ni pensaban en desarrollarlas porque “se vería feo”. Sin contar con que el machismo duro las vetaría. Vaya usted a saber la cantidad de humoristas mujeres que hemos perdido.

Por lo tanto, según mi molesta opinión, se conjugan ambas razones, la hormonal y la cultural.

Entonces, ¿qué debo hacer yo al respecto como hombre creador de humor? ¿Crear humor para las mujeres, porque se reirán más? ¿Crear para los hombres y así ganarles en la competencia del “pavoneo” ante las mujeres? ¿O no darle mucha atención a estas cosas y crear como puedo y debo, sin pensar para quién? Me inclino por esto último, pero como fanático estudioso del humor, me encanta saber y especular estas cosas y les agradezco a los científicos que gasten sus energías, neuronas, sus tiempos y la plata asignada en sus universidades para este tipo de estudios. Entre otras cosas porque, por ejemplo, es bueno que los padres y docentes sepan sobre estos temas, por la cantidad y calidad de burlas que se producen entre los niños y  niñas y adolescentes, con el daño que hacen cuando son extremas.

Ahora sean firmes verdades o no los resultados de estas investigaciones o de mi hipótesis, o si en el futuro surgen otras con resultados iguales o contrarios, sí debemos dar por hecho que: 1) las mujeres se ríen más que los hombres. 2) hay menos humoristas mujeres que hombres. 3) las humoristas mujeres que conocemos son iguales de cómicas que los hombres. 4) nos hubiera gustado contar con un par de buenas comediantes mujeres –por lo menos-, en nuestro grupo La Seña del Humor.

Aprovecho este final de capítulo para homenajear a las mujeres profesionales del humor. Las que conozco son maravillosas, recuerdo ahora (sin orden de ningún tipo) a Miriam Alonso, Zulema Cruz, Aurora Basnuevo, Ana Lydia Méndez, Eloísa Álvarez Guedez, Manela Bustamante, Maitena, Marlene Pohle, Pattie Rodelli, Cintia Bolio, Nani; Raquel Orzuj, Nardi, Gloria Benavides, Renata Bravo, Natalia Cuevas, Gladys del Río, Vanessa Miller; Florinda Meza, Lina Morgan y cientos más que se me quedan fuera. A todas, mis respeto y admiración.

 

Este es otro artículo mío que me gustaría leyeras. Aquí bordo el tema de la vulgaridad y el sexo en el humor.

 

Esta reflexión la hago sin ánimo de sentar cátedra ni de convencer ni descalificar a nadie y menos a un colega en específico. Mi objetivo es compartir un punto de vista, donde quizás haga meditar -sobre todo a nuestro público-, para el elevar algo el nivel de la calidad en el humor que consumimos.

¿Por qué pensé que era importante esta reflexión? Porque con demasiada frecuencia veo a humoristas en videos y en las redes sociales haciendo humor de doble sentido picarón, picante, con lenguajes o imágenes vulgares, groseras, abordando lo escatológico, las palabras obscenas y lo sexual.

Se sabe que utilizar lo anterior es sinónimo de risa segura. ¿Pero nos hemos preguntado por qué sucede eso?

Analicemos el tema desde la niñez.

Se sabe que entre los 3 y los 5 o 6 años los niños están perfeccionando el lenguaje que recién aprendieron y mejorando su vocabulario. Además en esos años están en pleno conocimiento de su cuerpo y de sus funciones, así que todo el proceso excretor les puede parecer fascinante. A lo anterior le agregamos el toque de los adultos con sus bromas escatológicas, cuando les hacen chistes como “¡Guao, tenemos que cambiar ese pañal asquerosito!”, o “¡Dios mío, me ahogo, a este niño se le fue un peíto!” (las palabras involucradas varían, dependiendo del lugar donde vivan)” y otras expresiones por el estilo; pero siempre acompañando las frases tapándose la nariz y sobreactuando con caras divertidas, para provocarles risas a sus pequeños. Así ellos comienzan a relacionar esas cosas con el humor y la risa, como es lógico. Y por si fuera poco, al repetir los niños esos chistes, enseguida los adultos les “regañan” enseñándoles que no se pueden decir, “que eso es feo”, incluso aguantando la risa muchos de ellos. Nada, que los niños ven entonces que caca-pedo-pipi-mierda-pis-culo-mojón, etcétera, no son palabras como las otras y producen una reacción en los adultos, por lo que comienzan a usarlas para llamar la atención exclusiva de ellos.

Por tal motivo, lo escatológico nos hace gracia a los humanos desde que el homo sapiens defecó y orinó (y quizás antes). 

Después crecen un poco y llega el momento del sexo –más allá de la reproducción-, con sus órganos, la masturbación y el mundo tabú y misterioso de la libido, del sexo anal y oral, el kama-sutra; sin contar el mundo de los profesionales del sexo, el machismo, las infidelidades, las aberraciones, etc., temas fértiles para la gracia simplona.

En resumen, lo escatológico y lo sexual son etapas consustanciales y trascendentales del ser humano, que lo marcan de por vida y por ende en su sentido del humor. Son cosas físicas, situaciones y acciones concretas que experimentamos todos y sin necesidad de desarrollar las neuronas, y menos el espíritu.

Pero esas son etapas y a medida que vayan creciendo los muchachos su sentido del humor irá cambiando con ellos. Y si los educadores (sobre todo padres, pero también maestros, como debe ser), les desarrollan el sentido del humor a esos niños y adolescentes, comenzarán a disfrutar del placer cómico y a reír de todo en la vida. Y si en su formación se culturizan bien, empezarán a disfrutar del humor “inteligente”, del fino, del que hace pensar, del que eleva el espíritu. 

Además, tenemos que el sentido del humor, no sólo proporciona alegría y bienestar per se, también tiene importantes implicaciones en el óptimo desarrollo emocional de nuestros hijos. ¿De qué manera? Pues favorece el aprendizaje (según la American Psychological Association), el desarrollo de la creatividad y de la imaginación; fomenta una mejor autoestima; ayuda a tomar perspectiva y por tanto a gestionar mejor las emociones negativas o a tomar decisiones; disminuye el estrés y favorece la socialización, entre otros beneficios.

Lamentablemente, sabemos que un aplastante número de adultos no siguen ese camino en la vida y continúan siempre siendo seres básicos, con el sentido del humor sólo estimulado hacia la burla personal, el chiste escatológico y el sexual, convirtiéndose entonces en tristes modelos para sus hijos.

Lo anterior explica que los dos chistes documentados más antiguos del mundo son: 1) del 1900 a.C. y procede de un proverbio de los sumerios: “Algo que no ocurre desde tiempos inmemoriales: Una joven mujer que no se haya tirado un pedo en el regazo de su esposo”. 2) del 1600 a.C.: “¿Cómo entretienes a un faraón aburrido? Haces navegar sobre el Nilo una barca cargada de mujeres jóvenes vestidas sólo con redes de pesca y le pides al faraón que vaya a atrapar un pescado”.

Obviamente, ni aquellos sumerios ni los faraones podían ser muy cultos, por razones obvias, entonces reían de esos tipos de chistes elementales, primitivos.

También sabemos que las primeras comedias en la Antigüedad, trataban sobre obscenidades, infidelidades, vulgaridades populacheras. 

El filósofo argentino-español Mario Satz, tiene una mirada más elevada sobre este aspecto:

“¿Quién dudaría en considerar, a estas alturas, al humor y a la risa como “limpiadores sociales” de primer orden? Bastaría observar hasta qué punto un alto porcentaje de nuestros chistes tienen que ver con lo escatológico, con lo excrementicio, con la vida privada de nuestros esfínteres para acreditar, en los humoristas, aquello que en la sangre realiza el sistema venoso. Sabemos que, fuera de sus vasos, la sangre se coagula, es decir se detiene. Por eso mismo y en oposición a ellos, el buen humor, el gran y noble humor debe ser incruento y piadoso y no paralizar a sus oyentes causándoles pánico o disgusto. Su emblema será el principio del placer, la gracia del bienestar. ("Las vocales de la risa". Editorial Miraguano. 2001. P, 21).

Este asunto lo abordó en profundidad el crítico literario, teórico y filósofo ruso Mijail Bajtín (1895 -1975), con su investigación de la cultura popular.

Él es una figura fundamental, para el que como yo, estudia la Historia del Humor. Especialmente si nos interesa esta inclinación del ser humano a reírse de algo “tan bajo”, como hemos visto. Ojo: a mí me da risa también esas "cochinadas", porque me considero un ser humano como otro cualquiera, obvio. No piense usted, querido lector o lectora, que me las doy de elitista en ese sentido. Lo importante es dónde, cuándo y cómo usar ese gusto populachero en nuestras rutinas humorísticas.

Veamos por encimita parte de la historia de los festejos populares –según Bajtín-, como el carnaval, donde este tipo de humor tomó auge. Según muchos entendidos, el origen del carnaval se remonta a la antigüedad y existen algunas evidencias de que el pueblo sumerio ya realizaba este tipo de festejos hace 5.000 años. También puede decirse que sus raíces están en las fiestas paganas que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto. En opinión de los historiadores, después se expandió esta costumbre por toda Europa y los navegantes españoles y portugueses, a partir del siglo XV, la llevaron a América. Ya en estas tierras se fusionaron con las antiguas celebraciones andinas y las de origen africano, que trajeron consigo los negros esclavos. Ojo: todas esta fiestas se relacionan con las borracheras, los banquetes, el baile y el sexo desenfrenado.

Pero detengámonos en los comienzos de la Edad Media, cuando la Iglesia Católica propuso oficializar el carnaval. ¿Objetivo? Que el pueblo hiciera catarsis para que entrara “más preparado” al período de cuarentena destinado a la abstinencia, recogimiento y el ayuno, más oraciones, penitencias, etcétera.

No hay que añadir nada más para entender la necesidad, la importancia del carnaval para un pueblo. Fiesta esencialmente popular entonces. Fiesta con libertad, nos dice Bajtin. Imagínese entonces cuando la Iglesia abrió esa compuerta en la Edad Media. ¿Saben ustedes cuáles eran una de las mayores diversiones en ese entonces? Representar obras teatrales en plazas al aire libre, donde lo grotesco y vulgar imperaba en cada argumento. Una de las actividades favoritas era crear un muñecón con la figura de una autoridad, incluso eclesiástica, y como todo estaba permitido, hacían desfilar por las calles a ese muñecón, mientras el populacho le lanzaba orines y excrementos.

Con el Renacimiento y la importancia de las artes, después con la oficialización de la educación, etcétera, el ser humano comenzó a darle más relevancia a cosas más “intelectuales”, como juego de palabras, asociaciones de ideas o la inteligente ironía. Es decir, comenzó a darle importancia a reír para hacer pensar, para elevar el espíritu, pero sin dejar de reír de lo escatológico, de lo vulgar, de los grosero, por supuesto, ya que nunca dejamos de ser humanos, ¿no es cierto? Sin embargo, arrinconamos esa risa para disfrutar de ella solo en ciertos momentos y lugares.

Pero eso no sólo sucedió hace cientos o miles de años, actualmente la gente continúa riéndose a carcajadas de los mismos chistes, porque no se educan (educar no es solo instrucción), no se culturizan como dije y no pueden formar a sus niños. 

Eso lo saben los humoristas de pocos recursos y bombardean a sus públicos con sus caca-pedo-pipi y pene-teta-coito, para obtener la risa fácil y segura.

O saben o intuyen que todo lo que de placer después de sufrir, es bien recibido por el ser humano. Es decir, aguantar un gas en nuestro interior, no poder defecar o hacerlo mucho, dificultad para hacer bien el amor o no poder hacerlo, o cualquier relacionada con lo anterior, o con las partes del cuerpo involucradas. Todo eso si se menciona o sugiere en la vida cotidiana y más en un escenario, libro, dibujo, película, o cualquier manifestación artística, produce risa segura. Porque son cosas no tan graves como la muerte o estar cerca de ella; por ejemplo, padecer de cáncer, sida, esclerosis, alguna dura discapacidad, etcétera. Ahí cuesta más reírse de eso, porque la lástima al ver a uno mismo o a algún ser querido padeciendo eso o muriendo, inhibe la risa. Pero algo menos trascendental es placentero que venga la risa a "aliviar". A lo anterior se le suma que esas necesidades fisiológicas, de reproducción, etcétera, pertenecen a todo ser humano, nos iguala. En sudar, orinar, defecar, vomitar, eyacular, no hay clases diferentes, todos hacemos lo mismo, entonces es aceptado con placer que se reconozca en público, estando uno ahí, participando del hecho.

Ojo, no estoy tratando de imponer que no nos riamos con ese tipo de humor, porque es imposible. Mi interés es que no deformemos a los niños, dejándolos solos consumiendo los simples y básicos chistes con esas temáticas. Desarrollémosle el sentido del humor para que si se van a reír de lo relacionado con el sexo y con lo escatológico, lo hagan con chistes de alta elaboración artística, ingeniosos, de buen gusto y -más importante-, que consuman el buen humor en su amplia gama de temas y del tipo que haga pensar, aunque sea un poco, ¿no?. 

Tenemos entonces un círculo vicioso, perverso, donde los adultos no se forman bien y no desarrollan bien su sentido del humor, por lo que forman mal a sus hijos y no les desarrollan su sentido del humor tampoco. Éstos crecen, le hacen lo mismo a sus hijos y así sucesivamente. ¿Cómo romper entonces ese círculo? Sabemos lo fácil que es decir “mejoremos la educación del país” y lo difícil que es que eso suceda en la realidad. Por lo tanto, lo único que se me ocurre es que comencemos una campaña de concientización de los adultos mal formados, enseñándoles lo importante que será para sus hijos y así comiencen a mejorar su formación, ayudados por los que se supone saben educar. Forjemos seres humanos mejores, por favor.

¿Esto que digo significa que se debe prohibir el uso de palabras obscenas, por ejemplo, en las obras artísticas? ¡No! Porque si aportan al mensaje, al argumento, si están bien justificadas, si no agreden, por supuesto que son bienvenidas. ¿Se debe prohibir el chiste sobre sexo? ¡No! 

Lo que sucede es que algunos humoristas, los que buscan la risa fácil con estas vulgaridades y referencias sexuales, deberían hacer su trabajo en ciertos espacios (centros nocturnos, o en momentos festivos, con alto nivel de alcohol, sin niños presentes, etcétera). Pero, lamentablemente lo hacen en eventos culturales, artísticos y hasta masivos. En fin, involucionamos.

Ahora, ¿tienen derecho a hacerlo donde les de la gana? Claro que sí. Si las autoridades del lugar o del medio donde se expresan se lo permiten. Porque así son las reglas de la libertad de expresión. Y los que se sientan ofendidos, agredidos, irrespetados, también tienen derecho a demandar a ese humorista según las leyes y los jueces castigarlos. Así se comporta uno en democracia.

Eso es fácil que ocurra, claro, pero ojo, podríamos llegar al extremo de las dictaduras, en que reducen al mínimo los temas para hacer humor y así las libertades se acotan hasta desaparecer.

Entonces, como en todo, siempre hay que buscar el equilibrio ideal. Aunque por favor, pase lo que pase, jamás pongamos en juego la libertad de expresión.

¿Cómo combatir ese tipo de humor que en vez de beneficiarnos, sobre todo a los niños, hace que nos volvamos más primitivos? Cuando un humorista explota ese facilismo de mal gusto, cambiemos el canal o el dial; no leamos el libro, la revista; no visitemos ese sitio web; no asistamos a los teatros o escenarios donde se presentan, etc.. Entonces los responsables de programarlos o de publicarlos no lo harán porque saben que les bajará el “rating”. Y los periodistas ignorantes o mediocres no los ensalzarán más. De esa manera dichos humoristas tendrán que cambiar sus rutinas o mantenerse en sus sitios, donde hay un público que disfruta de ese humor tan básico y elemental como cualquier necesidad fisiológica.

 

También te invito a leer este artículo mío sobre el concepto en que se basa la mayoría de los que hacen stand up comedy:

 

El crítico español Jordi Costa, es el responsable de la creación del término “posthumor”. Según él, es la comedia donde la risa ya no es la prioridad y en la que prima la incomodidad, el malestar por encima de otras cosas”.

A lo anterior le sumo la opinión de la humorista española Ana Morgade: “El humor blanco es un invento de quedabienes. Para hacer reír es necesario ofender, deformar, mentir y exagerar. El humor no es inofensivo".

Y como tercer elemento, añado este comentario del señor Juan Gómez en el mundo.es, refiriéndose a varios colegas que se presentaban: “… son humoristas salidos del stand up comedy, que han renovado el género, son los rostros del humor moderno, el posthumor o como quiera que se llame el humor que hoy sí nos hace reír”.

Esto último lo subrayé porque me traumatizó.

Entonces hago un resumen hasta aquí: el posthumor es molestar u ofender a alguien, sin importar si es gracioso o no. Es el que está lejos del humor blanco y el único que funciona en estos tiempos.

Una vez aclarada la nueva clasificación que se le impone al pobrecito humor, tan traído y llevado, tan justipreciado y menospreciado, paso a mi reflexión al respecto.

Ante todo, declaro en este texto, de manera pública y oficial, que acepto esa nueva definición, pero no me identifico con ella.

Me explico mejor. Para mí, lo cómico (ver Teoría Humor Sapiens en www.humorsapiens.com), se produce en un proceso que ocurre en el cerebro de cada cual y el humor es la expresión de lo cómico

Por favor, no obligo a nadie a que piense como yo, sólo expreso cómo entiendo todo este fenómeno que abarca lo psicológico, filosófico, estético, etcétera.

Entonces, para mí todo el humor que se produce en este mundo lleva en sí lo cómico, o no sería humor.

De ahí se deriva que jamás podría clasificar a un artista de cómico y a otro de humorista.  

¿Y por qué subrayar eso? Porque el concepto de posthumor y sus seguidores rechazan a todo el que practique el humor como "quedabienes", como si fuera un defecto tratar de hacer reír desde un payaso al humor de Les Lutheirs, por ejemplo, porque no "agraden, ofenden, molestan" con sus creaciones.

Lo siento, pero no puedo identificarme con alguien que arrincona el humor al concepto de que sólo es el que molesta y ofende y son tan soberbios como para afirmar que es el único que hace reír en la actualidad.

Es el momento de citar aquí la frase de Les Luthiers, el mejor grupo de humor escénico-musical de habla hispana de todos los tiempos, según muchos (incluyéndome), frase que dijeron en una entrevista por sus cincuenta cumpleaños: “Somos unos payasos elegantes con un humor refinado”. Ahí está, esos grandes artistas no tienen complejo alguno para confesar que son payasos. Porque ampliaron para bien –y no despectivamente como es usual en otros-, esa labor. Y de paso gritan a los cuatro vientos los orgullosos que están de ser humoristas.

Sin embargo, quiero ser justo: la mayoría de los que rechazan el humor blanco en general, son lo colegas que se refugian en este posthumor. ¿Por qué? Entre otras cosas porque hacer posthumor ES MÁS FÁCIL, lo que implica que es una forma de crear que le facilita la vida a los mediocres. Ojo, no digo que el género stand up comedy sea menor (para los que les gusta malinterpretar). Conozco excelentes comediantes de alto nivel que lo practican. Me refiero a que como muchas veces no usan el lenguaje teatral, actoral (o lo usan muy poco) y casi nunca utilizan la dramaturgia, es más fácil para que los mediocres se suban a escena a ofender y humillar a sus víctimas, o a sacar risas con vulgaridades y alusiones al sexo.  

Para mí (y para otros creadores a los que le he preguntado) es más difícil hacer humor blancolúdico, que hacer ese humor corrosivo, ácido, directo, humillante. Para un creador es más difícil hacer humor blanco, ya que es un juego intelectual. Es mucho más elaborado que ese que hace bulling, que es producto de la caza del defecto ajeno para contarlo en forma directa, con pose de "soy agudo, inteligente y estoy por encima del Bien y el Mal", como hacen los mediocres.

Ese humor blanco al que me refiero no es sólo el chiste sin burla, sin vulgaridad ni grosería, sin oscuras intenciones o el infantil, también incluyo al inteligente, al refinado, al ingenioso, al muy elaborado artísticamente y que está en el otro extremo de la gama como ya dije.

Por ejemplo, cuando Les Luthiers, los reyes del humor blanco, presentan en escena el número de los políticos corruptos que desean cambiar el Himno Nacional, realizan sátira, se apoyan en ironías; es decir, se burlan y critican a esos malos políticos, van contra la corrupción, contra lo mal hecho, etcétera y, sin embargo, no incomodan ni ofenden a nadie. No hacen “posthumor”, y ¡Oh, sorpresa! ¡SÍ HACEN REÍR A TODOS EN ESTOS TIEMPOS!, lo demuestran día a día por todo Hispanoamérica.

Otro matiz: no existe un humor que sólo haga pensar, porque si no hace sonreír internamente por lo menos, si no conlleva lo cómico aunque sea en una mínima cuota, no se le podría llamar humor, repito hasta el cansancio.

Como ya señalé al inicio, acepto este nuevo concepto de posthumor” (no puedo hacer otra cosa), pero no sólo no lo comparto, sino lo rechazo. Claro, no haré nada contra el que lo practique, porque soy un apasionado de la libertad de expresión y para mí al humor no se le puede poner límites. Y soy de los que defiende que exista todo tipo de humor, me guste o no. Pero de ahí a consumirlo, va un gran tramo. Ojalá, con sinceridad, les vaya bien a todo el que lo practique, pero que no invada todo en nuestra vida, por favor. Ojalá que pronto tengan definitivamente su rinconcito en la ciudad, para que allí acuda el público de ellos, como los rinconcitos que han tenido siempre los que hacen humor vulgar y grosero. 

Ese es mi ex post y no pudo ser un ex ante, porque ni me imaginaba que iba a surgir algo así. No fui capaz de leer bien lo que nos estaba envolviendo. Por favor, díganme que esto mejorará, para seguir riendo y haciendo reír sin preocuparme... ¿o acaso soy soy muy "tragiquista"?

 

Y por ultimo, me gustaría que leyeras también –perdona tantas tareas, pero quizás te convenga para tu trabajo-, este artículo mío donde defiendo el humor blanco que tanto me gusta y que he hecho mayoritariamente en mi carrera:

 

¿Cuál es el humor blanco? Con este término suele aludirse, de manera intuitiva y aproximativa, al humor que —no importa cuál sea su tema— se percibe “limpio” de referencias al sexo, de burla o ataque contra alguien o algo, de cualquier tipo de virulencia o acidez, de cualquier intención que no sea la de hacer reír sanamente, “inocentemente”, por lo que no puede ofender ni a niños ni a abuelitas.

Como es obvio, es este un concepto más bien vago, de límites imprecisos, e implica una idea de “pureza” que siempre es discutible, pues cabe preguntarse si en el humor no hay siempre, en algún sentido, un cierto matiz de burla o irreverencia.

¿Por qué comienzo con la definición de humor blanco? Para que se entienda mejor el objetivo de esta reflexión, que no es más que defenderlo.

Al grano. No hace mucho leí en un diario mexicano que el famoso cómico Mauricio Herrera afirmaba que él era el único humorista vivo que hace humor blanco en México. Argumentó que ya no hay comediantes que busquen explotar la inteligencia y los juegos de palabras.

Me sorprendió y sentí mucha pena. ¿Entonces yo también estoy en vías de extinción?
Sin dudas el anonimato de las redes sociales, con sus toneladas de groserías y vulgaridades supuestamente cómicas y la posibilidad cobarde de criticar sin dar la cara, escudándose en la libertad de expresión, creyendo hacer sátira, cuando en realidad no hacen humor, sino practican el escarnio sin filtro; sin dudas, decía, tiene mucho que ver con no gustar como antes del humor blanco.

Pero también la baja en educación -no instrucción, siempre recalco-, en la formación integral y nivel cultural de nuestros niños, jóvenes y adultos jóvenes, que han perdido el rumbo entre la tecnología mal usada, el consumismo o la extrema ideologización, buscando llenar profundas lagunas intelectuales y espirituales que intuyen tienen.

¿Qué otro elemento me falta como causa de la desaparición del humor blanco? El que sepa que me ayude.

Hace un tiempo, un periodista de lanacion.cl escribió sobre el colega “Firulete” algo sorprendente. Decía que el humorista chileno fue algo así como el baluarte de un humor "brutalmente inocente". ¡Para no creer!

Primero me consternó que asegurara que ese humor era como "antiguo", como "pasado de moda". Y segundo, me impactó el uso del término "brutalmente". Para mí, realmente es una cosa monstruosa. Quiero señalar aquí que el humor inocente, infantilón, blanco, jamás pasará de moda.

Y si ese periodista piensa que el humor burlón, grosero, vulgar, de doble sentido sexual o sarcástico es mejor, más "intelectual", o de mayor calidad per se que el inocente, su opinión deja mucho que desear.

Por supuesto, si se refiere a que en la actualidad cada día se incrementan más los humoristas que practican el humor no inocente, estamos de acuerdo. Pero no significa que el humor de Firulete esté demodé; lo que quiere decir es que nuestros creadores y consumidores de humor han bajado el nivel de calidad, lamentablemente, ya que se sabe que el humor blanco es más difícil de hacer.

Por favor, no se deje engañar. Todo humor sano es bueno, todo lo que produzca risa sana es bueno, incluyendo la misma burla, con sus variantes de sátiracaricaturaparodiabroma o ironía, cuando son constructivas, incluso puede ser positivo el humor de doble sentido sexual o escatológico, cuando es de buen gusto (eso no abunda, lamentablemente). Aunque nunca será bueno el humor burlón cuando la víctima de esa burla sufra y nunca será beneficioso el humor grosero, vulgar, de mal gusto si se hace en el lugar y momento inadecuado.

Sin embargo, el humor infantil, blanco, incluyendo el que hace pensar, claramente, es fundamental en el ser humano. Cuando el humor inocente falta, como ese opinólogo dice, faltan entonces muchos valores humanos.

Repito, me encanta el humor blanco y trato de crearlo junto al humor que hace pensar, y al absurdo, al negro y al humor infantil. Y sé, porque tengo desarrollada mi capacidad de autocrítica, que no se me da con frecuencia el humor político, ni el picaresco, ni el costumbrista, ni el ácido y menos el sarcástico. Pero eso no quiere decir que no los valore, que no los disfrute y que me encantaría tener el talento para hacerlo. Por tal motivo debo dejar establecido algunos puntos importantes para mí, a modo de conclusión:

Humor blanco no es lo contrario de humor negro, como le escuché decir a un humorista en televisión. El humor negro es el llamado "humor cruel" y puede llegar a ser inteligente y hasta terapéutico (lo he experimentado en mis talleres). Y no es el humor vulgar y/o ácido, le aclaro al colega.

* Todo humor que haga reír o sonreír sanamente es bueno para mí, esté clasificado en la modalidad que sea.

* No existe una modalidad o género dentro del humor que sea mejor que otro.

* El humor blanco no está pasado de moda (ni nunca lo estará), como quieren hacernos creer algunos humoristas y periodistas.

* Estoy de acuerdo con "el humor sin censura", desde el punto de vista de la libertad de expresión. Por ese motivo me siento hasta en la obligación de aceptar el humor que hacen, por ejemplo, los humoristas de la revista Charlie Hebdó, el cual detesto. Pero prefiero que exista a que lo censuremos (o peor, lo que hicieron esos locos, asesinos y salvajes yijadistas).

Ojo, no se trata de decir o no malas palabras, o de usar el doble sentido en el tema sexual, o el humor picaresco o el humor político fácil y directo, por mencionar algunos tipos de humor que se explota mucho de manera mediocre en escena, pantalla y gráfica últimamente. Se trata de hacer arte y no usar ese recurso por gusto, sin razón, sin justificación, sólo porque se sabe que es una “técnica” segura que hace reír, o porque "así habla el pueblo", como a veces he escuchado para justificar su uso.

Esos tipos de humor agreden nuestro intelecto, nuestro espíritu, nuestro buen gusto y a la razón de ser del arte, del humor

Solo les pido a los que tengan poder, que permitan hacer ese humor nada más donde y cuando se pueda hacer. Y ojalá no lo programen en los medios masivos, porque malforma a los incautos que lo consumen sin saber que les hace daño. Pero si se equivocan y lo programan, me encantaría que la gente supiera que puede cambiar de canal, mover el ideal, buscar otra revista, etcétera . Así, el que desee consumir ese humor tiene derecho a hacerlo y el que no quiera que no lo consuma y todos felices.

En fin, seguiré creando humor blanco, porque tengo abundantes pruebas de que a los niños les gusta. Pero no sólo a ellos, muchísimos padres, profesores, bibliotecarios, motivadores de lectura, etcétera, disfrutan de mi humor y me lo confiesan. Más los adultos que me siguen tanto en escena como en mis libros y textos breves, chistes gráficos y demás locuras.

¿Entonces? ¿Cómo se entiende que algunos afirmen que no gusta ese humor y por otro lado mucha gente me dice que gusta? ¿No será que es falso que a la mayoría de los consumidores no les gusta? ¿No será que esa es la impresión que da el ver las redes sociales repletas de otros tipos de humores y supuestos humores (léase pus)? Como tienen más vitrina porque usan las redes todo el tiempo y suenan más, nos confunde en el cálculo, y a lo mejor son muy pocos. Esa confusión la pudo tener el amigo humorista mexicano.

Prefiero pensar positivo. Y sin menospreciar ningún tipo de humor, porque todos me agradan si están bien hechos, continúo defendiendo el humor blanco y casado con él, hasta que la muerte no se ría.

 

Bien, después del bombardeo que te hice con mis artículos, paso a resumirlo todo por si quedó afuera algún tópico que te interesaba:

*Hay menos humoristas mujeres por una causa hormonal y otra cultural.

*Cuando la mujer hace humor, no la diferencia en cuanto a calidad del humorista hombre; es decir, el género no determina la calidad del humor que hagan.

*El tema escatológico y el sexual es normal que sea tan importante en el ser humano. De ahí que haya tantos humoristas en la Historia de la Humanidad que usen y abusen de esos recursos, porque saben que es risa segura. Por lo tanto, es la explicación de por qué hay tantos chistes sobre esos temas.

*Uno puede hacer humor de todo en esta vida, tocar todos los temas que quiera, ya sea sobre minorías, o lo que sea. Eso es libertad de expresión, humor sin límites. Claro, el asunto es hacerlo sin ofender a nadie. Si un chiste ofende a un gay, una mujer, un negro, etc., etc., la sociedad democrática tiene canales para defenderse. Y si no le gusta la ley, presionar a los políticos para que la cambie y si no lo hacen, no votar por ellos más. Así funciona la democracia.

*He visto a personas que se ofenden porque un chiste va contra su ideología, pero goza con el chiste que va contra la ideología del prójimo. No hay empatía, no hay mucha tolerancia que digamos. Y por otra parte, si comenzamos a prohibir temas en el humor que no me gustan a mí, tendría que aceptar las que no le gustan al prójimo también, lo que significa que en un momento, ya casi no habrá temas para el pobre humor. Eso sucede en regímenes totalitarios, o en mentes fanáticas. La solución no es prohibir, es educar, formar mejor a los niños para que “de grande” ni se les ocurran hacer esos chistes. O se educan para que sepan donde encontrar esos chistes en algún rincón de la ciudad.

*OJO: el humor no es burlarse, satirizar, solamente. Es un error cuando se habla de “el humor” y solo se piensa en el chiste tendencioso. 

*Muchas de “las gracias” que vemos actualmente en los humoristas, no es humor. Se confunde porque hace reír y aplaudir al público. Pero para que sea humor debe cumplir con el proceso cómico de cada persona desde recibir una incongruencia con un estado de ánimo lúdico, las neuronas de una parte del cerebro “descifren” y lleguen a la conclusión de que es un chiste, y den la orden a otra parte del cerebro para que segregue endorfinas, provocando un placer sui géneris y llegue la risa si se exterioriza ese placer. Y para que haya humor, esa persona que vivió ese proceso cómico ahora tiene la intención que una o X personas rían también, disfruten el mismo proceso cómico y hacen de fuente, le(s) manda(n) un mensaje a ese receptor o receptores. Es decir, el humor es la expresión de lo cómico. Sin embargo, muchas veces el público se ríe de cosas que no son humor, cosas que no cumplen con lo anterior. Y se ríen por alivio, alegría u otras razones pero no por humor. Por ejemplo, un humorista en Venezuela se para  en un escenario y dice “¡Hay hambre!” Y el público ríe y aplaude. Sin embargo, eso no es humor. No hay incongruencia. Otro humorista se para en un escenario y dice “¡Fulano es gordo!” o “¡mengano es corrupto!” y la gente ríe y aplaude. Eso no es humor. Ellos dicen algo que es verdad (o se supone que lo sea) y el público ríe, porque la verdad da risa, más si es dicha en público.

*El público influye en el humor, si el humorista conoce a ese público y sabe sus gustos, su formación cultural, su nivel educacional, etc..

*En cualquier país, por muy desarrollado que sea, siempre la gente se reirá de lo vulgar y lo sexual, como ya expliqué en los artículos. Pero en un país subdesarrollado intelectualmente aun más, porque sus habitantes, al tener menos educación formal, menos cultura, al estar menos interesados en el desarrollo del intelecto y el espíritu, serán seres humanos más básicos, elementales. En esos países subdesarrollados, lamentablemente va un poco en picada la cultura, el buen arte, el espíritu, debido a ese deterioro de la educación. De ahí que surjan en estos tiempos el reguetón en la música con sus ritmos elementalísimo y sus letras de mal gusto, vulgares, sexistas, etc. Y surjan los grafitis de baja calidad con pe´simos contenidos y surjan los stand up comedy mediocres. En todos los casos sabemos que hay obras de nivel, pero son escasas, porque son modalidades con menos exigencias formales. En fin, el humor ha sufrido por estas razones.

*En estos tiempos donde se ha incrementado la lucha de la mujer por sus justos derechos; sin dudas ha ganado espacios, como lo están ganando los gays desde hace un tiempito y así. Eso significa que se supone que el humorista actual escoja mejor los chistes y no denigre a la mujer y al gay, para seguir con esos ejemplos. Pero ojo, eso hace que se confundan muchos ignorantes y más los de mentes extremistas. Se puede hacer un chiste sobre una persona muy seria, sobre una persona que le guste ponerse solo ropa de cuadritos, etc., etc., Esos no son defectos, no son enfermedades, no hay discriminación, no se producen daños si nos reímos de ellos. Pues igual sucede con las mujeres, los gays y cualquier otra minoría. Si el chiste no es ofensivo se pueden hacer chistes sobre ellos, porque no lo suyo tampoco es una enfermedad ni un defecto, etc. Pero las mentes fundamentalistas no distinguen las fronteras y como dictadores, reclaman la prohibición total. Error. Y estoy en contra de eso. 

*Y recuerda que todos los chistes, ya sean sanos, vulgares, inteligentes, sobre sexo, discriminatorios, blancos, ácidos, burlones, etc., todos repito, van a hacer reír al público, por las causas aquí expuestas, aunque tú y yo y un grupo más reclamemos, gritemos, protestemos. Y si se educa ese público, igual se reirán de los mismos chistes y de los inteligentes, los que lo hacen pensar también. Así es el ser humano. Pero como queremos mejorar, mejor arrinconamos el humor que no ayuda y le damos más apoyo y fuerza al otro. Es un proceso.

*Cuando veas que unos humoristas se toman los escenarios para hacer un mismo humor (el que sea), esperemos que sea moda y cuando mejore la educación formal y la cultura, irán desapareciendo o arrinconándose en la sociedad.

*Mis opiniones no son verdades absolutas. Puedo estar equivocado fácilmente. Solo son el producto de mis vivencias, estudios y reflexiones. Además, en este giro todo cambia. Cada día se hacen nuevos descubrimientos, frutos de nuevas investigaciones, etc. Claro, también significa que las opiniones parecidas o contrarias a mí, tampoco son verdades absolutas por las mismas razones.

*Conclusión, no me hagas mucho caso.

Gracias por interesarte en saber esas opiniones mías.

 

Nombre del entrevistado: 
Región Metropolitana