El Chiste (No. 6) "Los de tontos"

tontos.jpgLos tontos en los chistes cambian de nombres, pero en el fondo y en la superficie son los mismos personajes. ¿Sabía usted que los tontos...?

-Para muchos latinoamericanos son los gallegos.

-Para los españoles son los leperos (de Lepe, un Municipio de Andalucía).

-Para los colombianos son los pastusos (de Pasto, un Municipio del Departamento de Nariño).

-Para los costarricenses son los nicaragüenses.

-Para los estadounidenses son los polacos, italianos y portugueses.

-Para los cubanos son los pinareños (de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba).

-Para los canadienses son los newfies (de la provincia de Terranova).

-Para los mexicanos son los yucatecos (de la Península de Yucatán).

-Para los nigerianos son los hausas (pueblo saheliano del norte de Nigeria y sureste de Níger).

-Para los ingleses son los irlandeses.

-Para los franceses son los suizos.

-Para los galeses son los belgas.

Del listado anterior se desprenden dos cosas tan obvias como interesantes:

1-Que los pueblos que piensan que otros pueblos son tontos, están esparcidos por todo el Planeta, sean sociedades muy pobres o muy ricas; sean de raza azul o verde, tengan educación y cultura o sean ignorantes. En otras palabras, no es que exista un pueblo tonto en algún sitio, es la necesidad de los seres humanos de tener unos tontos como modelos para sus burlas.

2-Los pueblos tontos, de los cuales se cuentan ese tipo de chistes, siempre viven en el borde geográfico, o en el económico, o en el lingüístico de la sociedad o cultura de los pueblos inteligentes.  Para los inteligentes, los tontos siempre viven en países con algún tipo de relación competitiva, o viven en zonas bien delimitadas y fácilmente distinguibles de ellos, o viven en pequeñas comunidades acotadas, o en áreas rurales, o en la periferia de su nación, o simplemente son inmigrantes. Es decir, como no hay evidencias de que los tontos sean tontos, los inteligentes inventan o se convencen de que los tontos viven en lugares estúpidos, tienen conductas estúpidas, razonan de manera estúpida, hacen trabajos estúpidos, etcétera, y así los encuentran risibles. Y ríen con esa risa de alivio, porque no son ellos los tontos, o el mundo no se fija en sus tonterías porque para eso están los tontos aquellos. O ríen con esa risa de triunfo, porque “ganaron “ esa competencia en la vida. O ríen con esa risa de superioridad por sentirse muy por encima de “esos seres inferiores”, esos pobres tontos inferiores.

Otro punto curioso: los tontos pueden aprender sobre los inteligentes, pero los inteligentes siguen ignorantes de los tontos discriminados y marginados por ellos.

¿Por qué sucede eso? Porque a los inteligentes no les interesa realmente quiénes son, cómo viven, cómo actúan y piensan esos pueblos que etiquetaron como tontos. A los creadores y contadores de ese tipo de chistessólo ven a esos pueblos tontos como versiones cómicamente estúpidas de ellos mismos. Claro, me refiero a los que tienen consciencia de lo que hacen, porque la mayoría de los que repiten los chistes de tontos ni se cuestionan lo que dicen, ni el trasfondo conceptual, lamentablemente.

Es de común acuerdo entre los estudiosos del humor de todas las épocas que el humor es social. Tiene una fortísima connotación social.

Por tal motivo, dependiendo de su contexto, el humor puede ser correctivo (con el objetivo de ridiculizar a uno o unos dentro de un mismo grupo para que aprendan, tomen consciencia, rectifiquen y mejoren). Pero el humortambién puede ser defensivo (destinado a proteger a uno o unos de un mismo grupo, del ridículo que venga “de afuera”).  O puede ser ambos al mismo tiempo.

Cuando un miembro de un mismo grupo cuenta un chiste sobre su misma etnia, nacionalidad, religión, o su misma cultura, abre la puerta a la comunicación dentro del grupo, invitando a los miembros a examinar sus actitudes, sus conductas, su modo de pensar o razonar. 

Pero si son afuerinos los que hacen el mismo chiste anterior, el efecto es el opuesto. Los extraños tienen poco poder para producir un cambio interno, el efecto entonces es estereotipar al grupo.

Por eso los judíos pueden hacer chistes burlones sobre judíos. Pero si los dice un no judío, puede parecer hasta una ofensa. O los irlandeses de ellos mismos, o los pastusos de los pastusos, y así con todos.

Y lo peor es cuando discriminamos por tontos a otros seres humanos como nosotros.

Entre otras cosas porque sabemos, repito, que esas afirmaciones no son ciertas y sólo sirven para sentirnos aliviados, triunfalistas y superiores con nuestras risas. Es decir, aquí cabe perfectamente el refrán: “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.

Entonces, ¿para qué burlarnos de otros por nuestras proyecciones? ¿Por qué calumniarlos, insultarlos por gusto, ya que ni siquiera tenemos pruebas de que son realmente tontos y ni siquiera los conocemos bien? Es que en cada grupo de seres humanos siempre existen gente muy inteligente, gente “normal” y gente tonta, que nunca se mantienen inteligentes, “normales” o tontos habitualmente a lo largo de la vida. Porque sólo son así de forma circunstancial. Todos somos así. Entonces, ¿por qué reírnos con sarcasmos y escarnios (formas límites del humor) de otras personas que son como uno?

Claro, alguien me puede decir que los chistes de tontos son graciosísimos. Y le respondo, ¡por supuesto! ¡Sigamos creándolos, contándolos! Pero entonces es preferible usar pueblos, grupos, o comunidades fantásticas.

Yo propongo los atlantes (recibo propuestas).

En mi juventud se denominaban atlantes a  los tontos de los chistes y me hacían reír de la misma manera que los actuales con intenciones discriminatorias. ¿Por qué? Porque en el fondo, uno se ríe de sus propias estupideces.

Quizás un día nos despertamos y un país, sector o comunidad vecina nos bautizó –sin comerlo ni beberlo-, como tontos también, debido a sus carencias como ya vimos. Ahí veremos en carne propia lo que ahora le hacemos a otros.

¿Están de acuerdo conmigo? ¿O soy muy tonto al decir todo esto?

 

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