Andando por Cerdeira, Portugal, 2019

zz1.jpgEn varias partes de Europa se está haciendo y Portugal no se queda atrás. Están rescatando aldeas medievales en ruinas, abandonadas, ubicadas en medio de la sierra. Pero lo hacen los particulares. Por ejemplo, mi querido amigo Osvaldo Macedo nos llevó a una de ellas restaurada por holandeses o alemanes (no recuerdo bien). Gente linda que pide permiso, reconstruye una casita lo más fiel posible al original (los techos no eran de tejas, obvio, se usaban lajas en esas lejanas épocas, pero para vivir con las lluvias y demás, no se puede ser tan exigente, digo yo).

Pues la gente linda gestiona y consigue el agua y la luz y comienza a vivir ahí. Restaura otra casucha de la aldea y monta su taller de pintura, cerámica u otra artesanía. Restaura otra más y la arrienda a turistas interesados. Entonces abren una tiendita, una mini cafetería, etc., hasta que logran subsistir sin salir de allí. Explotan los recursos naturales de la zona y convierten aquella aldea abandonada en un pequeño retiro de silencio, belleza, magia.

Para llegar a Cerdeira, la aldea que visitamos, subimos por caminos asfaltados, pero sinuosos, algo difíciles. No entiendo cómo esos aldeanos medievales podían acceder a sus casas en medio de tantos cerros y bosques.

La aldea construida y reconstruida en la ladera bastante empinada de un monte quedó impresionante. Es como si nos trasladáramos en el tiempo. Daba la impresión que en cualquier momento uno se encontraría a un fortachón tipo Óbelix, pero en ropas más raídas y sucias, con barba dispareja, cargando una oveja en sus hombros, o una mujer con un pañuelo en la cabeza, por donde se le salen pelos como alambres, con rostro parecido a una típica bruja, cargando una cesta de repollos, por poner dos ejemplos. Pero la realidad es otra: solo te topas con gente linda y amable.

En fin, tremenda experiencia, lo digo muy en serio.

 

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