Cuentos serios de bufones #3

descarga_1_38.jpegÉrase una vez, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, que un bufón abrió la puerta de un salón del Palacio de la Villa. Al entrar, con toda intención tropezó con algo e hizo una ridícula pirueta para no perder el equilibrio. Enseguida notó cómo un perro, echado sobre la alfombra roja, movía la cola varias veces seguidas y cómo un mono sosteniéndose con un brazo en la enorme lámpara del techo, se mecía y le enseñaba los dientes, chillando con alegría.

Como respuesta, el bufón soltó su especial “ja, ja, ja” y un loro desde su jaula colgada en un rincón del salón, imitó su risa.
Dos personas que se encontraban conversando, sentadas en sendos butacones de madera tallada estilo Savonarola y otra más, en uniforme, que les servía vino en una jarra de porcelana, ante la cabriola del bufón estiraron sus respectivos labios, formando una amplia sonrisa en sus caras.

El bufón se sintió feliz. Allí sí todos los seres vivos expresaban la risa que él siempre se empeñaba en lograr.
 
Entonces, contento y satisfecho, comenzó, en voz alta y con exquisita gracia, a contar finos chistes y a hacer ingeniosísimos juegos de palabras…
Pero aquel recital duró muy poco.Es que el perro, el mono, el loro y las tres personas se alejaron de allí serios y con sus colas entre las patas.

 

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