Vis a vis con la vis cómica. Entrevista a humoristas gráficos

Dos reseñas: una escrita por el escritor y humorista literario español Enrique Gallud Jardiel (junio/2025) y otra escrita por el historiador y estudioso del humor gráfico, el portugués Osvaldo Macedo de Sousa.
Reseña # 1
Una de las grandes ventajas del humor es que te da la más completa libertad para escribir lo que te salga de los hemisferios (cerebrales), sin tener que dar cuentas a nadie. Esto no sucede con la literatura ensayística, por ejemplo, en la que tienes que cuidar el dato, ni en la novelisticoculebrónica, en la que has de procurar que tus tramas no caigan en el ridículo para no volver a levantarse más.
No. El escritor de humor (no lo llamo humorista para que no lo confundan con los señores que se limitan a contar en televisión chistes que estaban ya anticuados y decrépitos durante el Paleolítico superior) puede escribir lo que quiera; lo peor que le puede pasar es que lo escrito no tenga gracia, pero nada le impide hacer que su protagonista tenga contraiga matrimonio con un ladrillo, mantenga una conversación con un paraguas o juegue al dominó con el espíritu desencarnado de Wifredo «el Velloso», si así le apetece, sin tener que justificarlo.
Pues bien: haciendo un usado oso (un usado oso, no: un osado uso, quiero decir, que se me ha colado una metátesis a traición) de esta libertad mencionada, el gran cómico Pepe Pelayo se ha atrevido aquí a emprender la tarea más difícil que se le pueda ocurrir a un indoeuropeo: ¡a definir el humor, nada menos! Y a desglosar minuciosamente muchas de sus particularidades en este libro, que es el primero de una serie de cinco (o el último, todo depende de por dónde empieces a contar), todos ellos en la misma línea cómico-didáctico-informativa.
Y como Pelayo es listo, no ha hecho el trabajo él solo, sino que para que le ayuden en tan manga tarea se ha sacado de la magna (me ha pasado de nuevo; ¡lo siento!) un centenar y medio de amigos, expertos en la materia. A esta variedad de comportamiento consistente en lograr que otros te saquen las castañas del fuego mientras tú te las vas comiendo en el más agradable de los ocios se le denomina actualmente ‘delegar’ y se considera una virtud laboral muy a tener en cuenta.
Es broma, porque para poner en orden en... vamos a ver: ciento treinta y seis humoristas, multiplicados por trece preguntas del cuestionario, son... ¡un montón de respuestas que catalogar, analizar, sintetizar y estudiar! Concretamente, mil ochocientas cuarenta y siete opiniones (seguro que la cuenta está mal hecha, pero ser de Letras nos exime de responsabilidad; váyase eso en compensación por el desprecio que siempre nos muestran los que son de Ciencias).
¡Ah! Y tras correarse con tanta gente (iba a escribir ‘cartearse’, pero ahora todo se hace por correo electrónico), Pelayo ha llevado a cabo un magistral resumen de contenidos, con reflexiones y flexiones (las flexiones son las reverencias simbólicas que el autor les ha hecho a los participantes para agradecerles su ayuda, porque pagarles, no creo que les haya pagado nada).
¿Qué tenemos entonces entre manos? ¡Pues un libro estupendo, señores míos! Un tratado doctísimo sobre esos mil aspectos de la risa que interesan a las personas inteligentes (los tontos no se preocupan de los mecanismos de la creación artística, que es terreno reservado a las grandes sensibilidades). En él se dilucida de dónde sale el humor, a dónde va, qué es lo que hace por el camino, quiénes lo cultivan, quiénes lo venden y quiénes son los intermediarios que se forran al hacerlo, qué límites tiene (si es que tiene alguno), cómo se lleva con su archienemiga (la Censura), cómo está de salud, qué proyectos tiene para el futuro próximo y lejano, qué relación va a tener con la IA y otros muchos aspectos de su personalidad y capacidades. Información toda ella de primera mano, salida, como suele decirse «de la boca del caballo», siendo el caballo en este caso (con perdón) todos esos humoristas gráficos que se dedican a hacernos la vida agradable a los que nos portamos bien y a cantarles las verdades del barquero a los que se portan mal, pues ya se conoce el lema tácito y supremo de los que se dedican a esto: «Castigat ridendo mores» (riendo, corrijo las costumbres). Los dos principales fines del humor son el solaz y la crítica.
Y el libro tiene más cosas, muchas más. Para empezar, las ciento y pico autosemblanzas con las que los dibujantes nos cuentan su tránsito al sagrado terreno del humor, sus logros, sus experiencias y propósitos artísticos. Para seguir, información a raudales sobre este aspecto literario en distintos países y sociedades, y las situaciones político-lo-que-sea que impelen a los artistas a dibujar compulsivamente. Y, para resumir, la sabiduría artística no de uno, sino de 137 señores (Pepe incluido), lo que resulta una ganga considerando la calidad/precio del producto.
Personalmente, no puedo dejar de recordar una curiosa frase de Salinger: «Un libro es bueno cuando, al acabar de leerlo, te entran muchas ganas de llamar al autor por teléfono». A mí es lo que me ha pasado y lamento no poder entablar ese centenar y medio de conversaciones con artistas de tantos países que no sé si tendrían tiempo para mí, pero que más que bastante han hecho contribuyendo con su experiencia, sus consejos, su saber y su ingenio a esta manga obra (¡otra vez!).
Enrique Gallud Jardiel
Reseña # 2
La desenfrenada carrera que la humanidad ha concebido para su vida cotidiana la ha llevado a olvidar que existen vidas más allá de las líneas, las letras, los objetos… que existen existencias más allá de la experiencia. Si un chiste gráfico, una caricatura, tras un solo vistazo (con la esperanza de influir en los pensamientos y emociones del espectador) se desecha fácilmente en la basura, ver más allá de las líneas y las letras ha sido la ardua labor de un investigador, quien afortunadamente también es humorista, intérprete y promotor de estas artes fundamentales. Me refiero, por supuesto, al cubano/chileno Pepe Pelayo, quien, para facilitar su trabajo, lanzó el sitio web Humor Sapiens en 2013, que sigue siendo un faro de este universo.
Quienes investigan se cuestionan a sí mismos, cuestionan a quienes les rodean, creando ensayos o entrevistas a partir de esta interrogación. Así, junto al humorista y al investigador, aparece también el periodista/publicista. Fue en 2009 cuando Pepe Pelayo empezó a interrogar a sus colegas humoristas sobre sus vidas y sus reflexiones sobre esta actividad, apreciada por todos y denigrada por la indiferencia de la mayoría. El tiempo pasa, el material se acumula en las nubes del éter informático, creando polvo y un olvido estático.
Como la edad también ayuda, Pepe decidió revitalizar todo este trabajo acumulado y reunirlo en una serie de libros titulada "Vis a vis con vís cómica". Al final, serán cinco volúmenes, tal es la cantidad de material que posee. Este segundo se llama "Entrevistas con Humoristas Gráficos", es decir, algo más internacional, ya que el primero se dedicó exclusivamente a Cuba. Es, y será, una colección única para el conocimiento profundo, no solo de un investigador, sino de cientos de participantes en el mundo de la comedia, dando voz a personas de los cinco continentes, de diferentes culturas e idiomas, de diferentes rincones de esta aldea global que es nuestro siglo.
El título dice que son "Entrevistas". Sí y no. Sí, porque plantea preguntas a los autores. No, porque no se trata de una simple recopilación de las entrevistas realizadas por el periodista, sino de una comparación de las respuestas más pertinentes (quien quiera leer íntegramente las entrevistas individuales siempre puede acudir a la web de Humor Sapiens), un juego de cruce de opiniones, terminando cada apartado con un análisis del investigador, del pedagogo, que Pepe Pelayo no deja de ser.
¿A qué público se dirige? En primer lugar, a los artistas que desean verse representados en esta obra, seguidos por aquellos que desean ser representados. Pero más que a los egos, esta obra está dirigida a todos los públicos que disfrutan del humor gráfico, que desean saber quién está detrás de las líneas y las letras, que desean aprender más sobre cómo se crea este arte, cuáles son sus problemas de subsistencia, qué les depara el futuro, siempre desde la perspectiva “optimista” de los cómicos.
Todo comienza con la eterna duda de «ser o no ser» humor, es decir, la pregunta más difícil del humor: su definición. ¿Se puede llegar a una conclusión? Hay muchísimas, tal es la variedad de interpretaciones que puede tener una filosofía de la vida cotidiana, y cada lector elige la que más le atrae.
Al fin y al cabo, no se empieza por el huevo antes que por la gallina, y cuando se cuestiona a un artista, todo tiene que empezar desde el principio, para llegar al final, desde su realidad actual, es decir, ¿cómo empezó todo? Esto es algo muy íntimo, que nos brinda un mapa vocacional muy interesante de la génesis de la irreverencia cósmica. Se puede extraer una conclusión, ni definitiva ni vinculante: el humor, aunque puede perfeccionarse en la escuela (de la vida, esencialmente), nace con la persona. Pido perdón por la decepción de aquellos que, sin tener humor, aún querían ser humoristas, pero siempre pueden ser comediantes interpretativos.
“¿Es más fácil hacer llorar que reír?”. Para reír, basta con observar la vida que nos rodea, mientras que para hacer reír a alguien, es necesario deconstruir esa realidad para reconstruirla en una incongruencia humorística, que nos hace sonreír o reír a carcajadas y, cuando nos impacta, puede provocar una lágrima de resiliência.
“¿Humor gráfico con o sin texto?”. Esta pregunta ya la planteó Daumier en el siglo XIX, y depende mucho de cada creador y de su forma de comunicar el humor. Esta fórmula nos lleva a otra pregunta: el equilibrio entre tema y estética. Como dijo irónicamente un gran dibujante portugués: “Si supiera dibujar bien, sería un gran dibujante”, como si ya no lo fuera. Claro que, en el humor, lo más importante es el tema, el mensaje, pero la forma, por supuesto, contribuye a la transmisión y al éxito de esa comunicación. Si se puede combinar la alta calidad de ambos, mucho mejor.
Una cuestión que siempre puede estar sobre la mesa son los límites del humor. Claro que la ética es una prioridad y siempre debe haber un toque de diversión, pero claro que existen otras opciones en el universo de cada creador. Esto no significa que debamos aceptar la peor censura inquisitorial de todos los tiempos: la "corrección política", que da cabida a todas las sensibilidades, desde las más estúpidas, fundamentalistas hasta las más controladoras del humanismo.
Hay muchas más preguntas para leer, reflexionar y plantearse con los entrevistados y con el pedagogo Pepe Pelayo, en este maravilloso viaje por el universo de los humoristas gráficos que también hablan del presente y el futuro, terminando por dar voz a la Inteligencia Artificial y cuestionando su utilidad y función en este siglo XXI cada vez más tecnológico y menos humano. ¿O es el humor la última esperanza para seguir siendo humanos?
Así que, estén "vis a vis" con estos pensadores. Gracias, Pepe Pelayo, por este viaje, esta introspección, esta dinamización del mundo del humor internacional.
Osvaldo Macedo de Sousa