El humor y literatura infantil (No. 4). Los juegos de palabras

portada-ratata-un-raton-de-biblioteca.jpgImagínese un juego donde hay diferentes partes de animales. Usted agarra las patas de un gallo y se la pega al cuerpo del gallo. Después toma la cabeza del gallo y se lo pega a las patas y al cuerpo que tenía ya unido y así consigue armar un espléndido gallo. Todo bien. Pero si quiere hacerlo gracioso, toma las patas del gallo y se la pega a la cabeza y donde iba ésta pone el cuerpo. Resultará un animal absurdo y se reirá. Pero también puede hacer otra cosa. Tome las patas del gallo y le pega el cuerpo de una vaca y a eso le agrega la cabeza de un pez y obtendrá un animal extrañísimo que le podrá dar mucha risa. Entonces, mientras más creatividad y sentido del humor tenga, mejor será el juego; es decir, le dará más placer, se divertirás más.

Pues eso mismo pasa con las palabras si juega con ellas. Las partes de cada animal serán las letras que forman una palabra y entonces la cambiará formando nuevas palabras cómicas, eliminando o añadiendo letras, también intercambiando el orden de las palabras en frases y oraciones, o usando palabras con dos significados distintos. Pero no sólo palabras escritas, se puede uno divertir también jugando con los sonidos de las palabras.

Con el afianzamiento de la lectura a partir de los siete u ocho años, el niño domina en mayor medida los recursos lingüísticos que sustentan el humor. Si los fonéticos son los que primero producen regocijo, casi desde que se aprende a hablar (onomatopeyas, repeticiones, concatenaciones), en esas edades es cuando comienzan a disfrutar de irreverencias y situaciones absurdas. Y se pueden adentrar en los morfosintácticos, muy explotados por el nonsense (derivaciones, composiciones, acrónimos y más) y los semánticos (antítesis, hipérboles, metonimias, metáforas, entre otros), los de más difícil elaboración y comprensión. Pueden aventurarse sin problemas en la creación de un retruécano, ejemplo: No es lo mismo; en el río Misissipi, que me hice pipí en el río… es mover de su lugar las palabras en las oraciones; o un calambur, ejemplo: Yo loco, loco y ella loquita / Yo lo coloco y ella lo quita… es modificar sílabas; o una paronomasia, ejemplo: La mujer es para eso, paraíso, / para uso de los hombres… son palabras que suenan parecido; o un oxímoron, ejemplo de Quevedo: El amor es hielo abrasador, es fuego helado, / es herida que duele y no se siente…son dos conceptos opuestos en una sola expresión; o un palíndromo, ejemplo: Dábale arroz a la zorra el Abad… es leer lo mismo al derecho y al revés; o un anagrama, ejemplo: un amigo de Homero Simpson se llama Ray Magini, lo cual significa Imaginary, que es Imaginario en inglés… es trasposición de letras. Y así, un largo listado de ejemplos más. Todo en clave de comicidad, por supuesto.

Los libros de humor para niños que manejan bien lo anterior, pueden ayudar a crear más fácilmente el hábito lector, a causa del disfrute. El placer creativo, el estético y el placer humorístico son muy parecidos al placer lúdico, porque el arte y el humor son puro juego también, ¿no es cierto?

Les aseguramos que leer y gozar con frecuencia estos pasatiempos que se realizan con las letras y las palabras, les favorece muchísimo el desarrollo de la creatividad, las habilidades del lenguaje, la redacción, la ortografía y el vocabulario a los chicos. Pero no sólo eso, también les desarrolla la agudezade pensamiento, el sentido del humor y la imaginación.

A continuación, varios ejemplos donde se exponen distintas maneras de jugarcon las palabras. El primero, extraído del libro Rátata, un ratón de biblioteca de la Editorial Humor Sapiens.

“… El sanguinario pirata giró su cabeza hacia el lugar indicado, miró por el catalejo y por el asombro y el susto, se le erizaron los pelos de la cabeza. Pero con tanto ímpetu, que el típico pañuelo rojo de pirata que los cubría, se soltó y fue volando hasta caer sobre el rostro del musculoso Don Cella, que como siempre, permanecía detrás de su Capitán.

“El bergantín de Filiberto, el filibustero, está a menos de cuatro nudos de distancia. Si zafan cada uno de ellos en medio minuto, en dos minutos más los tenemos encima”, habló para sí El Malo Grado antes de gritar: “¡No hay tiempo que perder! ¡Suban las velas!”.

-Perdón, Capitán –susurró a su oído el asistente personal del pirata-, le sugiero que no suba todas las velas. Deje algunas abajo, porque los hombres que trabajan ahí se pueden quedar a oscuras.

El Capitán cerró los ojos con fuerza y apretó más la daga entre sus dientes. Iba a mostrar su ira, cuando vio que ya casi tenía encima al bergantín de su enemiguísimo. Entonces gritó a todo volumen:

-¡¡Suelten amarras!!

-¡Señor! –otra vez le habló en voz baja el robusto Don Cella, bien pegado a la oreja-. Si soltamos al grumete Marras del calabozo, es probable que robe comida de nuevo. Además, dejarlo sin castigo será un mal ejemplo para el resto de los marineros.

La cara del terrible pirata se enrojeció, las venas de su cuello se hincharon y levantó su catalejo con el objetivo de descargarlo sobre la cabeza del recio Don Cella…”

 

El segundo ejemplo, extraído del libro Juegos de palabras, de la Serie Pepito, lee, juega y ríe de la Editorial Humor Sapiens. Son chistes creados con distintas maneras de jugar con palabras.

“a) No es lo mismo: “Unos sesos tirados a la plancha”, que… “Una plancha tirada a los sesos”.

b) Nombres: Elena Nito, Armando Esteban Quito, Alan Brito, Kena Arizona Tevez.

c) Apellidos: García come huevos de gallina y Montes de Oca; Alejandro de cayó del puente y Alberto de La Torre; González baja del cerro y Horacio de La Peña; Julio come del plato y Oscar de La Hoya; Eva Mendez cuanta horas y Cameron Díaz.

d) Enredos: Se me lengua la traba; decir una costra por osa; en menos que galla un canto.

e) Como se dice: ¿“autobús” en alemán? Subanempujen estrujenbajen; ¿”100” en chino? Cachi Chien; ¿”ascensor” en árabe? Ali ba bá.

f) Cruzas: ¿qué se obtiene de cruzar un reloj y un gallo? Un despertador; ¿qué se obtiene de cruzar un gato y un gallo? Un kikirimiau…”

 

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