Algunas puntualizaciones sobre la historia del humor en Cuba durante los años 80. (Parte I)

 

En el pasado mes de enero La Seña del Humor, una reconocida agrupación escénica cubana, hubiera cumplido 26 años. Y como no siempre es 26, el colega Aramís Quintero y yo decidimos comenzar a recopilar material sobre ella, para armar un libro y así hacer justicia sobre lo que significó para el Teatro Cubano.

 

Entonces, como por arte de magia, empezaron las coincidencias. Es decir, desde que quisimos hacer el libro hasta la fecha, y sin saberlo nadie, amigos han abordado el tema y así han llegado más recuerdos; me han escrito colegas desde otros países mencionando una anécdota, un chiste, una frase, etcétera; el colega Del Llano del Grupo Nos y Otros de esa época, está por Santiago de paso y nos mostró un documental suyo que toca tangencialmente el tema; el colega Carrillo del Grupo La Leña de esos años, vino a vivir a Santiago desde Isla Negra y el colega Jorge Luis González del Grupo Sala Manca de aquella década, por supuesto, vino a vivir a Santiago también, pero desde Madrid. Por tanto, los asuntos “Humor”, “Seña” y “Años ochenta” han convertido en monotemáticas (además del terremoto en Chile y la situación de los huelguistas de hambre en Cuba, por supuesto), mis últimas conversaciones en este principio de año.

 

Sin embargo, no todo fue agradable. Me di cuenta que existían pequeñas lagunas en la Historia de esos años y que algunos escribían esa Historia a su conveniencia, tergiversando la realidad a su antojo, sin contar otros chanchullos, típicos del ser humano, que han deformado muchas cosas.

 

Entonces el motivo de estas líneas es, obviamente, aclarar ciertos puntos en la Historia del humor escénico cubano entre los años 1984 y 1991. Años que viví con mucha intensidad como humorista en La Isla. Insisto: sólo me referiré a esos años y a esa manifestación artística, porque fui testigo presencial. Lo que sucedió después de septiembre de 1991 sólo lo sé por lo que me han contado, porque desde esa fecha he vivido en Santiago de Chile y no tengo derecho a “meter la cuchareta” en esa otra Historia.

 

Se me ocurre que lo mejor es responder las preguntas más frecuentes que he escuchado, entre los que no conocieron esa Historia y entre los que desean ignorar la verdad. Por ejemplo:

 

¿En qué marco histórico-artístico se fundó La Seña del Humor?

 

Bueno, a grandes rasgos, todos sabemos que a principios de los años ochenta, el humor en la televisión había decaído mucho. Sólo quedaban grandes figuras que vagaban por algunos espacios sin buenos guiones. Me refiero a Enrique Arredondo, Idalberto Delgado, Eloísa Alvarez Guedez, Reynaldo Miravalles, Edwin Fernández, Agustín Campos, Aurorita Basnuevo, Wilfredo Fernández, José Antonio Rivero y unos pocos más. La “belle epoque” de los programas televisivos como “San Nicolás del Peladero” y “Detrás de la fachada” había terminado. Por suerte, algunos de esos comediantes “fuera de serie” se reunían en la radio en el único programa digno: “Alegrías de sobremesa”, del escritor Alberto Luberta, que como su colega Cástor Vispo de “La tremenda corte”, hizo también la hazaña de escribir, por años, un programa diario con calidad.

 

También recuerdo que se presentaban de vez en cuando en la televisión, el cuentachiste Chaflán, el fonomímico Centurión, Ido y Eddy con el típico humor por contraste de sus integrantes, el canta-autor Virulo y un comediante que rompió esquemas: Carlos Ruiz de la Tejera, por sus buenos textos y por su personaje sobreactuado que le salía muy bien.

 

También es importante señalar algunos espectáculos escénicos del Teatro Musical de La Habana con frescos aires humorísticos y del Grupo de Teatro Estudio, que por primera vez abordó la crítica social con gracia e ingenio.

 

Con ese telón de fondo, Virulo se adueñó del Conjunto Nacional de Espectáculo (CNE) y junto a los antiguos bailarines, reclutó a los comediantes Zulema Cruz, Ana Lidia Méndez, Carlos Ruiz de la Tejera, Tatita, el chileno Jorge Guerra, el guionista y comediante Rómulo, más la colaboración en guiones de Héctor Zumbado y armó una Compañía de humor escénico.

 

El CNE tomó el estilo de hacer humor y de hacer crítica de Virulo, con las agudezas de Zumbado y la calidad de los comediantes y con puestas en escena sin pretensiones, logró desmarcarse de los bodrios humorísticos que abundaban a principio de los años ochenta, después de la bonanza de los cómicos ya señalados en la radio y televisión.

 

Mientras tanto en la provincia de Matanzas (a 100 KM. De La Habana), alrededor del año 1982, se juntaron tres amigos: el Licenciado en Pedagogía y Literatura Moisés Rodríguez, el Licenciado en Letras Hispánicas Aramís Quintero y un servidor, un Ingeniero Civil, para hacer “algo serio” con el producto creativo de nuestro sentido del humor, al descubrir que lo teníamos muy parecidos. Entonces llamamos a Robertico, un amigo guitarrista y creamos el Grupo de humor escénico “Nosotros”. Pero nunca llegamos a estrenar el  show que montamos por meses en casa de Aramís.

 

De ahí, los tres amigos fundamos el Grupo de humor literario y gráfico “Tubería de media pulgada” y llamamos al arquitecto July, para que se encargara de los dibujos y diseños. Ahí sí tuvimos más suerte (y mucho trabajo, esfuerzo y tragos amargos en la relación con el periódico Girón) y conseguimos encargarnos de una página completa del suplemento cultural “Yumurí”, del diario.

 

Mientras nos publicaban nuestros primeros textos, chistecitos y dibujos en Matanzas, Aramís y yo escribimos una obra teatral que titulamos “El madrino”, una parodia de la película “El padrino”, con un humor muy parecido al humor Z.A.Z. (filme “¿Dónde está el piloto”, etc.) y se la llevamos a Virulo en La Habana, a través de un primo de Moisés que estaba casado con Zulema Cruz (¡gran amiga!), una de sus humoristas, como ya señalé.

 

Virulo leyó la obra y nos dijo que lo mejor era que nosotros mismos la montáramos. Con el tiempo nos dimos cuenta que ese no era, precisamente, el humor que le agradaba a Virulo, por eso no quiso involucrarse más.

 

Y llegó el primer Aniversario de “Tubería de media pulgada”. Zumbado ya nos había publicado un texto en la revista Bohemia, hablando muy bien de “este grupo de jóvenes humoristas matanceros”. Y lo celebramos en el Salón de Actos de la Biblioteca “Gener y del Monte” de Matanzas. Aceptaron la invitación de ir y actuar ese día: Virulo, Zulema Cruz, Rómulo y Zumbado. Por nuestra parte hicimos humor con nuestros discursos y comentarios públicos, más una exposición que inauguramos en la Galería Provincial de Matanzas, con obras gráficas y muchas instalaciones de creación colectiva.

 

Al cumpleaños de “Tubería de media pulgada” también asistieron el Grupo Dramático de Radio 26, El colectivo de humor gráfico “La colmena” y el grupo de Teatro “Mirón Cubano”, todos artistas matanceros.

 

Al final, Virulo y Zumbado insistieron en que debíamos hacer algo escénico.

 

Entonces, esa misma noche-madrugada de enero de 1984, en mi casa, nuestro grupo y los otros tres grupos matanceros señalados anteriormente, nos unimos para formar La Seña del Humor, nombre que le puse (y que aceptaron los demás), para parodiar la “Peña del Humor” que hacía El CNE los sábados  por la tarde, en el Teatro Karla Marx de La Habana.

 

En esa fecha, al nacer La Seña, no existían otros humoristas importantes, fuera de los arriba señalados, en la escena Nacional Cubana. Quizás se me haya ido algún nombre digno de mencionar y pido disculpas de antemano, pero esta es la verdadera Historia.

 

Invito a los que tengan dudas a que me escriban. Yo tengo todos los datos, todas las fechas y muchos programas, volantes, recortes de diarios, afiches, etcétera, como pruebas.

 

A partir de este punto de La Historia, comienza la respuesta a otra pregunta, que contaré en el próximo artículo.

 

Continuará…

 

Nota:

Foto de arriba: parte del CNE y de La Seña, alrededor de la gran comediante Natalia Herrera (el ridículo del bigote mexicanado con forma de timón de bicicleta es PP)

Caricatura de abajo: La Seña del Humor vista por el amigo y colega Boligán.