Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Hola, adultas o adultos (porque esto no es para niños ni niñas). Este es un espacio para ustedes -ya sean jóvenes y jóvanas o muy mayores y mayoras-, pero sólo con una condición que tengan un alma infantil, porque el humor que -lamentable y felizmente-, hago, es blanco, lúdico, infantilón, absurdo, aunque de vez en cuando paso por la ironía y la sátira.

Ojo, el menú de "Pelayaserías" es variado y cada sección es extensa. Por ello los invito a entrar en uno y recorrerlo hasta el final antes de "clickear" en otro, a no ser que no les de gracia, claro (si es así, no me lo digan, por favor). 

En fin, sean ustedes bienvenidos(as) y ojalá disfruten. 

Gracias por su risita.

Sube el telón. No. 2

1er. ACTO

Jean Valjean llega con su gente a combatir en las calles.

2do. ACTO

Russell Crowe llega con su gente a luchar contra la gente de Jean Valjean.

3er. ACTO

La gente de Russell Crowe le saca las vÌsceras a la gente de Jean Valjean.

¿Cómo se llama la Obra?

"LOS VISCERABLES"

 

 

Ayer pasé por tu casa No. 2

 

 

 

Ayer pasé por tu casa

y me tiraste la tabla del Diez…

Diez se molestó, porque dice 

que cada vez que te presta 

su tabla, la tiras.

 

 
 
 

¿Qué le dijo? No. 2

 

(Enviado por Lady GaGá, cantando GoGó)

Gagá

¿Qué le dijo el micrófono a la boca?

Mis lectores: 

¿Qué le dijoooooo?

Gagá: 

¡A mí me tienes que decir las cosas de frente!

 
 
 

Sube el telón. No. 1

1er. ACTO

Ana busca por todo Moscú una clÌnica de cirugÌa plástica.

2do. ACTO

Ana le dice al cirujano que quiere ser idéntica a su amiga Nina.

3er. ACTO

Ana sale de la operación con el rostro de Nina.

¿Cómo se llama la Obra?

"ANA KARA´ENINA"

 

 

Pedagogía del humor (3). Cómo y dónde se aplica. Segunda parte

necesidad-de-reir-nos-de-los-profesores.jpgComo hicimos en la Primera Parte, abordaremos punto a punto el cómo y el dónde aplicar la Pedagogía del humor.

Por ejemplo, comencemos por algo muy importante en la docencia y con mayor razón en la Pedagogía del humor: las emociones. Así que veamos ahora lo que debe suceder en su interior como profesor(a). Primero conózcase mejor. Mírese y compruebe si asimiló lo ya señalado en los artículos de esta página, en cuanto a tener el ánimo positivo; es decir, si está siempre de buen humor. Y si no lo ha logrado, siga haciendo los ejercicios sugeridos y lleve a cabo las recomendaciones para lograr estar habitualmente de buen humor.

Las emociones son contagiosas. Al mirar su cara sonriente, su expresión de alegría o percibir su “aureola” de “buena onda”, los alumnos se contagiarán y sentirán un estado parecido al suyo, lo que provocará que abran más sus mentes.

Expresar mejor las emociones, como sonreír más y reír sonoramente más a menudo. Atender bien a los alumnos cuando hablan; emitir un sonido de placer cuando vea que entendieron o preguntaron algo interesante; soltar un especial y cómico gruñido cuando vea que se le perdió algo; demostrar un supuesto enojo, algo exagerado (casi histérico), cuando alguien hizo algo levemente incorrecto, etcétera.

Atraer siempre la atención de los alumnos. Es importante el poder de improvisación. Si no domina eso, sugiero este ejercicio: consiga una amistad o un familiar que “esté en frecuencia” con usted y párese frente a ella. Ahora dígale algo. Cualquier cosa como: “¿va a llover?”, o “me pica el pelo”, o “ayer estabas más fea(o)”. La persona le responderá cualquier cosa y hay que continuar la conversación sin pausas, siempre diciendo lo que le venga en ese momento a la mente. No se ponga a pensar y decir cosas buscando originalidad, comicidad o algo así. Sólo reaccionar ante lo que escucha. Ejemplo concreto: “¿qué hora es?”, usted pregunta. “La 1 p. m.”, le responden. “Se me hizo tarde”, comenta usted. “¿Tenías que ir a recoger a tus hijos?”, quieren saber. “No, se me hizo tarde para tener hijos”… Con el tiempo de práctica, ya irá inclinándose a responder cosas más ingeniosas, más elaboradas, más cómicas, más inteligentes, más originales. Eso se traspasará a su vida normal mecánicamente. Por lo tanto, en un momento, si usted se ejercita lo suficiente, llegará a convertirse en alguien con chispa, con simpatía, y su imagen crecerá ante los demás, sobre todo ante los ojos de sus alumnos.

En la Pedagogía del humor tiene mucho peso el aprendizaje no consciente. La forma de impartir la clase es tan importante como el contenido de la misma. Su tono de voz, postura, contenido emocional. Todo ello les llega a sus alumnos mientras da la clase. Pues analice su forma y cámbiela si es necesario para transmitir, “buena onda”, alegría, satisfacción, comodidad; en fin, un estado de ánimo de buenísimo humor.

Cuando se decida a aplicar la Pedagogía del humor y comience a proponer ideas graciosas, decir chistes o comentarios ingeniosos, a crear y hacer bromas y disparates, etcétera, le debo advertir que puede fracasar. Muchas veces no funciona el humor como uno quiere. Hasta los humoristas profesionales han vivido esos angustiantes momentos. Pero no se preocupe, en la Pedagogía del humor eso está presupuestado.

¿Cuál es la solución? Para su interior, convencerse de que fracasar en algo no es el fin del mundo. La mayoría de los científicos tienen muchos fracasos antes de hacer un descubrimiento. Para el exterior, de nuevo la palabra mágica: “preparación”. Tanto los humoristas profesionales, como los líderes que tiene que usar la oratoria a cada rato, preparan sus “gracias” antifracaso y las hacen públicas en esos fatídicos momentos. “Las improvisaciones hay que prepararlas con tiempo”, es una frase que dice un personaje que interpreto en teatro.

Usted, debe imitar a los profesionales. Si se equivoca puede decir: “hice como el lanzador de arco y flecha en la olimpiada, que al ver que a su lado lanzan una moneda al aire antes de su disparo, pidió el arco sur”. O “no sé qué sucedió, les juro que le conté ese chiste a mi espejo y éste se mató de la risa”. O “era para ver si estaban atendiendo, ahora les voy a contar un chistede verdad”.

Al reírse de su fracaso, ganan todos. Usted se sentirá más seguro de sí mismo; les evita a ellos sentir vergüenza ajena; les enseña que ellos también pueden fracasar ante usted y salir airosos. Incluso, ese pequeño desastre que usted vivió y supo resolver, puede aumentar la cercanía, la confianza, la seguridad y admiración en sus alumnos.

Un aviso para usted: cuando un niño hace un chiste y nadie se ríe, ríaseusted, aunque no le de gracia. Y a continuación debe aplicar siempre lo del estado positivista que debe imperar en usted ante cualquier asunto, entonces debe decir, por ejemplo: “ese chiste era más inteligente que gracioso”.

Una sugerencia para usted: si un niño habla alto mientras usted imparte su clase, quizás sea efectivo que lo mire, que mantenga la mirada con expresión neutra (eso provocará risas, pero usted inmutable), al final haga un gestoextraño, indescifrable con su rostro y siga su clase.

Otra sugerencia para una variante de lo anterior: vaya hasta donde está el niño hablando y escuche con mucha atención y seriedad, hasta que él haga conciencia de la situación. Seguro que se calla de inmediato. Haga el gesto extraño y siga la clase.

Otra sugerencia: si los niños producen bulla, actúe como si continuara dando la clase, pero hablando sin emitir sonido (solo moviendo la boca) y realizando los gestos y movimientos que acompañarían esas supuestas palabras que dice, y así hasta que se callen.

Para todos los casos, es bueno al final de todo, explicar y hasta “llamar al orden”, pero en “buena”. Por favor, no se olvide que son niños, que está aplicando la Pedagogía del humor y no puede tenerlos como estatuas, porque si usted hace humor con sus frases, sus recursos nemotécnicos, y demás elementos que han leído aquí, no espere que su sala de clase sea una biblioteca, o un museo, una iglesia, o un cementerio.

Cuando yo me enfrento a niños en mis talleres o en mis visitas a centros educacionales, me da resultado llegar a un acuerdo con ellos. Les explico que es lógico y normal que hablen entre sí y que rían, mientras yo hablo o narro un cuento, leo o hago chistes. Pero el problema es que cuando todos hablan o ríen al mismo tiempo, se arma mucha bulla y yo no puedo gritar para hacerme escuchar. Si hago eso me quedaría ronco o “se me irían los gallos” como Shakira cantando (y la imito). Por tanto, les propongo que cuando me calle, levante y agite las dos manos, o cuando actúo como si me asfixiara, o lo que invente, ellos deben callarse y atenderme para así proseguir. Les pregunto si están dispuestos a cerrar el trato. Siempre me han dicho que sí. Y me funciona, repito. Pero si no lo hacen, tengo preparado hacerme el enojado y cortar el humor y la buena onda. Estoy seguro que enseguida se retractarán.

Y existen otros recursos. Recuerdo a Chaflán, un humorista cubano, ya fallecido, que cuando hablaba en broma o contaba chistes, tenía un sombrerito puesto. Pero cuando se dirigía al público en serio, se descubría la cabeza. Así que usted puede usar algunas zonas de la sala de clase, para que se identifiquen con la comunicación “seria” y con la humorística. O use inflexiones de voz para diferenciar cada momento, o practique cierta postura que al verla se sepa que está en el momento humorístico.

Veamos ahora los miedos de algunos docentes. Uno que se repite es el pánico a perder las riendas, a perder el control de la disciplina y el respeto del grupo, pensando que aplicar la Pedagogía del humor puede ser sinónimo de demasiada relajación, de libertinaje, etcétera. Y en muchos casos tienen razón, porque si no se controla bien el asunto, muchos niños se van a aprovechar y se irán al otro extremo. Entonces, ¿qué hacer?

Viene al caso ahora la siguiente anécdota: en unos de los talleres que impartimos mi colega Aramís Quintero y yo, para mejorar la calidad de vida a través del humor en profesores, organizado hace unos años por El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, nos encontramos a una docente de una escuela, que nos contó que ella era “muy estricta, seria y profesional”, en su trabajo y le daba miedo aplicar la Pedagogía del humor en su caso, porque debía velar por la disciplina en su calidad de Inspectora. Pero que a pesar de eso, se veía obligada a hacer algo, porque sufrió mucho en la fiesta de fin de curso, cuando mencionaban el nombre de cada colega para entregarles un ramo de flores y a ella fue la única que abuchearon los estudiantes. Se lo sintió en el alma, nos dijo. Entonces, le propusimos que confeccionara una pauta con las iniciativas que se le ocurrieran, para aplicar lo que aprendió en nuestro taller y nos la mostrara. No quisimos hacérselo, porque eso siempre depende de hasta dónde uno está dispuesto a llegar, conociendo su carácter, su personalidad. El asunto es que lo hizo, se lo enriquecimos y lo puso en práctica terminando el taller. Recuerdo que meses después nos llamó para agradecernos y contarnos que fue un éxito su cambio y que en el acto de fin de curso, todos la aplaudieron y lloró también, pero ahora de felicidad. ¿Qué hizo? Por ejemplo, en la fila para entrar al comedor se aparecía con una peluca extraña y con seriedad daba las instrucciones. O les ordenaba a los alumnos que para almorzar ese día tenían que ponerse la corbata en la frente. En los recreos se ponía jugar y reír con los alumnos. Se aprendió muchos chistes y se los contaba en horarios sin clases. Y por otro lado se mantuvo siendo intransigente con la disciplina y lo mal hecho. Pero fue testigo que los mismos estudiantes regañaban a los que se portaban mal, para que ella no se sintiera mal. En fin, no hay que tener miedo de aplicar la Pedagogía del humor.

Curiosidad: a ella le hicieron un reportaje en la televisión para mostrar el cambio producido. Y lo compararon con imágenes antiguas de cuando a ella la abucheaban en similar acto. Ahí nuestra inspectora confesó todo al detalle. (Yo tengo una copia de ese programa por si le interesa alguien).

Pasemos ahora al ambiente físico. Cumpla con las fiestas y celebraciones“oficiales”, pero también programe buenas actividades inventadas: como el Día del Chiste de Animales, el Día de las Cinco Risas y a cada hora en punto exacta hay que soltar cinco “Ja”, la Semana de la Risita Feliz, el Día de la Risadel Conejo y lo que se les ocurra.

Para celebrar lo anterior debe adornar la sala de clases ad hoc y tratar así de ir cambiando cada cierto tiempo y lograr un espacio alegre y colorido todo el año escolar.

Monte un típico mural donde coloquen en él el chiste del día, o el chisme de la semana, o trabajos simpáticos de los alumnos, o parte de su colección de humor gráfico, entre mil cosas que se pueden exhibir ahí.

Puede crear rincones temáticos, construir algo gracioso para colgar los abrigos y mochilas, pintar cómicamente los casilleros de los niños, entre otras iniciativas.

Para las horas sin clases, de receso y para cualquier tiempo extra, tenga preparado lecturas de libros humorísticos; libretos escritos entre todos con temáticas propuestas por los mismos estudiantes y montaje teatral de ellas; hacer “travesuras” montadas y ensayadas, para en el recreo de todos los viernes, por ejemplo, salir de la sala de clase en fila india o como se invente en cada ocasión, y caminar extrañamente, dar una vuelta así en el patio y en fila, gritar algo gracioso e integrarse al recreo con los demás, sin darle importancia al asunto. Llegará el momento en que todo el universo escolar esperará con ansias esa “travesura” para reír sanamente. La imagen de sus alumnos crecerá a los ojos de los demás. Por último, también sugiero que tenga preparado una lista de juegos relacionados con el humor. (Ver artículo sobre juegos en esta misma página).

Si al realizar un descanso divertido, o si hace un juego, una actividad humorística y un alumno no desea participar, es mejor actuar de la siguiente forma: si es alguien introvertido, uno no debe ponerlo en el centro de atención, por lo tanto, le dice que no hay problemas y sigue con la actividad, que ya él, cuando quiera se incorporará y usted lo recibirá como si no hubiera pasado nada. Incluso debe estar al tanto para desviar la atención si un compañerito le dice algo más. Pero si es alguien extrovertido, puede resultar que cuando le exprese que no desea participar, usted le diga “perfecto” y aguante un supuesto puchero, saque un pañuelo y vírese secándose una supuesta lágrima. Eso provocará risas. Pero de todas formas aconsejo volverse rápido y decirle “es una broma, participa cuando quieras”. Y cuando se quiera incorporar, póngase a brincar y gritar eufórico, junto al resto del grupo, celebrándolo exageradamente.

¡Ojo! El juego competitivo produce un estrés positivo. Pero hay que tener cuidado con la competitividad, el exitismo y el daño que puede provocar un fracaso, una frustración. Yo sugiero que las “penitencias o castigos” sean casi siempre falsas amenazas, para sólo disfrutar del juego en sí y no jugar para ganar o perder. Pero si hay que poner una penitencia, también para jugar, entonces que sea de humor blanco, lejos de la burla en cualquier sentido, y otra variante es darles premios a todos por diferentes categorías, pero ninguno más importante que otro. Y por supuesto, después de la entrega de premios a celebrar con todos y entre todos.

Por último, una reflexión: si se decide aplicar la Pedagogía del humor en su labor diaria, piense que quizás usted será más objeto de crecimiento que ellos, porque es posible que sus alumnos sepan más de esta materia que todos nosotros juntos. Ábrase siempre a aprender enseñando.

 

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¿Qué le dijo? No. 1

 

 

(Enviado por un conocido maestro culinario)

El Chef Guevara

¿Qué le dijo un huevo al merengue?

Mis lectores: 

¿Qué le dijooooo?

El Chef Guevara

No me quedó clara la cosa.

 

 

Tantanes. No. 1

(Enviado por el cirujano plástico de la Duquesa de Alba)

 

Cirujano: 

A Frankestein lo cosieron tanto, pero tanto, tanto, que…

Mis lectores: 

¿Que queeeeeé?

Cirujano:

Que siempre su vida pendía de un hilo.

 

 

Ayer pasé por tu casa. No. 1

 

 

Ayer pasé por tu casa

y me tiraste un beso labiodental…

Tu besito me dio en la frente

y me llevaron pa´l hospital.

 

 

 

Colmos No. 1

(Enviado por Vladímir, un ruso que quiere dejar sin pelos el ucráneo de otro)

 

Vladímir: 

¿Cuál es el colmo de un calvo?

Mis lectores: 

¿Cuaaaaaál?

Vladímir: 

Usar shampoo anticaspa en el Mar Caspio.

 

 
 

Pedagogía del humor (2). Cómo y dónde se aplica. Primera parte

images_1_2.jpegLa Pedagogía del humor es aplicable en muchos aspectos, desde el momento de preparar una clase, hasta el comportamiento en el recreo, y hasta la relación entre profesores, padres y docentes, etc. Es muy amplio el campo.

Comencemos tocando el Aprendizaje Cerebro-Compatible, pero sin profundizar mucho. Por ejemplo, hablemos del “aprendizaje multicanal”, el cual abarca cuatro canales por los que la información llega al cerebro: el semántico, el episódico, el procedimental y el automático. La información que se ha recibido por un canal, es muy difícil de recuperar por otro. Por ello es importante enviar información por el mayor número de canales posibles.

Con la Pedagaogía del humor, usted aprenderá técnicas de enseñanza humorística, creativas y lúdicas, para enviarles a sus alumnos la información que les imparte por todos los canales posibles. Para lograrlo, hay variados puntos a tener en cuenta. Por ejemplo: El efecto de Primacía y Recencia. Las personas tienden a recordar lo que escucharon al principio (primacía) y al final de cualquier bloque de información (recencia). En otras palabras, “primero, dile a tus alumnos lo que les vas a decir, después díselo y al final diles lo que les has dicho”.

De ahí surge que es mejor interrumpir varias veces la clase, aunque ésta vaya bien, para obtener más momentos de primacía y más momentos de recencia. Esto se llama Efecto Zeigarnick; por ser el apellido de una investigadora alemana que descubrió que con un descanso de tres a cinco minutos cada treinta minutos (según las características de los alumnos), es más productiva la asimilación de las clases.

¿Cómo entra nuestra Pedagogía del humor en esto? Se ha demostrado que haciendo algo entretenido, divertido, durante los descansos, se prepara mejor la mente para continuar la clase con mayor atención al momento de entrar en la próxima primacía.

Sugerencias de actividades para esos descansos: ejercicios aeróbicos medio disparatados; absurdos, pasos de bailes sin mucho sentido; tocarse la nariz con la mano derecha y la oreja derecha con la mano izquierda y cambiar rápido varias veces; hacer un círculo y que cada alumno ponga sus manos sobre los hombros de los de adelante y sentándose en las rodillas del de atrás, pararse y volver a sentarse y practicar muchos juegos (ver artículo sobre juegos en esta página). Fíjese que son acciones físicas para provocar risas.

Otro elemento a considerar en nuestra Pedagogía del humor es El efecto Von Restorff, otro apellido que estudió los casos excepcionales de personas con memoria elefantina y descubrió que esa memoria fuera de lo común, se debía al recurso que utilizaba esas personas para grabar la información. Ellos hacían que la información se volviera peculiar: exótica, extraña, sorprendente… ¡cómica!

La información peculiar es memorable, porque aumenta de manera notable tanto la estimulación emocional como la atención mental. Y además, mejora la memoria de los datos que viene antes y después de esa información peculiar.

¿Cómo entra en el punto anterior en la Pedagogía del humor? Preparando nuestras clases con humor. Ejemplo, buscando o creando chistes, o comentarios graciosos que se relacionen con el tema a explicar. Si tenemos que hablar en la clase de historia sobre Napoleón y cómo perdió la guerra contra los ingleses en la famosa batalla de Waterloo, decir lo siguiente: “A Napoleón los ingleses le cortaron el agua y la luz. Hecho conocido como Water-lú”. Si para iniciar la clase, o para comenzar una etapa, o estudiar en medio de la clase el tema “montañas”, en geografía por ejemplo, mencionar el refrán que se le atribuye a Mahoma: “Si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña” y después decir un supuesto refrán (usted inventará a quién se lo adjudica, que lo conozcan sus alumnos y que piensa que les dará gracia): “Si la montaña viene a mí, huyo porque es una avalancha”. Si es solo para comenzar una clase y atraer la atención de los alumnos, en una clase de matemáticas con el tema de las tablas de sumar, restar, multiplicar o dividir, se puede contar el viejo chiste: En la iglesia, el cura le pidió a sus feligreses que cerraran los ojos y rezaran. “¡Ave María!”, gritó. Y todos se pusieron a rezar: “Ave María, Madre de Dios, ruega por nosotros, etcétera, etcétera”. Después el cura les gritó: “¡Padrenuestro!” Y la gente rezó: “Padrenuestro que estás en los Cielos, etcétera, etcétera”. Pero en ese momento se remece todo por un terremoto y las tablas comienzan a caer del techo. El cura ve aquello y asustado, gritó: “¡Las tablas! ¡Las tablas!” Y todos comenzaron a rezar: “Dos por una dos, dos por tres seis, dos por cuatro….”

Otro recurso a usar en la Pedagogía del humor es: “música, ritmo y rima”. La música afecta zonas del cerebro que procesan las emociones. Además, se sabe que los procesos lingüísticos tienen lugar en un hemisferio del cerebro y la música en otro. Por tanto, si aprendemos con el recurso de la música, lo hacemos por más zonas del cerebro. Ejemplo: si aprendemos cantando que “2 y 2 son 4; 4 y 2 son 6; 6 y 2 son 8 y 8, 16”, nunca más se nos olvidará, como sabemos. A eso hay que agregarle que si inventamos melodías, ritmos y rimas alegres, cómicas y las relacionamos con gestos, movimientos, muecas, apoyando las letras, el aprendizaje será óptimo, por lo que se asimilará y también por lo bien que se pasará en esa clase.

Con la Pedagogía del humor se pueden resolver mejor los conflictos que surgen entre los alumnos, o entre usted y ellos. No se puede estar enojado y alegre al mismo tiempo, molesto y divertido. Si al discutir con alguien por defender dos puntos de vistas diferentes, surge la risa por algún motivo, ¿no ha visto cómo se reduce la discordia? Es que el humor acerca a las personas. Nos vuelve más dispuesto a escucharnos el uno al otro. Ejemplo: “¡Profesora, Luisito tomó mi goma de borrar sin pedirme permiso!”, gritó una alumna. “¡Magdalena, eres una llorona y una soplona!”, vociferó Luisito. Esta es una típica situación en cualquier clase. ¿Qué tal si le decimos a cada alumno que invente una parodia de esa escena, exagerando y llegando al absurdo para reírnos de ella? “¡Profesora –gritaría Pepito, con voz aguda imitando exageradamente la voz de Magdalena-, Luisito tomó mis orejas sin pedirme permiso!”. “¡Magdalena –voceará entonces Antonia, poniendo la voz más gruesa para acercarse a la de Luisito-, eres una estreñida y una supreferolitifláutica”…! A medida que se haga más creativo, disparatado, exagerado lo que se invente para caricaturizar la situación, incluyendo la parodia que pueden crear los mismos protagonistas del incidente, la risa será mayor y con seguridad todos evitarán caer de nuevo en algo así, al comprobar que es una tontería. Por supuesto, al final de la risa se debe comentar lo sucedido y lo que se quiso lograr. Otro ejemplo, pero ahora de conflicto entre un alumno y una profesora: el estudiante se enoja por una tarea de matemática y para vengarse, va diciéndole a todos que la profe salió en la portada de una revista Playboy. La profesora se enoja mucho. En el almuerzo se le acercan dos colegas para preguntar si aquello era verdad. Ahí la profesora hace conciencia de su situación y cómo resolverla. Dice entonces: “¡es una repugnante mentira!... pero espero que nadie haya conseguido el número de agosto”. Encontró la solución humorística y su ánimo es distinto al enfrentarse con sus colegas.

Al aplicar la Pedagogía del humor, usted podrá lograr otras conquistas positivas como crear una identidad de grupo entre los alumnos de su curso. Compartir la risa une, produce complicidad, acerca emocionalmente. Si su trabajo es bueno y constante se va creando un sentido del humor más parejo. Entra en frecuencia el grupo. Y comienza a surgir el sentimiento de pertenencia, de unidad, de sentirse parte de algo especial. Todos se ponen “la camiseta del equipo” y la muestran con orgullo. Sugerencia: inventen un distintivo cómico para identificar al grupo, al curso, creen entre todos un escudo, un himno, una bandera, pero humorística. Ya verá como la acogen como si fueran sus símbolos de verdad.

Las afirmaciones mejoran el rendimiento del cerebro. Está demostrado científicamente. Ve en su imaginación una exquisita naranja, la toca, la huele, la abre y se la acerca a la boca. Si hace bien el ejercicio, verá que hasta se le hace agua la boca. Con eso usted está demostrando que el inconsciente no distingue entre la realidad y la imaginación. Si recuerda bien, verá que muchas veces son los pensamientos negativos los que repite y se convence de que son reales aunque no fueran así. “No sirvo para aplicar la Pedagogía del humor en mi labor docente”. Si lo repite y “hace bien el ejercicio”, se convencerá y convencerá a su cerebro. Con lo positivo sucede lo mismo.

Por lo tanto, ponga en práctica con urgencia lo siguiente: a cada rato (quizás antes de un descanso o después), que todos repitan unas cuantas veces a coro y con ritmo, quizás con cierta melodía incluso: “¡qué bien se aprende aquí!”, o “¡qué rico la estamos pasando!”, o “¡somos unos genios!”, o “¡este es el curso más simpático y buena onda del mundo!”, etcétera. Y para hacerlo más divertido, al cabo de diez repeticiones, por ejemplo, comenzar a decirlo cada más rápido, para provocar equivocaciones y risas.

Otra iniciativa es decir siempre una frase, un eslogan antes de hacer una pregunta en clase. Por ejemplo, alguien levanta la mano porque tiene una duda. Usted le da la palabra y el alumno dice: “¡Somos brillantes, pero risueños! Profesor, no entiendo bien eso, ¿me lo puede explicar de nuevo? “¡Somos brillantes, pero risueños!” y usted responderle sin darle importancia a lo extraño de aquello.

Colocar carteles con frases graciosas, ingeniosas o misteriosas, que les provoque curiosidad, en lugares donde tengan que leerlas continuamente, es una variante de lo anterior.

Todos sabemos del estrés espantoso que provoca estar ante una prueba, una evaluación, un examen. Se sabe que ese estrés “chupa” los conocimientos y los estudiantes son incapaces de verterlos en la hoja de sus respuestas. Ejemplo: se le olvidan datos, fórmulas, tesis aprendidas, se inhiben procesos y razonamientos, etcétera, casi siempre de forma parcial, pero a veces de manera total. Para contrarrestar lo anterior, la Pedagogía del humor aconseja: organizar una actividad divertida, quizás una competencia de chistes, o un juego relacionado con el humor; antes de repartir las hojas con las preguntas, dígales que se sienten en los mismos asientos donde recibieron y asimilaron la información graciosa de la materia; aparézcase disfrazado de un personaje bien “malo” conocido por todos y diga que ese personaje es el que aplicará la prueba o examen, ya que está muy difícil y quiere saborear el sufrimiento de los presentes (a los pocos minutos sáquese el disfraz, para que no se vuelva incómodo para usted y para ellos); haga ensayos previos de la prueba o examen, con preguntas humorísticas de la materia y “actuando” como un docente super severo, rígido y pesado; guíe un ejercicio de relajación antes de la evaluación; haga repetir frases positivas a coro previo a comenzar la prueba o examen.

La memoria visual es demasiado importante en la aplicación de la Pedagogía del humor. ¡El cerebro puede procesar más de 36,000 imágenes por hora! Quizás usted utilice videos, transparencias, power point y otros recursos audiovisuales, perfecto. Pero recuerde que la tecnología nunca podrá sustituir la eficacia de la interacción humana.

El dibujo con un mensaje es un gran recurso para la memoria visual. Un ejemplo podría ser pintarse usted en una gran cartulina, colocarse un “globito”, escribiendo en él un pedido que ha repetido varias veces sin resultado alguno. Puede dibujar a sus alumnos sentados de espaldas a usted, o con audífonos puestos, o algo más cómico: con peces trabados en sus oídos. Esta variante del dibujo gracioso es fácilmente posible usarla para un tema específico de la materia que imparte.

Otro recurso visual es el “mapa”. Puede dibujar en la pizarra o en una cartulina y pegar la pared un esquema de la materia que imparte. Por ejemplo, dibuje un rectángulo y dentro escribe el tema principal, llamémosle “X”, y del rectángulo saque una cabeza, dos manos y dos piernas para señalar las cinco partes menos importantes que la principal y de esas partes, los dedos de cada extremidad y “moños” de la cabeza, para señalar las cosas menos importante de las menos importantes. Aproveche y de paso píntele boca, ojos, orejas, etcétera, con rasgos exagerados, para provocar risa. Ya hizo un mapa y entre todos pueden buscarle un nombre como: “El cuerpo de X”, “el cadáver de X”, “la persona X”. Esto se convertirá en un recurso nemotécnico divertido más. El cerebro funciona tanto de manera lineal como asociativa. Dicho mapa puede ser también un pulpo, un árbol o lo que más imaginativamente se le ocurra.

Otro recurso visual dentro de la Pedagogía del humor es el uso de imágenes cómicas. Recorte todas las obras de humor gráfico que encuentre relacionadas con su tema a impartir y muéstrelas y analícelas en clase. Imprima todas las que encuentre en Internet. También fotos graciosas, o imágenes donde usted le pueda agregar un comentario (un pie de foto) que la convierte en humorística y hasta breves tiras cómicas, por supuesto.

Por último, agarre fama de coleccionista de humor gráfico y ese tipo de viñetas y todos se inclinarán a imitarlo(a), o a buscar también y traerles piezas para incrementar su colección. Con este recurso usted estimula las emociones, crea metáforas y contribuye a la memoria visual, y lo hace provocando el placer de la risa y la sonrisa.

Uno de los motivadores intrínsecos que debe estimular usted al aplicar la Pedagogía del humor, es darle la oportunidad a sus alumnos de escoger, de participar, de que su opinión se tome en cuenta. Por ejemplo, olvídese de la frase: “que levante la mano el que sabe…”, porque eso solo ayuda a que los que no saben se sientan frustrados, con miedo a que se descubra su ignorancia, se sienten culposos, etcétera. Si usted lo “prepara” bien, puede usar ese mecanismo a su favor. Por poner otro ejemplo: si les mandó hacer una tarea difícil, de un tema que usted por experiencia, o por conocerlos, sabe que no comprenden aún, hable sobre la importancia del tema y sobre la rigidez con que evaluará. Entonces comience a preguntar.: “que levante la mano el que sabía que tenía una tarea”. Todos levantarán la mano. Después, “que levante la mano el que sabía de qué se trataba la tarea”. Se supone que todos o la mayoría levantará la mano. Y ahora viene el humor, en la tradicional fórmula humorística de “un, dos, tres” bo "regla de tres", que consiste en dos opciones serias y una tercera que rompa con las anteriores para lograr la risa. Usted diría ahora, por ejemplo: “que levante la mano el que se hizo pipí al tratar de comprenderla”.

Con lo anterior, hizo que nadie se sintiera excluido, hizo que se sintieran representados y además aliviados al ver que usted sabía de su problema. Por último, aplicó el humor y relajó la tensión del momento. Claro, al final transparentará su “actuación” y sensibilizará sobre la importancia de comprender el tema.

Frases simpáticas para la cotidianeidad. Para comenzar la clase o para empezar una actividad o lo que sea que se inicie, usted puede hacerlo de forma normal; es decir, “bien, vamos a comenzar…”, o “atiendan, niños que esto es importante…”, o simplemente le pone su sello propio y sigue dentro de la aplicación de la Pedagogía del humor diciendo con frecuencia, por ejemplo: “Esto es un bombazo”, “amárrense los cinturones”, “en serio, esto va a dar que hablar…”, “atención, les habla el comandante…”, “aquí hiena triste, cambio…” y un largo, etcétera. También frases para finalizar una etapa, un resumen, o al terminar la clase: “Y esto es todo por hoy, amigos…”, “ha sido un placer trabajar para ustedes, muy buenas tengan todos y hasta la próxima…”, “¡The End!”, “¡Pelotón atención! ¡Rompan filas!”.

De igual manera, para las frases que surgen siempre en cualquier momento, usted deberá, con la preparación habitual en esta Pedagogía del humor, crearlas y aprendérselas. Ejemplos, en vez de decir: “tienen cinco minutos para hacer tal cosa”, decir: “tienen cuatro minutos, cuarenta y cinco segundos y cincuenta milésimas para hacer tal cosa”. O en vez de decir: “saquen pronto tal cosa, porque no quiero que nos atrasemos”, decir: “saquen pronto tal cosa, porque si no los eliminaré con mi pistola intergaláctica de rayos gamma globulina”. O en vez de decir: “vamos a dividir la clase en dos grupos y los llamaremos A y B”, decir: “vamos a dividir la clase en dos grupos y los llamaremos El muerto fue a la fiesta y Tornillo de rosca relleno con chocolate. Y si desea darles más participación, ofrézcales dos minutos para que escojan un nombre original y cómico para su grupo. Yo prefiero las dos variantes, los provoca con un par de nombrecitos y después los deja cambiarlos… En fin, pequeños detalles que hacen más agradable y placentero el proceso diario y maratónico del aprendizaje. Y sólo, “requeteinsisto”, con preparación.

Continúa en la Segunda Parte...

 

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