Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

La seña del humor de Matanzas por Dr. Addiel Mansito

seeeee.jpegLa seña del humor de Matanzas y Pepe Pelayo como director general transformaron el humor cubano para siempre. Después de más de cien años de teatro costumbrista, a finales de los setenta comenzaron a retirarse los grandes humoristas que aún quedaban de aquella época. El humor cubano entró en una especie de período de transición con el conjunto nacional de espectáculos y Virulo con sus peñas ya en los años ochenta. El humor entonces entró en una crisis identitaria, no tenía rumbo ni dirección. En el momento idóneo apareció la seña del humor y con ese acontecimiento fundacional cambió para siempre el humor cubano. Antes de la seña, más de 100 años de costumbrismos con grandes como Covarrubias en el siglo XIX o Villoch en el Alhambra. Leopoldo Fernández, Arredondo, todo fue costumbrismo de alguna manera. La seña del humor puso fin a ese ciclo glorioso y comenzó el nuevo humor cubano que llega hasta hoy. Parece que puede permanecer también durante cien años como su predecesor. Felicidades a ese extraordinario grupo de nuestra tierra matancera.

Homenaje a La Seña del humor. Por Jape. (Juventud Rebelde, Cuba)

captura_de_pantalla_2023-02-19_a_las_10.30.23.pngDescubrí al grupo La seña del humor de Matanzas una tarde de domingo de finales de los 80 en un espectáculo en el teatro Karl Marx. Había oído hablar de ellos con muy buenas críticas, pero como dice el viejo refrán, nada hay como ver, para creer.

Quedé atrapado en su novedosa forma de hacer humor, sin negar nuestro costumbrismo y el vernáculo de siempre. Poco tiempo después me hice miembro del grupo literario y teatral Nos y otros y esa acción, además de convertirse en uno de los puntos de giros más importantes de mi vida, me llevó a formar parte del Movimiento de Jóvenes Humoristas y por carambola conocer de cerca a los integrantes del afamado grupo de marras. Pero aquella tarde, en que los vi por primera vez, no podría imaginar que en el futuro me uniría una gran amistad con muchos de ellos.

¿Quién me iba a decir a mí, que sería amigo, o más, como un hermano, de ese «tipo loco» que arrastraba la marímbola de un lado a otro del escenario, en aquel popular y antológico número musical de la Seña? Hablo de Moisés Rodríguez, fundador, junto al siempre director del grupo José Pelayo Pérez. Pepe Pelayo, colega que admiro por su extensa y profunda obra y con quien hablo, vía internet, varias veces a la semana compartiendo diversas reflexiones, artículos, noticias, chismes… todo relacionado con el humor.

Otro de los que dieron origen a tan importante proyecto fue Aramís Quintero. Un hombre serio, aparentemente hermético… Un gran escritor y poeta que supo como ingeniárselas para ser la «pala», la contrapartida de Pelayo en la escena, y yo creo que también en la vida. Son como el Yin y el Yang desde que se conocieron allá por los años 70 del pasado siglo. Otro señero con el cual mantengo una fraterna amistad es Adrián Morales, con sus ojos saltones al estilo del legendario guionista y director estadounidense de cine mudo cómico Buster Keaton. A Adrián lo propuse para un personaje en una pasada serie de humor en la TV cubana nombrada Punto G, y no me defraudó. Todos lo recuerdan como el Yeti: «¡Lo digo y lo repito, y no es matraca mía!».

Quiero decir que no trato de vanagloriarme por tales compañías, que sí podría hacerlo, pero ese no es el caso. La chispa inicial que me ha llevado a estas «confesiones de grandes», al estilo del espacio creado por Aurelio Prieto Alemán, es que, a más de 30 años de aquella tarde, formo parte de un panel homenaje al grupo La seña del humor de Matanzas y descubro que no soy el único: ¡todos los matanceros aún aman a su grupo humorístico insigne!

Se lo «mastico», para que me entiendan

Hoy en la tarde, con el espectáculo Sinfonía con de nada, de Kike Quiñones y la Orquesta Sinfónica de Matanzas, en el teatro Sauto, concluye una hermosa jornada cultural auspiciada por la Oficina del Humor, el Centro Promotor del Humor y el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, que ha tenido como nombre genérico Melocactus Matanzanus (después les explico por qué se llama así). Este evento fue particularmente dedicado a la obra del crítico de cine y realizador audiovisual Enrique Colina y al grupo protagonista de estas líneas. En tal razón, la pasada tarde de viernes fue el esperado panel de homenaje a los «señeros», que devino en una inmensa muestra de amor, respeto, admiración, orgullo del pueblo matancero hacia ese inolvidable proyecto de humor todoterreno que marcó pauta en la cultura y las artes escénicas de nuestro país.

Me llamó mucho la atención ese recuerdo imperecedero que inunda a los pobladores de la Atenas de Cuba, que mucho tiempo después añoran la presencia de aquellos muchachones que renovaron de manera osada las maneras de provocar la risa. En reciente entrevista que realicé a José (Pepe) Pelayo, con vistas a un próximo documental, le pregunté qué significaba para ellos la ciudad de Matanzas. Sin pensarlo dos veces y con evidente emoción respondió:

«Matanzas es cuna de muchos grandes humoristas cubanos: Carlos Ruiz de la Tejera, Eloísa y Guillermo Álvarez Guedes, Leopoldo Fernández (Tres patines), Aurora Basnuevo, Manuel, Carlucho (el caricaturista), Torriente (el de Liborio), Marcos Behemaras, Massaguer, Betán, Francisco Puñal, Orlandito… Proporcionalmente, creo que es la provincia que más humoristas produce la Isla. ¿Por qué? No tengo idea. Todos esos humoristas que mencioné han triunfado en Cuba, pero para eso han tenido que irse para La Habana, como es lógico. Así que influencia directa de humoristas en Matanzas, no tuvimos. Claro, tradición artística sí ha habido siempre en esa ciudad. No sé si ese ambiente influyó, no lo sé... Algo mágico sí. Actuar en el Teatro Sauto, y más que actuar, que fuera nuestra sede oficial, donde teníamos nuestra oficina, nuestro vestuario, utilería, los instrumentos, nuestras salas de ensayo... Un lugar como ese con tanta historia artística, con tanto significado para Matanzas y para el país, eso sí acepto que fue mágico. Ojo, nuestro nombre es La seña del humor de Matanzas, como Los Muñequitos de Matanzas, o La sonora matancera, con esto quiero decir que, sin proponérnoslo, llevamos a Matanzas con nosotros a toda Cuba. Hay otra cosa importantísima: puedo asegurar que el mayor hechizo y complicidad la tuvimos con nuestro público matancero, que comenzó a formarse en el tipo de humor que hacíamos, fueron evolucionando con nosotros y juro que público más fiel y entusiasta no creo que exista en el mundo».

Han sido días de mucha intensidad cultural, de amigos y de pueblo colmando los espacios. Matanzas sigue siendo una sede de lujo para todos los artistas, cubanos y del mundo. Agradecemos a las autoridades y al pueblo matancero por tanta buena vibra, por tanta amistad, por tanta pasión por el arte. A los integrantes de este legendario grupo que nos llevó de una simple seña, a toda una vida plena de humor, estén donde estén, ¡mil gracias!... y no crean que he olvidado decirles por qué el evento se llamó Melocactus Matanzanus. Aquí se los dejo dicho por uno de los principales culpables, Pepe Pelayo:

«Fue el nombre que identificó al Festival Nacional del Humor, creado y organizado por La seña. Se realizó tres veces. Dos en Matanzas, en los años 1989 y 1990, y cuando no hubo más presupuesto en la provincia, en 1991, lo hicimos en el Teatro Acapulco, en La Habana. Dábamos premios al mejor guion, a la mejor puesta en escena, a la mejor actuación, al mejor novato, al mejor monólogo, pero también en humor gráfico y literatura humorística. Participaban casi todos (por no decir todos) los humoristas jóvenes del país, y las figuras consagradas actuaban en las galas. Para nosotros fue otro éxito del grupo. Y nos sentimos muy orgullosos. ¿Por qué Melocactus Matanzanus? Porque no había financiamiento para premios. Se nos ocurrió hablar con la asociación provincial de jardines y nos regalaron hijitos de esos cactus oriundos de nuestra provincia, sembrados en lindos maceteros. No premiábamos con dinero, pero el premio era valioso y precioso».

Jorge A. Piñera "Jape".

Sobre el homenaje a nuestra Seña del Humor de Matanzas

3_36.jpgPara mis amigos que no se enteraron: el viernes 17 de febrero de este mes de febrero, se realizó un evento donde se le rindió homenaje a nuestro grupo "La Seña del Humor", organizado por La Oficina del Humor, con el auspicio del Teatro Sauto, la Casa de la Memoria Escénica, la Universidad de Matanzas y el CPAE  de la ciudad de Matanzas.

Para mis amigos que no conocen esa historia, el grupo "La Seña del Humor de Matanzas" surgió en 1984 y Aramís Quintero, Moisés Rodríguez y yo fuimos los cabecillas de esa aventura.

Para mis amigos que no saben, les cuento que nuestro grupo -según muchos-, hizo historia en el teatro humorístico cubano. Y según otros muchos, fue el motor impulsor del llamado Movimiento del Nuevo Humor Cubano en los años 80.

Quizás muchos amigos desconozcan que fui director general de ese grupo, desde su fundación hasta 1991. Y que con Aramís Quintero fui co-director artístico, co-guionista y co-mediante (un jueguito de palabras malo, pero no lo pude evitar) en esos años.

Entonces, los que conozcan o no conozcan esa parte de mi vida (que valoro tanto, porque fue la cuna, la escuela, de mi carrera como humorista), saben que no pude estar presente en ese homenaje a nuestro grupo.

Pero estuvo Moisés Rodríguez, que recibió merecidamente el Melocactus Matanzanos (el mismo premio que dábamos cuando La Seña organizaba los Festivales Nacionales de Humor).

No estuve físicamente, y sin evitar el clisé, digo que estuve espiritualmente. Pero me sorprendieron los organizadores: aparecí en un video actuando y hablando, realizado por el amigo y colega Jape. Así que tomé varias fotos que me enviaron los amigos que sí estuvieron allí (Ulises, Jape, Lourdes y Adán), donde aparezco en ese video.

De más está decir que me hizo muy feliz verme, porque como ya dije, todo lo relacionado con La Seña me llega al corazoncito. Además, saber que después de 31 años aún me recuerdan por allá, es muy lindo.

Gracias, mil gracias a todos.

 

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Vuelve el premio Melocactus Matanzanus de La Seña del Humor

sena_1.jpegPor Ulises Rodríguez Febles
Melocactus Matanzanus era el premio humorístico que entregaba La Seña del Humor de Matanzas, en el Festival del Humor, que celebraron en los años 89, 90 y 91, antesala del Aquelarre, en la época dorada de la agrupación humorística, dirigida por Pepe Pelayo .
Como homenaje a la entrañable agrupación ahora vuelve como un evento, organizado por la Oficina del Humor, con el auspicio del Teatro Sauto, la Casa de la Memoria Escénica y la Universidad de Matanzas y el CPAE de Matanzas.
El evento Melocactus Matanzanus 2023, se realizará del 16 al 19 de febrero, presidido por el actor e investigador, director de la Oficina del Humor Kike Quiñones, contará con un evento teórico el 16, en la tarde en la Universidad de Matanzas, y durante todo el día 17 en la Casa de la Memoria Escénica.
El evento contará con la inauguración de exposiciones, muestras, proyección de filmes y la función el sabado 18 a las 8:30 pm y domingo 19, a las 4:00 p.m. en el teatro Sauto (MN), de "SINFONÍA CON DE NADA" bajo la dirección general de Kike Quiñones, junto a la Orquesta Sinfónica de Matanzas e invitados.
Programa MELOCACTUS MATANZANUS
JUEVES 16
10:00 am- Conferencia de prensa Teatro Sauto.
2:00 pm- Conferencia:
- El tonto no era Colina. (Dedicada a la obra documental del cineasta cubano Enrique Colina)
Conferencista: Antonio Berazaín. Profesor universitario y humorista.
- Muestra audiovisual: Documentales de Enrique Colina.
Lugar: Universidad de Matanzas.
VIERNES 17
10:00 a. m. Inauguración de la Muestra Manuel y Pitín en Casa. Caricaturas. Fondo Casa de la Memoria Escénica.
Conferencias:
- La teoría del simulacro en el humor escénico cubano
Conferencista: MsC. Kike Quiñones. Actor y director.
- Por un teatro para niños y niñas que ría y viva
Conferencista: MsC. Rubén Darío Salazar Taquechel . Actor y director de Teatro de las estaciones. Premio Nacional de teatro 2020.
- El humor como recurso en la dramaturgia cubana.
Conferencista: MsC. Ulises Rodriguez Febles . Dramaturgo. Director de la Casa de la Memoria escénica de Cuba.
Lugar: Casa de la Memoria escénica.
2:00 pm Panel:
- Señeras y señeros. Dedicado a la Seña del humor de Matanzas.
- Presentación de libros.
Lugar: Casa de la Memoria escénica.
SÁBADO 18
7:30 pm: Exposición de humor gráfico. Lobby del teatro Sauto.
8:30 pm Espectáculo:
- Sinfonía con de nada
Con: Kike Quiñones, Orquesta sinfónica de Matanzas e invitados.
Dedicado al grupo argentino Les Luthiers y a La seña del humor de Matanzas.
Lugar: Sala principal del Teatro Sauto.
DOMINGO 19
4:00 pm Espectáculo: Teatro Sauto.
- Sinfonía con de nada
Con: Kike Quiñones, Orquesta sinfónica de Matanzas e invitados.
Dedicado al grupo argentino Les Luthiers y a La seña del humor de Matanzas.
Lugar: Sala principal del Teatro Sauto.

Mi opinión: Masacre de humoristas en Chile

pifiados.jpegDesde que resido en Chile, hace más de 30 años, he sido testigo una y otra vez de un hecho bochornoso, repudiable. Se trata de la rechifla del público a muchos humoristas. Eso nunca lo viví en Cuba, ni lo he observado en otros países.

¿Cuáles serían las posibles causas, según lo que he visto?

-Abuchean al humorista porque desean seguir disfrutando del artista anterior.

-Abuchean al humorista porque desean que llegue rápido el artista que le toca después.

-Abuchean al humorista porque es argentino.

-Abuchean al humorista porque no les gusta la rutina que presenta.

-Abuchean al humorista por el primitivo placer de ver a alguien sufriendo.

Ese público, ¿tiene derecho a chillar y silbar a un humorista?

Según mi criterio, no. Si alguien decide ir a un evento artístico, debe mirar el programa como mínimo y verá si le gusta los artistas que están anunciados. Suponemos que ve a un cantante que es su favorito y decide asistir. Pero si no vio todo el programa es culpa de él, no de nadie. Porque su artista favorito puede ir programado antes o después de un humorista. Sabe entonces (o tiene que saber) que va a ver al humorista, le guste o no, porque pagó la entrada para ver todo el evento, no fue a ver un recital solo para él de su artista favorito.

Claro, puede que no le interese ver a otros artistas, incluyendo al humorista. Entonces se levanta de su asiento y sale a dar tiempo a que llegue su favorito, o se pone a chatear en su asiento. No está obligado a aplaudir algo que no le gusta. Y cuando termina su favorito, se va del lugar y no tiene que estar obligado a ver lo que viene después.

Pero ese público que rechifla no tiene esa decencia. Decide “divertirse” pifiando al humorista, casi siempre sin importarle si es bueno o no en lo que hace.

Pero hay otra variante: el público tiene tal edad promedio, igual al artista favorito; sin embargo, quizás el humorista no pertenezca a ese rango etario. Entonces, con mayor entusiasmo y maldad lo abuchean.

Sabemos también, porque ha sucedido, que los organizadores televisivos de esos eventos programan adrede a un humorista después de un popularísimo artista y de otra generación y planifican que la mayoría del público que va a asistir como seguidores de ese artista favorito son de dicha edad. Con eso apuestan a que ese público va a rugir y chillar para expulsar al humorista de escena. ¿Qué ganan con eso los productores de televisión? Mayor audiencia, porque cuando un humorista cae en desgracia, el público televiso se entera y pone la transmisión morbosamente para disfrutar la masacre.

¿El humorista se merece todo eso? Según lo que he visto en esos eventos, en todos estos años, la mayoría de los humoristas que se presentan son buenos en su estilo. Hay una minoría que van invitado porque están de moda, pero son pésimos. No obstante, afirmo que ninguno se merece la rechifla.

Siempre digo: si no te gusta la rutina de un humorista, no te ríes, no aplaudes o te levantas y te vas, pero esa violencia, esa agresividad, esa humillación, no debe existir.

He leído que algunos dicen que el público tiene derecho a expulsar de escena a un humorista, porque es una falta de respeto que presente una rutina tan mala. No estoy de acuerdo. Eso es alentar a la jauría para que siga destrozando humoristas. Porque las faltas de respeto que justifican las rechiflas son, por ejemplo, que el artista se suba al escenario drogado o borracho (que es lo mismo), que se le olvide cosas con frecuencia, que llegue con mal aspecto, que regañe e insulte al público, que sea grosero con el público, etcétera. Pero que se le pifie al humorista porque no gusta el humor que hace, es increíble, insólito. Sabemos que esa misma rutina en otro público funciona, entonces no se trata del repertorio que presenta el humorista, se trata de la mala calidad del público presente. Ese tipo de público de “respetable” no tiene nada.

¿Por qué entonces el público se conduce así, tan despreciablemente?

-Porque son maleducados, ignorantes, incultos.

-Porque son estimulados por la prensa, etcétera, para que lo sigan haciendo.

-Muchos se dejan llevar por la euforia del momento, ya que se arma un “microclima” de humor social.

-Muchos imitan, aun sin estar de acuerdo para no señalarse como distinto. Ya sabemos de la máxima actual: “si no piensa como yo, eres mi enemigo y te atacaré”.

-Todas las anteriores.

Esta reflexión la estoy publicando desde hace mucho tiempo. Y continúo haciéndolo, porque no solo se repiten estos sucesos repugnantes, si no veo que se están acrecentando y no dudo que pronto se conviertan en algo “normal”.

Lo lamento por los colegas.

Reseña de Enrique Gallud Jardiel a mi libro "Destinos sin tinos"

desti.jpegPepe Pelayo: «Destinos sin tinos. (Crónica de viajes)», Humor Sapiens Ediciones, Santiago de Chile, 2023, 126 págs.

«Nunca había pisado suelo extranjero, salvo cuando en una discoteca de Varadero le pisé el pie a una noruega». Así comienza su descacharrante libro el gran humorista Pepe Pelayo, que sabe sacarle el jugo a cualquier naranja temática que tenga en la nevera.

Esta vez (digo esta porque ha habido ya setenta y una otras, en sendos libros) la emprende con la literatura de viajes, de la mano de su gran compañera doña Asociación de Ideas, una persona de gran calidad humana y, sobre todo, muy leal, que cuando te interesas por ella y cultivas su amistad te acompaña durante toda tu vida proporcionándote infinito material con el que escribir humor o cualquier otra cosa que te apetezca.

Sí: Pelayo es un hábil escribidor que puede hacer de todo si la das pluma y papel. Puede desde volar hasta hacer papiroflexia. Y lo que ha hecho ahora ha sido contarnos su vida viajera, su wanderlustismo, en sus propias palabras.

(NOTA BUENA.—‘Wanderlustismo’: neologismo que se emplea para describir el gusto por viajar, signo neto de inteligencia.)

Estos destinos sin tinos nos recuerdan a ese monumento del humor que son los «Viajes morrocotudos» de Juan Pérez Zúñiga, pues el autor se inventa también aquí, como el otro lo hace allí, todo lo que precisa para darnos un gran libro. ¿Cómo? ¿Pero no era un libro de viajes autobiográfico? Pues solo cuando el autor viaja en auto; en todos los demás casos mezcla la realidad con la ficción y así todos salimos ganando. Nos confiesa que, en contra de lo que pueda decirse, muchas veces la realidad es tremendamente aburrida: los países no esperan a que tú los visites para tener terremotos o golpes de estado: los tienen cuando les apetece, en otros momentos. Y el viajero puede encontrarse de pronto con que ha visitado la selva y no ha visto ninguna fiera y ni siquiera ni le ha picado ni un mosquito. Pelayo remedia este fallo de la vida con sus herramientas: el martillo de la imaginación, el destornillador de la sátira, las tenazas de la ironía, la llave inglesa del absurdo, los alicates de la exageración y la llave Allen del número 7 de la originalidad, por no hablar de la taladradora de los juegos de palabras. Así es que si no le pasa nada cuando viaja, se lo inventa. ¿Qué más da? Lo importante para un escritor es lograr mantener al lector apresado por el gaznate, tenerle entre sus garras y atado con la cuerda del interés, para que no se vaya a ningún otro sitio (léase: otro libro). Y esto Pepe lo consigue con creces.

Los riajes que velata (los viajes que relata, queremos decir: ¡vaya metátesis más tonta que hemos ido a escribir!) cubren desde el año 1991 al 2020 o desde el 2020 al 1991, dependiendo de que los queramos leer en orden cronológico progresivo o regresivo, que también se puede. Incluyen lugares salvajes y con nativos muy peligrosos, como Afganistán o el Vaticano. También se describen lugares de gran exotismo, como Holanda o Suiza. (No me protesten: Holanda o Suiza les resultan tremendamente exóticos a los vietnamitas, por poner un ejemplo). Hallamos crónicas asimismo de las pelayescas visitas a Marruecos (donde tomó café dos veces), a Bolivia (donde se cayó «para arriba», como graciosamente nos cuenta), a Singapur, a Congapur (que está al lado, aunque es menos visitada), a Sri Lanka (con capital en Peter Falk —Colombo—), a Egipto (donde le dieron una pedrada en la cabeza), a Gracia (donde tuvo algún problema, por desgrecia), a Haití (donde también le pasó algo curioso, aunque nosotros no lo sabemos porque no leímos ese capítulo, sino que nos lo saltamos), etc.

Resumiendo, que es gerundio: Pelayo se ha ganado la vida con la risa, lo que es un enorme mérito. Para ello ha tenido que llegar ser muy bueno en lo suyo, de otra manera no lo habría conseguido. Este libro que nos regala sobre esos lugares a los que no ha ido nunca (o sobre los que ha pasado por encima y sin pisar demasiado fuerte por mor de la prisa) es una joya del humor. Es un verdadero regalo (esto ya lo he dicho hace un momento) para el lector inteligente. Así es que, si no quieres caer en la otra categoría, más te vale que te lo agencies y empieces a leerlo sin más demora.

Reseña del libro: "Refritos teatrales"

enriqueg.jpegEl fecundo y exquisito escritor de humor español, Enrique Gallud Jardiel, comienza la nota introductoria de su último libro “Refritos teatrales”, con la frase: “Leer teatro es la mejor manera de viajar gratis”.
Lo menciono, porque coincide con lo que escribí en mi último libro “Destinos sin tinos” (Crónicas de viajes). Tomé eso como un magnífico augurio y me sumergí en la lectura de su libro, más predispuesto de lo habitual a disfrutarlo.
No me equivoqué.
Queridos amigos, voy a aclarar que esta reseña no será como las que les hago siempre a sus libros, porque no quiero cansarlos a ustedes con: “a pesar de ser nieto del gran Enrique Jardiel Poncela, brilla con luz propia”, “es uno de los mejores humoristas literarios culteranos que he conocido”, “es impresionante lo prolífico que es”, etcétera, etcétera.
Así que en esta oportunidad solo quiero comentar sobre el libro., cuya prosa es adorable. Y como Enrique también es un excelente hombre de teatro (actor, dramaturgo, director), la lectura exuda excelencia por todos lados.
Retomo entonces su nota introductoria, que titula “Palabras liminares”, donde encontramos “leerse las obras originales puede ser una labor que se haga bastante cuesta arriba, pues hay algunos clásicos que resultan verdaderamente plúmbeos e infumables. Por eso, para facilitarte la vida, te he puesto aquí, en clave de humor, las historietas de algunas comedias famosas, para que disfrutes con estas versiones simplificadas y simpáticas”.
Y seleccionó reconocidas obras como “Otelo” de Shakespeare, “Un enemigo del pueblo” de Henrik Ibsen, “Fausto” de Goethe, “El perro del hortelano”, de Lope de Vega, “el burlador de Sevilla” de Tirso de Molina, “La doncella de Orleans” de Schiller, entre otras muchas.
¿Qué hizo entonces? Pues su especialidad: parodiarlas.
La parodia es una forma del humor. Y de la burla, claro, como lo es la sátira, la ironía, la broma, la caricatura (que es la parodia en extremo) y el sarcasmo. Mi definición de parodia es: “Imitación burlesca que rebaja al modelo en lo que éste tiene o pretende tener de valioso o meritorio, creando así una versión risible de lo que se supone serio y elevado”.
Así que en esta modalidad, todo va a depender de lo fiel, lo cercano, que la versión risible está del modelo. En estos casos, Enrique se aleja y se acerca a su gusto, libremente, y enseguida lo notamos y nos predisponemos de inmediato a jugar con él. Recordar que el arte y el humor son juegos también.
Entonces vemos algo que el lector agradece siempre: Enrique evita la monotonía, ya que utiliza varias formas para divertirnos con cada modelo. Lo mismo recrea una supuesta obra teatral, que crea una versificación, que se expresa con un relato.
Si analizamos el humor, tengo que comenzar por el comiquísimo narrador. Con él hace lo que quiere para producir humor. Lo mismo narra exageradamente, o comenta absurdos, o realiza juegos de palabras, o hace “extrañamientos”, tipo concepto brechtiano de salirse momentáneamente del relato para mencionar un disparate, una referencia a la actualidad, etcétera, para enseguida continuar con el argumento como si nada. Sin dudas, el narrador es el personaje más gracioso del libro.
Pero el autor no solo parodia personajes de las obras que tomó de modelo, también crea personajes nuevos que actúan con los protagonistas. Por ejemplo, me reí mucho con uno que hablaba siempre adjetivando todo lo que decía.
En fin, en este libro encontrará muchos recursos humorísticos como ironías, sátiras, absurdos, exageraciones, juegos de palabras y otros.
Algo importante: si el lector conoce las obras parodiadas, por supuesto que reirá más. Pero si nunca ha leído o disfrutado en escena de esas obras, igual ríe de lo lindo. Esa es otra virtud de Enrique, que se las ingenia para nunca ser un “elitista cerrado”, a pesar de nadar cómodamente en las aguas de las referencias culturales.
En resumen, otro libro estupendo de este autor, que nadie se lo debe perder.
Gracias, Enrique Gallud Jardiel. Una vez más.

Me entrevistan en Cubaescena

captura_de_pantalla_2023-02-05_a_las_12.59.50.pngEn Cubaescena, del Consejo Nacional de las Artes Escénica, salió publicada la entrevista que me hizo el humorista, escritor y audiovisual cubano Jorge A. Piñero (Jape). Gracias, Jape, Un abrazo, hermano mío.

Este es el link...

http://cubaescena.cult.cu/mucho-mas-que-una-sena/

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